El hombre de la bolsa está de regreso y el episodio que aporta David Gordon Green a la franquicia slasher lanzada por John Carpenter hace 40 años es una actualización creíble de la vieja serie. En ello tiene mucho que ver la presencia de Jamie Lee Curtis intepretando nuevamente a Laurie Strode: en el original era una adolescente, ahora es una abuela vigilante nocturna. También retorna el villano Michael Myers (bautizado así por el distribuidor inglés que se encargó de los primeros films de Carpenter), tan taciturno y homicida como la primera vez que apareció en pantalla.

Haddonfield, Illinois, tampoco cambió demasiado. Las familias siguen poniendo afuera sus calabazas y los adolescentes siguen buscando escarceos románticos. De hecho, uno de los más refrescantes elementos de la película es su familiaridad. Los personajes hoy pueden tener smartphones, pero no les resulta de mucha ayuda cuando Michael los ataca con sus cuchillos.

Dado que el notable actor Donald Pleasence, que supo encarnar al psiquiatra casi-tan-loco-como-su-paciente Dr. Loomis, falleció en 1995, los realizadores encontraron un reemplazo igualmente excéntrico en Haluk Bilginer. El actor interpreta al Dr. Ranbir Sartain, quien estudió a Myers (su “obsesión de una vida”) por años y revela que el asesino fue visitado por más de cincuenta psiquiatras en prisión. La conclusión de los expertos es la misma que cuatro décadas antes: Myers es el mal en su estado más puro. Green encuentra un balance entre la nostalgia irónica y el terror sin freno, en un film con momentos francamente desagradables. El director encuentra un placer sádico en mostrar a Myers arrastrando a sus víctimas de los pies o empalándolos como si fueran el trofeo de una expedición de caza.

La película empieza con un impactante preludio alla El silencio de los inocentes en el que dos periodistas que están registrando un podcast aparecen para “entrevistar” a Myers, encadenado en una sala de juzgado junto a otros prisioneros. El Dr. Sartain les advierte que no se acerquen demasiado: pueden mantenerse en el borde pero de ninguna manera cruzar la línea del espacio personal del demente. Green ofrece solo una visión del asesino de espaldas; se ve que su cuerpo se flexiona cuando ve que los periodistas traen consigo su amada máscara. Por supuesto, Myers escapará a tiempo para Halloween, e irá en busca de Laurie Strode.

Laurie, por su parte, está traumatizada por los recuerdos del asesino. Ha tratado de criar a su hija Karen entrenándola para luchar si Myers reaparece (y por supuesto lo hará). Karen piensa que su madre enloqueció y trata de proyectar sus neurosis al resto de la familia. Trata de mantener a Laurie alejada de su hija Allyson, una adolescente rebelde que tiene sus propias líneas de comunicación con su abuela. Al tiempo que el asesino vuelve a estar a sus anchas, el film dibuja las complicaciones en la vida amorosa de Allyson e introduce a su mejor amiga, Vicky (Virgina Gardner), otra adolescente irreverente con un acercamiento novedoso al cuidado de niños. Green, conocido por dramas realistas como George Washington y Joe, consigue performances convincentes de su elenco principal, que nunca parece estar allí como mero material para la carnicería de Myers.

La primera mitad de Halloween es mucho más sólida que la segunda. En el principio, Gordon se concentra en la caracterización de personajes y la puesta en escena. Cuando se desencadenan los asesinatos, se vuelve repetitiva y a veces sobreexcitada. Myers se esconde en más armarios o espera entre las sombras a alguna víctima fresca que cortar en pedazos. Uno de sus trucos distintivos es la absoluta inescrutabilidad: los psiquiatras no han sido capaces de establecer por qué, siendo un niño, asesinó a su hermana (escena presentada en un voyeurístico flashback). Tampoco saben por qué nunca habla. Por más que el Dr. Sartain y otros intentaron duramente encontrarla, no hay explicación; es una de las glorias de Halloween, y una de sus más duraderas frustraciones. A Myers simplemente le gusta usar su máscara y matar gente. Tampoco resulta claro por qué es tan difícil de matar. ¿Es sobrehumano o simplemente entrena mucho? Sigue siendo el mal en su estado más abstracto.

La película entrega todos los placeres que el fan espera. Hay varios momentos de frío en el espinazo, de “ahora lo ves-ahora no”. No se sabe si Myers está detrás de una puerta o escondido entre los maniquíes que Laura utiliza para practicar puntería. También hay momentos pesadillescos en los que las víctimas parecen demasiado paralizadas por el terror como para alejarse de él. Estarán usando medias en pisos resbaladizos de madera o no trancarán puertas y ventanas como deberían. Es un error esperar que esta nueva versión explique el enigma de Myers o trate de meterse bajo la piel de los personajes aterrorizados por él. Después de todo, es una película exploitation. Su objetivo es sobresaltar y asustar al público. Y es un objetivo que alcanza tan efectivamente como el original de John Carpenter que propicia un homenaje tan afectuoso.

Geoffrey Macnab: De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.