Desde Roma

Mientras continúa la pelea entre la Unión Europea (UE) y el gobierno del M5S (Movimiento 5 Estrellas) y la Liga por el rechazado presupuesto italiano 2019, la península no pierde tiempo y trata de ganar aliados por otro lado, estrechando sus relaciones comerciales y políticas con Rusia donde estuvo esta semana en visita oficial el primer ministro Giuseppe Conte.

La batalla con la UE, que rechazó el presupuesto presentado por Italia a causa de varios indicadores económicos considerados demasiado arriesgados para Italia y para Europa, se extenderá todavía durante tres semanas en las cuales el gobierno italiano deberá presentar una nueva propuesta. “Escucharemos a todos”, dijo Matteo Salvini, actual ministro del Interior y líder del partido ultraderechista La Liga. Pero nadie les hará cambiar las ideas fundamentales, “ni siquiera si llega el Niño Jesús”, agregó. “Italia está en buena salud, los fundamentos de su economía son sólidos”, comentó por su parte Conte. Nuestro presupuesto “no es una maniobra temeraria”, confirmó el ministro de Economía, Giovanni Tria.

Conte ya había defendido fervientemente el presupuesto presentado a la UE (antes de que ésta lo rechazara el martes pasado) en ocasión de su primer encuentro con los periodistas de la prensa extranjera en Roma esta semana.  En esa ocasión también defendió a su criticado y discriminador ministro del Interior y viceprimer ministro Salvini, de quien dijo que “no es racista ni xenófono como se dice”. Si dio su apoyo al candidato derechista brasileño Jair Bolsonaro, como sucedió, lo hizo a nivel personal. “Italia no apoya a ningún candidato brasileño en particular”, subrayó Conte en la rueda de prensa.

“En todos mis encuentros con Salvini, jamás encontré señales de xenofobia ni de racismo –dijo Conte además sobre la conocida actitud anti-inmigrantes de Salvini–. La verdad es que hay un cambio de política sobre las migraciones, que no anula el derecho de asilo o de protección.”  Pero más adelante reconoció que ciertas frases agresivas anti-inmigrantes lanzadas por Salvini, “pueden ser muy vehementes”. Subrayó de todas maneras que su gobierno “tiene una política en línea con las normas europeas y con todos los acuerdos internacionales”. 

En cuanto al presupuesto, la Comisión de Asuntos Económicos de la Unión Europea ha cuestionado varios aspectos de la propuesta de presupuesto 2019, en especial el aumento previsto de la relación déficit-PIB al 2,4%. “Nos hemos puesto como cifra máxima de déficit el 2,4% pero eso no significa que lleguemos a ella”, dijo Conte en el encuentro con la prensa.

Según el gobierno italiano la decisión del 2,4% junto a otras medidas como una asignación o rédito de ciudadanía que se asignaría a desocupados, podrán estimular el crecimiento de la economía, prevista para este año a un 1,2%. “Creceremos de modo muy consistente. Tengo mucha confianza en nuestro programa”, dijo Conte. Autoridades de la Unión Europea, como Pierre Moscovici, comisario europeo para asuntos económicos, no la piensan de la misma manera. “El riesgo está no solo en que no se estimule el crecimiento porque en el proyecto italiano hay pocos estímulos para las inversiones, sino que la economía se hunda todavía más”, declaró Moscovici. 

Otras razones referidas al déficit también preocupan a la Unión Europea. Según las normas europeas en este ámbito, está permitido hasta un 3% de déficit en relación al PIB, porque es muy importante mantener un equilibrio entre el Producto Bruto Interno y el déficit del estado. La relación déficit-PIB, es decir entre la diferencia anual entre entradas y gastos del estado y la riqueza producida por el país, es un indicador muy importante de la marcha de la economía en general y también un punto de referencia para los inversionistas extranjeros.

Muchos se preguntan por qué Europa cuestiona el 2,4% italiano cuando está permitido el 3% como máximo de déficit. La explicación está en la deuda pública italiana que es una de las mayores de Europa, y que supera el 130% del PIB. Es decir gira en torno a 2.300 billones de euros. Francia, por ejemplo, piensa llegar el próximo año al 2,8% en la relación déficit-PIB pero su deuda pública no supera el 100% del PIB.

Todos esto indicadores son importantes no sólo por las consecuencias que podrían tener sobre los italianos en general sino para las agencias de rating y los inversionistas extranjeros. De no concretarse el crecimiento, las agencias de rating podrían indicar a Italia como una economía riesgosa lo que podría a su vez significar la huida de capitales o la no llegada de inversiones.

Otro indicador a tener en cuenta es el llamado Spread, es decir la diferencia entre los Bonos del estado italiano a 10 años y los mismos bonos de Alemania considerados un punto de referencia para toda Europa. Si esta diferencia es muy alta, no habla muy bien de la economía italiana. Y esta diferencia se colocó ayer en un nivel considerado crítico: 311 puntos. 

En su encuentro con la prensa extranjera, Conte tocó también otros dos puntos fundamentales para Italia: sus relaciones con Rusia y el encuentro sobre migrantes y Libia que se hará en Palermo, la capital de Sicilia, en noviembre.

“Rusia juega un rol muy importante en todas las crisis internacionales y por eso es deseable un diálogo con su gobierno”, dijo, explicando que sería deseable también llegar a la reunión del G8 (los países más desarrollados del mundo del que Rusia fue excluido por la crisis en Crimea) “con Rusia sentada en la misma mesa”. Luego de su visita a Rusia esta semana –durante la cual se firmaron varios acuerdos comerciales entre los dos países–,  y de su encuentro con el presidente Vladimir Putin, la prensa difundió como noticia una cierta apertura de Putin a la compra de Bonos italianos, lo que para Italia sería muy positivo. Las relaciones entre los dos países han sido buenas en general desde la caída del muro de Berlín y hasta 2013, el volumen de negocios de los dos países era más del doble del actual.

El encuentro en Palermo sobre Libia –el 12 y 13 de noviembre– “no pretende resolver los problemas de aquel país pero será una oportunidad para que se encuentren y discutan los distintos grupos libios” , indicó Conte. En Libia, en efecto, hay dos gobiernos –sólo el de Tripoli reconocido por la ONU– y decenas de tribus y etnias que complican la estabilidad del país.

Libia es el principal lugar del que parten hacia Italia las barcazas con migrantes generalmente de países subsaharianos, dado que las costas más cercanas de ambos países están a poco más de 100 km de distancia. Cerca de los puertos libios se han desarrollado una suerte de campos de concentración o cárceles manejados por traficantes de seres humanos, a veces con la complicidad de fuerzas militares libias, en las que los migrantes son alojados por meses, sometidos a todo tipo de torturas, a trabajos forzados o a prostitución o vendidos como esclavos, hasta que consiguen pagar los miles de dólares que les exigen para el viaje a Europa. Italia ha colaborado y ayudado financieramente a la Guardia Costera de Trípoli para que bloquee las barcazas y se haga cargo de los migrantes, devolviéndolos a territorio libio. Medida que las organizaciones de derechos humanos consideran “un crimen” conociendo la situación en el país africano.