El Premio Nobel en Medicina fue para James Allison y Tasuku Honjo “por sus descubrimientos en terapias para combatir el cáncer”, según reza el sitio oficial de la Academia sueca que comunica la decisión del jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo. En concreto, ambos especialistas han sido galardonados por sus estudios en proteínas que actúan como “frenos” e impiden que el sistema inmunológico de los pacientes se defienda con eficacia de los tumores. La virtud de sus hallazgos, en efecto, reside en el descubrimiento de los mecanismos que liberan a las defensas del cuerpo para combatir a las células malignas. James Allison es un médico inmunólogo de EE.UU. (Universidad de Texas) y realiza sus investigaciones desde el Centro de Cáncer MD Anderson de Houston. Por su parte, el japonés Tasuku Honjo se formó en Kyoto University, institución en la que también investiga y dicta clases. El 10 de diciembre se realizará la ceremonia y los galardonados se repartirán los nueve millones de coronas suecas, cifra equivalente a un millón de dólares.

Aunque a menudo se tienda a pensar que el cáncer es una enfermedad moderna, en verdad se trata de uno de los males más antiguos de la humanidad. Momias y restos fósiles hallados en distintas latitudes –desde el sudeste africano hasta el desierto de Atacama en Chile– constituyen una muestra fehaciente de ello. En la literatura médica, la primera aparición de un concepto para designar al cáncer data de la época de Hipócrates (aproximadamente 400 años a.C.). Se lo llamaba karkinos (“cangrejo” en griego) ya que el tumor junto al racimo de vasos sanguíneos inflamados a su alrededor rememoraba a la figura de un cangrejo cuando se desparrama en la arena y extiende sus patas en círculos. Bajo la denominación genérica de “cáncer” se agrupan más de 150 tipos distintos de tumores. Sin embargo, todos responden al mismo mecanismo: son provocados por células del propio cuerpo que, en determinado momento, sufren mutaciones genéticas que las hacen multiplicarse sin control, primero localmente y, luego, mediante el proceso conocido como “metástasis”, en tejidos distantes.

Desde aquí, ¿por qué los aportes de Allison y Honjo son “revolucionarios”? “Desde hace casi 30 años se comenzó a pensar en la oportunidad de potenciar las respuestas inmunológicas para eliminar tumores. Todos tenemos un sistema de defensa que nos protege frente al peligro al que estamos expuestos aunque, en muchos casos, se encontraba inhabilitado para actuar. Al reconocer las proteínas que frenaban la activación de los linfocitos-T –nuestros ‘soldados’–, inhibieron al propio freno con el objetivo de robustecer el comportamiento de las defensas”, dice Gabriel Rabinovich, distinguido como Investigador de la Nación Argentina e identificado en el mundo por sus contribuciones en el desarrollo de estrategias para combatir el cáncer.

En este escenario, si bien durante décadas las terapias buscaron despabilar la inmunidad de los pacientes, lo cierto es que se consiguieron resultados discretos. No obstante, a partir de sus investigaciones durante los 90’s, se lograron localizar las claves para ubicar a los frenos –proteínas– que el tumor le imponía como “barreras” al sistema inmunológico de los individuos y neutralizaba su respuesta. “Son los padres de la inmunoterapia activa y sus contribuciones fueron revolucionarias. El reconocimiento no solo es para sus aportes en la develación de los mecanismos sino también para el modo en que han impactado en las terapias con pacientes. Allison describe el modo de expresión de la proteína CTLA-4, mientras Honjo hace lo propio con PD-1. Son los denominados ‘checkpoints’, es decir, los puntos de control donde la inmunidad se regula. Lo que ocurre es que, precisamente, los tumores se aprovechan de esos puntos de control y expresan proteínas que contienen las respuestas del sistema inmune”, señala Daniel Alonso, doctor en Medicina (UBA) e Investigador Principal del Conicet en el Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad Nacional de Quilmes.

Desde aquí, mientras CTLA-4 está relacionada a la fase de “presentación” (reconocimiento) del antígeno por parte del sistema inmune, PD-1 se vincula con la fase “efectora”, referida al momento de ataque contra el tumor. Son dos mecanismos similares pero complementarios, ya que si bien durante el primero el tumor logra evitar ser reconocido –se enmascara–, en el segundo evita que se ponga en marcha el ataque para regular su potencia expansiva. De esta manera, con el desarrollo de las nuevas terapias es posible “poner un freno al freno”, en la medida en que se consigue bloquear los mecanismos tumorales que obstaculizan la inmunidad. De esta forma, “se libera al sistema inmune para poder combatir a los tumores. Se han obtenido excelentes respuestas en pacientes con melanoma que han aumentado su sobrevida de manera notable y, en algunos casos, eliminado las metástasis”, especifica Alonso. A principios de siglo, “Allison realizó los primeros ensayos en animales y más tarde surgió como resultado ipilimumab, un anticuerpo comercial que bloquea el CTLA-4. Así, pacientes que no tenían posibilidades están vivos desde hace 30 años”, completa Rabinovich. 

Estas nuevas inmunoterapias, sin embargo, no sustituyen a las tradicionales. En contraposición a ello, como el cáncer puede ser abordado de manera dinámica, los enfoques –necesariamente– se vuelven múltiples, a partir de un cóctel de diversos mecanismos que se combinan con radio y quimioterapia: “Con los tratamientos basados en chekpoints, incluso, se torna posible extraer mayor provecho a los esquemas convencionales. De esta manera el resultado supera a la suma de las partes”, aclara Alonso. Sus aportes han sido sustanciales, sin embargo, la mala noticia es que “a la fecha solo el 30 por ciento de los pacientes responde, mientras el 70 restante representa a individuos cuyos mecanismos de escape difieren. Allí ingresarían nuestros estudios en Galectina-1 que esperamos, en un futuro no muy lejano, puedan ser probados en ensayos clínicos”, describe Rabinovich.

En 2017, vale recordar, el Nobel de Medicina había sido para tres científicos, también de EEUU, por sus trabajos en cronobiología, al investigar los mecanismos que controlan los ritmos biológicos de los seres humanos que responden a los ciclos de luz/oscuridad en relación al movimiento de rotación de la Tierra. Este año, el fixture sigue así: hoy se premiarán los aportes distinguidos en Física; mañana, en Química y el viernes estará reservado para el de la Paz. El próximo lunes será el turno de Economía, mientras que, como ya fue anunciado, la distinción en Literatura no será entregada por las acusaciones de abuso sexual que pesaron sobre miembros directos del jurado.

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