Alvarez Thomas ha detenido su marcha de reconquista de Santa Fe. En Fontezuelas se cruza en el camino con Díaz Vélez y sus oficiales que han evacuado aquella ciudad. El ministro de Guerra y Marina, Francisco Javier de Viana, ha salido de Buenos Ayres con el plan de reunirse con las tropas de Álvarez Thomas con el objetivo de avanzar hacia el ahora territorio artiguista. Pero cuando Viana llega a Fontezuelas se encuentra con un ejército que desconoce su autoridad y marcha preso.

“El descrédito de la administración que presidía entonces el general Alvear  era tan pronunciado… los riesgos que corría la provincia de Buenos Aires de caer en manos de Artigas me conjuraron a nombre de la Patria de ponerme al frente del movimiento que debía derrocar la autoridad aborrecida”, sostuvo el coronel amotinado.

Alvear renuncia como director y se refugia en un buque inglés.

Como primera medida, el flamante director supremo interino, Alvarez Thomas, ordena quemar el bando que declaraba traidor a la patria a Artigas.

“Ha cesado toda lucha entre los ejércitos, siendo mi deseo mantener estrecha fraternidad y alianza con todos los pueblos libres de las provincias”, dice Álvarez Thomas pero le avisa a Artigas que lo quiere lejos de territorio bonaerense.

Artigas cumple con su palabra: ordena al comandante Hereñú, estacionado con la vanguardia en el arroyo del Medio, en el límite entre San Nicolás y el Rosario, abandonar el plan de marchar hacia la capital.

Artigas cree en los nuevos tiempos de concordia, cree que la unión será sellada. Desde el cuartel de Santa Fe, el caudillo escribe al coronel José de San Martín: “El pueblo enérgico de Buenos Ayres ha depuesto a los tiranos y recuperado su libertad. En consecuencia, ha terminado la guerra civil”.

No tardará mucho tiempo en darse cuenta de su inocencia al creer en la palabra porteña.

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El 26 de abril de 1815, Candioti es ratificado por aclamación como gobernador.  

-- Los pueblos deben ser libres y mi única misión es proteger a los aliados –le señala Artigas cuando se encuentran a solas. El gobernador no parece escucharlo. Está concentrado en reclamar a Artigas armas para la tropa que espera enviar contra los indios del Chaco que se apropian de cuanta hacienda encuentran a su paso. Artigas pide tiempo.

-- Don José, usted sabe lo que están haciendo… Los conozco a muchos de ellos, fueron mis peones.

-- Paisano mío, los indios pueden servir para luchar contra los porteños --responde el general, quien ha logrado captar a charrúas y mocovíes como milicia auxiliar y elogia la garra del cacique Ñaré Alaiquin.

El gobernador le advierte que así como el pueblo santafesino lo aclamó también puede odiarlo.

-- Entonces me los llevo para que se moderen.

Artigas vuelve a Paraná convencido de que la independencia de Santa Fe va a ser causa de fricción permanente entre las dos revoluciones enfrentadas.