Después del escándalo público con acusaciones recíprocas entre el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, y su antecesor desplazado, Ricardo Lorenzetti, el tribunal se esmeró por dar una imagen de paz y equilibrio, y por unanimidad creó a través de una acordada una Secretaría de Desarrollo Institucional y subordinó a ella, a la Dirección de Comunicación y Gobierno Abierto, con menor rango que el que tenía con anterioridad. El manejo del Centro de Información Judicial (CIJ) había sido el foco del conflicto, aunque es expresión de una pelea de poder de fondo. Como era previsible, la nueva estructura dependerá de personas que son de confianza de Rosenkrantz: su máximo referente será su hasta ahora secretario letrado Valentín Thury Cornejo, y la comunicación quedará en manos de Ariel Alberto Neuman, un abogado consultor en lo que denomina “marketing judicial”, a quien el presidente supremo había contratado en forma privada para el J20 (evento con jueces de los países del G20), lo que valió la denuncia de Lorenzetti de que se trataba de un intento de privatización del CIJ. Ahora será incorporado al staff cortesano.

Los jueces y la jueza de la Corte llegaron a la reunión plenaria de ayer con un pacto preestablecido para descomprimir la pelea interna –un verdadero papelón en pleno encuentro internacional del J20– y el boceto de una acordada que marca el punto de partida de reformulación de la organización y las prioridades del tribunal. Ya lo había anunciado el juez Horacio Rosatti, quien anticipó que el entuerto sería resuelto. “Seguro los cinco vamos a estar de acuerdo”, dijo, tras una ceremonia de incorporación a la Academia de Ciencias Morales y Políticas. En relación a la batalla Rosenkrantz-Lorenzetti dijo que la forma en que se expresan las diferencias es importante y que la Corte tiene “una responsabilidad institucional que va más allá de las personas”. Lo que pasó finalmente antes y después del acuerdo, es lo que pudo haber sucedido desde un comienzo porque es natural que cuando desembarca una nueva gestión cambie el equipo de comunicación. Pero Rosenkrantz optó por firmar una resolución acusando a Lorenzetti de haber vaciado el CIJ y paralizarlo al llevarse a quienes trabajaban allí, entre ellos, la directora María Bourdin y Pablo Méndez, y de impedir el acceso a las claves del sitio web. Después Lorenzetti le envió una carta donde denuncia amenazas, violencia de género y dice que su colega intentó privatizar el portal. Según esta línea, Bourdin y Méndez se fueron en medio de malos tratos y ajustes de cuenta con tono político. El actual titular supremo le habría dicho a la periodista: “sellaste tu suerte en la Corte porque le contestaste a (Elisa) Carrió. Eso no se hace. No podés seguir”.

El texto de la acordada de ayer pone de relieve que los criterios para comunicar podrían cambiar. Señala que “la comunicación pasó a ocupar un lugar central en la política institucional de esta Corte”, “rindió frutos” y logró “una importante difusión entre el público general”. Pero enseguida dice que la política en este rubro se tiene que “insertar en un programa institucional más amplio” y además de involucrar a “la relación con la prensa” debería extenderse “al propio poder judicial” y “organismos de la sociedad civil”. Es un modo de decir que hasta ahora el tribunal trabajó mucho para los medios y tiene que diversificarse. La dirección de comunicación, anuncia, diseñará protocolos de selección, tratamiento y gestión de la información a difundir. En esto, es factible que Rosenkrantz intente diferenciarse mostrando que la información judicial no es sólo la que sale de Comodoro Py, que era donde estaba hasta ahora puesto el foco informativo, ya que allí tramitan causas con impacto político, como las de corrupción contra funcionarios y ex funcionarios. De hecho, Lorenzetti tejió una relación muy estrecha con los jueces del fuero federal porteño  y les dio un lugar de poder en la estructura de escuchas telefónicas e investigación. En lo que no se desmarca de la tradición es en que no llamó a concurso (algo que solo se ha hecho en contadas ocasiones en la Corte) para cubrir los nuevos lugares sino que eligió gente de confianza.  

La Secretaría de Desarrollo institucional va a tener un papel múltiple, crucial para la dinámica de la Corte. La designación de Thury Cornejo es una derrota para Elena Highton de Nolasco, que entre las devolución de gentilezas a la que algunos cortesanos creen que aspiraba era que designara allí a su hija, Elenita Nolasco, ahora en una secretaría del consumo que cierta vez Lorenzetti creó para ella. Pero los tiempos cambiaron y hoy su madre pasó a estar aliada con el nuevo presidente. Thury Cornejo viene de ser secretario letrado de Rosenkrantz, es graduado de la Universidad Católica (UCA) y se doctoró en la Universidad Carlos III de Madrid, fue investigador del Conicet y coordinó un programa de Desarrollo en Flacso, además de publicar libros sobre delegación legislativa y división de poderes. Entre 2010 y 2016 manejó un blog llamado “Todo sobre la Corte”, que seguía el día a día de la Corte Suprema con textos que combinaban  una cuota de sentido humor con el análisis jurídico. Fue una página muy consultada tanto por periodistas como por el mundo judicial. De la dirección específica de Comunicación se ocupará Neuman, abogado y licenciado en Ciencia Política de la UBA, coordinador académico de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral y director de “AUNO abogados”, una especie de consultora y multimedio especializada en “marketing jurídico”. En lugar de contratarlo como un privado, como había denunciado Lorenzetti, lo incorporan al equipo supremo como director.

Con los días se notarán los cambios. Las aguas parecen calmas pero la tensión interna subsiste. Se vienen temas otras disputas: la administración (el dinero) de la Corte y el Poder Judicial –y una revisión de la gestión que termina– y la estructura de investigación y escuchas (la Ojota judicial), además de fallos pendientes.