Antes de morir, el padre de la novia dice: “Necesito que me prometas que siempre la mantendrás segura”. “Te lo prometo”, le responde el novio. Este es un diálogo de la película de Netflix El final de todo, de 2018, que plantea que “tras un misterioso desastre que convierte el país en una zona de guerra, un joven abogado viaja al oeste con su futuro suegro para buscar a su prometida embarazada”.

En la película hay dos varones, el padre y el novio, quienes atraviesan situaciones de violencia, asesinatos y accidentes extremos para proteger a una mujer, mientras se disputan el lugar de varón dominante. Esta película, como la amplia mayoría, nos enseña que ser varón es ser protector, dominador y casi necesariamente violento. 

La masculinidad es una construcción social que se desarrolla desde la primera infancia. Mediante los discursos que nos atraviesan aprendemos determinadas formas de pensarnos. Los mandatos de la masculinidad hegemónica nos proponen que ser varón es ser proveedor, procreador, protector, dominador, autosuficiente y violento.

Desde los medios masivos de comunicación que ocupan posiciones dominantes y desde la industria del entretenimiento se promueven miradas que fortalecen estas formas de ver el mundo. Así, estos medios funcionan como agentes de socialización en los cuales se construyen y reproducen discursos que fortalecen roles y estereotipos de género que tendemos a naturalizar.

Estos mandatos de la masculinidad hegemónica, condicionan nuestros comportamientos, ya que muchas veces actuamos conforme a los roles que internalizamos.

Según la teoría del cultivo, los medios funcionan como constructores principales de imágenes y representaciones mentales de la realidad social. En ese sentido, la televisión “sedimenta creencias, representaciones mentales y actitudes”.

Esta violencia podremos leerla desde el concepto de criminología mediática. Según el Dr. Raúl Zaffaroni existe una criminología mediática mundial que nace en los Estados Unidos y se expande por el mundo. Una mirada que piensa a la sociedad dividida entre buenos y malos; donde los conflictos solo se resuelven con violencia.

La mirada de la masculinidad hegemónica violenta convive y se retroalimenta con la criminología mediática. Esta criminología transmite la certeza de que “la única solución a los conflictos es la punitiva y violenta. No hay espacio para reparación, tratamiento, conciliación; sólo el modelo punitivo violento es el que limpia la sociedad.

Estos discursos machistas se reflejan en violencias: muertes de mujeres que se cosifican y que varones buscan dominar. También se refleja en muertes de varones, entre quienes se disputan identidades machistas.

Según el Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el 88% de las víctimas de homicidios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires eran de sexo masculino, mientras que un 12% de sexo femenino. Respecto a los victimarios el 85% son varones, el 4% mujeres y no se tienen datos en un 11%.  Paralelamente, según el Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena (Sneep) el 96 % de las personas presas en Argentina son varones.

Estamos frente a un momento de fuerte avance de la lucha de los derechos de las mujeres. Esto se refleja en que se visibilizan violencias antes naturalizadas y en la apropiación de derechos, pero también en nuevas producciones mediáticas.

Sin embargo, los monitoreos dan cuenta de que las mujeres siguen estando relegadas en los espacios de debate mediático, continúan siendo cosificadas y se sigue reforzando sobre ellas los roles tradicionales. Es decir, continúan sufriendo violencia simbólica. 

En la sociedad se mantiene o incluso quizás se incrementa, la violencia masculina. Violencia que se reproduce y fortalece en los medios de comunicación y en la industria del entretenimiento y que tiene su correlato en la multiplicidad de casos de violencia contra las mujeres por parte de varones.

Entendemos que es el momento de que los varones problematicemos nuestras identidades y cuestionemos nuestra violencia culturalmente construida.

* Roberto Samar es licenciado en Comunicación social. Docente de la UNRN. Integrante de la Subsecretaría de las Mujeres de la Provincia del Neuquén.

** Eric Barchiesi es estudiante de la Universidad Nacional del Comahue.  Integrante de la Subsecretaría de las Mujeres de la Provincia del Neuquén.