“A mí no me molesta que a futuro mi hijo hable así. Pero por sus propias convicciones, no porque se lo meten de prepo”, se queja alguien en un chat de mamis y papis. Le responden: “Che, dicen que también vieron un video de Zamba (el personaje del canal Pakapaka)”. “Si alguien va a quejarse, voy con ustedes, chiques”, ironiza otro papi. “No quiero que mi hija hable como una tonta. ¿Compañeres? ¿En qué diccionario está eso? ¡Que se dejen de joder!”

Desde marzo de 2016 Matías Pérez Taján trabajaba como profesor de música en el colegio Nuestra Señora de la Anunciación, de La Plata. Lo que se gestó en ese chat de padres y madres, deduce Matías, fue su eyección de la institución sin previo aviso ni derecho a réplica. “Tenía diez horas, que es un montón, y venía sin ningún acta por mal desempeño, ni ningún problema con la institución, ni ningún alumno, ni ningún padre o madre, o por lo menos eso creía yo”, cuenta Matías. Esa era su situación hasta la semana pasada, cuando la directora le comunicó que se tenía ir. “Sabían que yo había sido padre hace un mes y medio. Me despiden sin causa. No me dan motivo”. Frente a su insistencia en que le explicaran los motivos, lo mandan a un rincón: “La directora del colegio cuando le pregunté me mandó ‘a pensarlo’. Me dijo: ‘fijate vos cuál puede haber sido el motivo, según cómo te manejaste en la institución’. Con esa frase resonando me fui del colegio el último día, sin haberme podido despedir de mis alumnos y alumnas”.

¿Y entonces? ¿Te echaron por el ‘todes’?

–Poner de titular, como se hizo hasta ahora que me echaron por decir “todes” en el aula, por un lado, no es que sea mentira pero sirve para quitarle profundidad al asunto. En el momento se ve que nadie se animó a decírmelo, pero después me enteré por una delegada gremial que había habido un grupo de padres y madres que se fueron a quejar en el colegio porque yo hablé en lenguaje inclusivo y porque apliqué contenidos de la ley de Educación Sexual Integral. 

QUÉ PASÓ EN WHATSAPP

Una de las madres del colegio le contó finalmente a Matías lo que estaba pasando. Le mandó capturas de pantalla del chat con conversaciones de padres enojados: “Fui al colegio a pedir las actas con las quejas. Porque supuse que si se quejaban primero en el chat y después con las autoridades del colegio, eso debería haber quedado asentado. Si los padres presentan cualquier queja en el colegio, eso debe quedar sí o sí en un acta. Lo que sí tengo son las quejas del grupo. Ahí dice que yo usé lenguaje inclusivo. Una madre decía que mejor me dedicara a tocar en toc toc. Traían cosas previas que se ve que les causaron bronca: que había hablado de la diferencia entre la democracia y la dictadura el 24 de marzo. Que en una clase había usado videos de Pakapaka. Pero ningún padre vino y me preguntó cómo yo había realizado estas intervenciones desde la ESI”.

¿Y cómo fueron esas intervenciones?

–Te doy un ejemplo: el día de la primavera se tenían que disfrazar. Las nenas vinieron de princesas y los nenes de superhéroes o futbolistas. Me pareció una oportunidad para hablar de los roles de hombres y mujeres en la sociedad. Les pregunté a las nenas qué sabían hacer las princesas. Me dijeron: saben vestirse bien. ¿Y los súper héroes? Salvar el mundo. Y a partir de eso fuimos charlando. 

¿Y vos qué les decías sobre eso?

–Que tal vez las princesas podían salvar al mundo también. Hablamos de los roles de las mujeres en la sociedad y de cuánto le había costado a la mujer votar. No es que yo inventé estas cosas. Son ejemplos que te dan en los talleres de formación para abordar la ESI. Un día un nene le pasó a otro un cartelito que decía “Puto”. En vez de sacarles el cartelito y tirarlo escribí puto en el pizarrón y les pregunté qué significaba esa palabra. Si era un insulto. Y si era un insulto, por qué ofendía. Cosas así. Fue un disparador para hablar de homofobia y misoginia. De por qué que te digan “maricón” es un insulto porque te están diciendo que te parecés a una nena. 

Un miedo que aparece mucho, y que va desde el chat de mamis hasta, a gran escala, campañas como “Con mis hijos no te metas”, un grupo en contra de entre otras cosas la educación sexual, es que la información genere adoctrinamiento.

–A eso voy con que nadie me preguntó cómo hacía estos inserts en clase. Siempre partíamos de cosas que pasaban en el aula. No llevaba el tema. Y mi intervención era siempre a partir de la pregunta, no tratando de “bajar una línea”. No sé de dónde sacaron los padres que yo los obligaba a hablar con lenguaje inclusivo. Yo sólo les explicaba por qué yo lo usaba. Al principio se reían por eso les explicaba por qué a mí me resultaba más cómodo usar esa palabra. Una vez un nene me dijo: “¡Estás inventando palabras!” Y una nena que estaba al lado saltó y le dijo: “Pero si vos inventás palabras también”. Y le contó de la diferencia entre nosotros, nosotras y nosotres. Hay en los padres creo un miedo de fondo, inconsciente. 

¿Miedo a qué?

–No lo dicen así… aunque a veces más o menos. Miedo de que si yo llego a decir en clase que la homosexualidad no es una enfermedad, los niños automáticamente “se van a hacer homosexuales”. Pero, independientemente de lo que yo piense, no es que se me ocurre a mí dar esa definición de la homosexualidad. Lo dice la ley. No se dan cuenta pero en verdad son ellos los que adoctrinan pasándoles a los chicos todos sus miedos a lo distinto. Lo bueno es que los chicos están realmente muy en otra.