El 30 de marzo, antes del comienzo del juicio en el que esperaba que confesara muchas cosas, entre otras, qué pasó con mi hermano Oscar Medina, desaparecido desde el 20 de octubre de 1976, murió Eugenio Zitelli. Fue una fea jugada del destino.

Después de tanto tiempo esperando que empezara el juicio, tantas veces suspendido, quien fuera capellán de la policía se muere sin declarar por los delitos aberrantes que cometió durante la dictadura genocida de la que fue parte. No pagará sus crímenes, tuvo todas las garantías que da la impunidad.

En ese momento comprendí que la respuesta que creía era posible no iba a llegar.

Pero no descansarás en paz, cura Zitelli, quizás tus cómplices rompan el pacto de silencio y digan adonde están nuestros seres queridos desaparecidos.

Se cumplen 42 años de la desaparición de mi querido hermanito Oscar y no lo encontré, lo seguiré buscando, voy pegar afiches con su imagen en los lugares que él transitó.

Seguiremos buscando, seguiremos luchando por memoria, verdad y justicia. ¡Ni Olvido Ni Perdón! ¡30 mil compañeros desaparecidos presentes!