El mandato bajó con fuerza de ley de las tribunas del Monumental. “En la Copa tenemos que ganar”, cantó la gente de River. Y en ese ambiente, en tránsito desde la decepción por la derrota copera con Gremio hasta la esperanza por la revancha del martes en Porto Alegre, se jugó ayer ante Aldosivi. La victoria por 1-0 sirvió para cambiar el aire luego de las dos caídas en continuado, ante Colón y los brasileños. Y para llegar mejor pisado al partido decisivo de pasado mañana. Pero ninguno de los que integraron el equipo alternativo que armó Marcelo Gallardo jugó como para llenarlo de preguntas al técnico. O para ganarse un lugar en la formación que buscará la clasificación para la final de la Copa Libertadores.

Es más: el único gol de la tarde soleada lo hizo el juvenil Cristian Ferreira quien, a la media hora exacta del primer tiempo, había reemplazado al uruguayo De la Cruz. Y que a los 10 minutos del segundo tiempo, recibió de Enzo Pérez, eludió la oposición de Fernando Godoy y alojó un derechazo espléndido al lado del palo izquierdo del arco de Luciano Pocrnjic. Después, ninguno de los otros diez jugadores hizo olvidar a los diez titulares quienes sentados en la platea, deben haber sentido la certeza inequívoca de que ya nada ni nadie podrá bajarlos del partido con Gremio.

River llegó más en la primera etapa. Y mucho menos en la segunda. Ni siquiera aprovechó a fondo que los marplatenses jugaron con un hombre de menos casi todo el complemento por la expulsión de Leonel Galeano. Es más: luego de que Lucas Martínez Quarta también viera la tarjeta roja por una fuerte entrada sobre Federico Gino, el equipo de Gallardo se dedicó a hacer correr la pelota, más interesado en controlar el juego que en estirar la ventaja. Si 11 contra 11, las distancias tuvieron que ver más con el ritmo y la agilidad que con el volumen de juego, diez contra diez, el desarrollo se igualó hacia abajo y las diferencias resultaron mínimas, casi imperceptibles.

Pocos en River asomaron la cabeza por encima de la medianía generalizada. Tal vez las subidas por los costados de los laterales Moreira y Mayada, hayan sido de lo poco destacable. Pero por ejemplo, Enzo Pérez, “Nacho” Fernández y Lucas Pratto parecieron no haber aprovechado la chance de pelear la titularidad y hacerlo dudar a Gallardo, cuyos gestos de desagrado fueron acaso, el mejor comentario de lo que fue, en largos lapsos, el partido que jugó River.

A Aldosivi le faltó determinación y le sobró tibieza para ir a más. Empezó y terminó atacando con tres. Pero se excedió en el toqueteo corto e intrascendente. Y recién se acordó de empujar en los diez últimos minutos, después de que Telechea entrara por Godoy para potenciar un ataque famélico. Por eso, a River le alcanzó con poco y para vivir una tarde sin sobresaltos.

Y por eso también, el público que acompañó bien en las populares pero no tanto en las plateas, celebró la victoria sólo lo indispensable y  vivió más pendiente de lo que podría llegar a pasar en Porto Alegre que de lo que pasaba sobre el verde césped del Monumental. Que no fue mucho. En realidad, el partido resultó un simple pretexto para juntarse y sanar la herida copera de la semana. Lo que verdaderamente importa, lo que marcará el futuro de River, sucederá dentro de 48 horas. Y allí estuvo siempre colocada la mente millonaria.