Tras acusar a los movimientos sociales de ser parte del narcotráfico en los barrios, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, tuvo una marcha de repudio frente a su oficina. La CTEP, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa se movilizaron al edificio ubicado en el barrio de Palermo, donde los esperaba un vallado que no los dejó acercar hasta la puerta. Los dirigentes sociales denunciaron la ministra está "envalentonada después del triunfo de Jair Bolsonaro y quiere levantar su perfil con un discurso xenófobo y racista. "Es una contradicción, además, admitir que el narcotráfico está avanzando en los barrios, mientras el gobierno que integra reduce el presupuesto destinado a las políticas públicas de prevención y tratamiento", advierten. 

Las organizaciones vienen de hacer una presentación contra Bullrich en el Inadi debido a que la ministra dijo a los medios que ellas y el kirchnerismo habían permitido el avance del narcotráfico porque lo veían como una especie de trabajo. A la semana siguiente volvió a apuntarles al concurrir al Congreso para dar informes. Esta vez señaló, sin dar precisiones, que las organizaciones intentaron frenar operativos en lugares donde se vendía droga.

La ministra siempre jugó a polarizar con los movimientos sociales, pero con un enfoque bien distinto. Los acusaba de "violentos", de tomar a "la gente" de rehén, o los emparentaba con la figura de un terrorismo a reprimir si marchaban con palos y capuchas. Este giro para  identificarlos con el narcotráfico da a su tradicional estrategia de polarización tal vez no un tinte nuevo, sino ominoso. Especialmente si se considera que como organizaciones territoriales los movimientos tienen en los barrios una disputa no deseada, pero que debieron asumir, con los narcos y un trabajo con casas de contención comunitarias y quintas para la recuperación de los jóvenes con consumos problemáticos. El 90 por ciento de los que llegan a estos espacios, gestionados por las organizaciones en el marco de programas del Sedronar, son consumidores de paco, o de mezclas de alcohol con pastillas.  

Bullrich no recibió a la delegación que pidió una reunión con ella para solicitarle una rectificación. Los dirigentes fueron atendidos, sí, por tres funcionarios que escucharon el reclamo.

"Lo que hizo Bullrich es muy peligroso. En la clase media, en los sectores altos ya fue instalada la imagen de que somos vagos, que no queremos laburar o que vivimos del estado, pero nunca nos habían vinculado con el narcotráfico. Lo que está diciendo no sólo es una barbaridad sino que es muy perjudicial. ¿Cómo puede decir esto la ministra cuando estamos organizando las CAACs (Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario)  para resolver el problema vinculado al tema de las adicciones? Venimos pidiéndole al Estado que declare la Emergencia en Adicciones, tenemos otros cuatro proyectos de ley que esperan ser sancionados porque en los barrios hay que dar una solución integral, que incluya al trabajo y en el conurbano el acceso a tierras. No se puede pensar en combatir el narcotráfico sin abrir la posibilidad de una vida digna a los que hoy viven hacinados", dijo a la salida de la reunión Esteba "Gringo" Castro, de Ctep.

Daniel Menéndez, de Barrios de Pie, apuntó  que Bullrich sigue la receta Bolsonaro. "Bullrich quiere subirse a una ola de pensamiento de ese arco ideológico y político. Quiere emular ese proceso que le dio rédito electoral a Bolsonaro, de hablarle a un electorado que estigmatiza a los pobres. Lo que es lamentable es que Cambiemos es una coalición que tiene algún grado de heterogeneidad, y está optando por darle viento a esos personajes con ese discurso, con una búsqueda de consolidar su espacio político en ese sentido".