Aunque afirma que “las minorías tendrán que adaptarse a la mayoría, que somos nosotros”, el proyecto social de Jair Bolsonaro es de fortísima exclusión. Se basa en que, como ya lo expresó siendo diputado en el Congreso, “el pobre sólo sirve para llevar en una mano el documento para votar y en la otra el diploma de burro”. Para consolidar su modelo social ya comenzó a delinear la que sería su política externa, que comienza con tejer lazos con gobiernos semejantes de la región. Por lo tanto, Bolsonaro quiere a la Argentina.

Como también se informa en las páginas 22 a 25 de esta edición, Bolsonaro amenaza y ataca a los grupos más débiles de la sociedad brasileña: pobres, mujeres, homosexuales, indios, marginales. Apologista de las armas y la violencia igual que su hijo, que muestra fotos de su arsenal, no apunta a enfrentarse en forma heroica contra alguien de su tamaño, y mucho menos con alguien más fuerte que él. Sin capacidad de articular una propuesta para la sociedad, huye del debate, escudándose en razones de salud por causa del atentado que sufrió –hasta que sus médicos tuvieron que salir a desmentirlo–, y apela a las emociones más simples e inmediatas sobre una población que aún sufre la pobreza, el analfabetismo y es altamente influenciada por los movimientos evangélicos.  

Es notoria la importancia de Brasil en Sudamérica: representa la mitad de la población, la mitad del PBI y del territorio, razón por la que lo que haga el presidente de Brasil influirá en el resto. Además, podría dar pie a nuevas alianzas con gobiernos que tuvieran posiciones ideológicas parecidas, según explica Anthony Pereira, profesor del Instituto Brasil del King´s College de Londres. Y señala que la experiencia brasileña podría servir de modelo para el conservadurismo social y moral, la oposición al aborto, a la inmigración o a la legalización de drogas junto con la carta blanca a la policía y las fuerzas de seguridad. 

Para hacer más “digeribles” estos cambios, el uso de ciertas etiquetas limita con los eufemismos. Para el canciller argentino, Jorge Faurie, Bolsonaro es un candidato de “centroderecha”. Lo curioso es que el mismo Canciller sostiene que Bolsonaro busca una vinculación estrecha con los países de nuestra región como la Argentina, Paraguay y Chile. No le sorprendió que excluyera a Uruguay, que es socio pleno del Mercosur. Tampoco le mereció ningún comentario el saludo que Bolsonaro enviara al Presidente argentino: “Un abrazo a Macri, que terminó con la Dilma Kirchner”. 

A pesar de respaldar al gobierno militar brasileño y al torturador Carlos Alberto Brilhante Ustra, Bolsonaro afirma que los futuros socios privilegiados para Brasil serán países “libres de dictaduras”. Así, los contactos internacionales de Bolsonaro han sido con los presidentes Macri y con Abdo Benítez y con senadores de la Unión Demócrata Independiente de Chile que le hicieron llegar la invitación del presidente Sebastián Piñera. Un destacado político chileno, pinochetista, José Antonio Kast, diputado y actual presidente del partido Acción Republicana, calificó a Bolsonaro como “sensato”. En la página del partido tildan de “ultraderechista” a Bolsonaro mientras dicen que le lleva varios regalos, como el libro “El Ladrillo”, que resume las políticas impulsadas por los Chicago Boys. Sobre su encuentro, Kast dijo: “A mí no me importa quién conduce el tren, lo que importa es que la derecha se quite los complejos y empiece a hablar con la verdad”.

Kast llega tarde, porque no será el primero en señalarle a Bolsonaro cuál es la política de los Chicago Boys. Su principal asesor económico, Paulo Guedes, fue profesor universitario en Chile durante la dictadura, luego de haberse formado en la Universidad de Chicago. Auténtico “Chicago boy”, fue parte de esos jóvenes formados en un pensamiento marcadamente liberal que iban hacia el Cono Sur a promover privatizaciones. Como entonces, Guedes propone un sistema de jubilaciones de capitalización privado, como en Chile y como hubo en la Argentina entre 1994 y 2008. En Chile, que mantiene el espíritu y la base de su Constitución de 1980, son notorios los reclamos por educación y salud gratuitos y por el sistema de pensiones privadas, que hace que mucha gente deba seguir trabajando incluso después de haber alcanzado la edad jubilatoria. Piñera dijo sentir “legítimo orgullo” porque Bolsonaro aseguró que pensaba seguir el modelo chileno.

El mismo Piñera, quien dijo que “tenemos coincidencias importantes como integración económica y modernización de la economía”, sería uno de los invitados a la “Cumbre liberal-conservadora” que pretende organizar Bolsonaro. El objetivo sería reunir a líderes de grupos de derecha de América latina para debatir tácticas políticas para las derechas de nuestros países. Se esperan invitados de Chile, Colombia, Paraguay, los Estados Unidos y también opositores de Venezuela y de Cuba. Usando la figura de las tormentas que se suelen usar en la Argentina, sería un fuerte cambio en la intensidad de los vientos que vienen soplando sobre la región.