Este 28 de septiembre, Día Internacional por el Aborto Seguro, nos volvimos a encontrar cara a cara, en una plaza, monumento o lugar emblemático de nuestras ciudades o pueblos, para exigir todas juntas, con el pañuelo verde en alto, llevado con orgullo, atado y a la vista, el reconocimiento pleno de nuestros derechos. La deuda que la democracia tiene con nosotras crece día a día. Las legisladoras y los legisladores nacionales que votaron en contra o se abstuvieron de expedirse en relación a la normativa que permitía la interrupción voluntaria del embarazo son responsables, desde entonces, de las muertes que se han producido como consecuencia de los abortos clandestinos en nuestro país, de las niñas y niños que han perdido a sus madres por ello y de las secuelas físicas, psíquicas y emocionales que han dejado.

Lo decíamos durante el debate en el Congreso, las mujeres abortan y lo van a seguir haciendo, por lo tanto, van a seguir muriendo, sobre todo las más vulnerables que, ante la falta de respuesta del Estado, se someten a prácticas en las peores condiciones. Muchos de los oradores que se opusieron a la normativa sostenían que lo fundamental no era legalizar el aborto, sino impartir educación sexual para prevenir los embarazos no deseados en la adolescencia. Sin embargo, son los mismos que hoy, tras el rechazo de la Ley en el Senado, están llevando adelante una feroz campaña contra la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas bajo el lema “Con mis hijos no te metas”, como si estos les pertenecieran y no fueran sujetos de derechos o como si la obligatoriedad de la misma estuviera en discusión.

Como sabemos que la lucha no se agota con una votación en el Congreso, seguimos en la calle, con los pañuelos verdes anudados en nuestros cuerpos, siempre visibles y desafiantes, marcando la unidad de un colectivo que está acostumbrado a no dar treguas.

 

* Diputada Provincial

Partido SI (Solidaridad e Igualdad)