PáginaI12 En Colombia

Desde Bogotá     

Un sujeto que ha hecho de la jungla su vivienda y del rifle su alimento tiene que aprender a vivir en un follaje desconocido y lidiar con otro tipo de fieras. Esa es la premisa de Distrito Salvaje, la primera serie de Netflix producida íntegramente en Colombia y que se estrenará el próximo viernes. En sus diez episodios se presenta la historia de Jhon Jeiver (Juan Pablo Raba), un guerrillero legendario que tras la firma del Tratado de Paz busca reinsertarse en la sociedad. Podría suceder en otras ciudades de la región por sus tópicos         –corrupción, violencia urbana, injusticia social– aunque encuentra su localización y sentido final en una ciudad rodeada por tanto cemento como por cerros de un verde infinito. “El hecho de que el escenario sea una urbe cosmopolita convierte a Bogotá en un personaje clave, juega un papel fundamental en el intento que hace este personaje por tener una vida normal. Y se le hace complicado. A fin de cuentas, ¿qué es más peligroso? ¿La selva o la selva de concreto? Es una vorágine urbana que insensibiliza”, se pregunta su protagonista, Juan Pablo Rab,a entrevistado por PáginaI12.   

J. J. era el brazo más eficiente de un grupo armado ilegal, acostumbrado a moverse como un fantasma, a que le inyectasen sustancias para volver su piel más verdosa, a actuar sin dejar huellas y ahora se lo disputan varias instituciones para ponerlo a su servicio. “Encontré a un perro de guerra”, se relame uno de estos funcionarios. Hay una fiscal de las duras (Cristina Umaña) que quiere acabar con un criminal ligado al poder (Christian Tappan). Una detective (Camila Sodi) a la que J. J. debe responder y una enfermera (Paula Castaño) que le planteará algo parecido a la redención. Un punto bien resuelto de Distrito Salvaje es la incorporación a la narrativa de cuestiones relativas al conflicto social. 

La producción se siente cómoda en un género como el del thriller político y no tiene tapujos en recostarse sobre la acción. Cristian Conti, su creador, ha manifestado que su inspiración fueron las ficciones sobre infiltrados que luchan contra la dualidad de la personalidad. También apuntó que la serie no es sobre el conflicto armado sino que el mismo opera como red de contención. “Utilizamos el marco. Hablamos del proceso de Paz pero no es sobre un grupo armado en particular. No pretender ser un documental. Hay acción, tiros, persecuciones y peleas al estilo Jason Bourne. También algo de romance. Son componentes que la vuelven una serie de televisión moderna”, dice el bogotano. 

El protagonista, por otro lado, no hace mucho encarnó al primo de Pablo Escobar en Narcos. Para los que hayan visto aquella producción reconocerán a varios de los intérpretes, la puesta en escena maciza y el timing urgente. ¿Estamos frente a un díptico audiovisual sobre la historia más reciente y dramática de Colombia? “¿Son realidades muy diferentes. Pero las dos están basadas en los contextos de una complejidad que tenemos en este país y que es profunda. No sabemos cómo será recibida pero sé que la hicimos con mucho respeto porque hay mucho dolor detrás de estas historias”, asegura el actor que también ofició de productor en este proyecto.   

–¿Cómo se preparó para dar con este guerrillero?

–Fue complejo. Me dio algo de miedo y me sigue dando. Porque es muy diferente a mi realidad. Tuve que empezar completamente de cero. Hice la tarea. Ver muchos documentales, leer libros, hacer entrevistas con reinsertados, tratar de dar la ideología. Buscar la voz también fue fundamental. Pero lo más importante fue no juzgar. No dejar que mi propia posición sobre este conflicto dejara mi sesgo. 

–¿Hay alguna frase, gesto o característica de su vestimenta que para usted defina a este personaje?

–Jugué todo el tiempo a tratar de ser invisible. Tratar de no tocar cosas. De caminar de manera imperceptible. Y cuando actúas, interactúas. Aquí busqué otra cosa.  

–Todos los involucrados señalan que una de las particularidades de la serie es que sucede en una ciudad que no es ni Cali ni Medellín. ¿Qué clase de Bogotá es la que se ve en Distrito Salvaje? 

–Bogotá es asfixiante y es bonita. Es cosmopolita y lo rural está ahí nomás. Queríamos mostrar esos contrastes. Sobre todo el nivel de ruido y aturdimiento que puede sentir alguien que es ajeno a esta realidad. Este tipo es como un extraterrestre que se enfrenta a un nuevo mundo. Ya quitando de lado todo lo que tiene que ver con su ideología. Cómo subirse a un bus, los ruidos y la velocidad de la ciudad, son monstruos de un nuevo tipo para él. Y ahí apareció Jhon Jeiver.