“Bondi” es la palabra lunfarda que denomina a los transportes públicos urbanos. Pero para el diseño argentino, Bondi es también un colectivo, más precisamente una dupla, formada por Iván López Prystajko y Eugenio Gómez Llambí. El dúo, conocido por su abordaje original y sostenido en el tiempo, acaba de inaugurar una muestra en el Museo de Arte Decorativo, donde continuará hasta el próximo 12 de diciembre. López Prystajko y Gómez Llambí, diseñadores industriales egresados de la Universidad de Buenos Aires (FADU-UBA), se caracterizan –en el 2008– por satirizar o reflexionar a través de objetos de uso cotidiano. 

Sus productos de consumo siempre funcionan como soporte expresivo. Así nació, por ejemplo, Mr Banquito, su primer producto: un banco de 45 kilos que, “aburrido de su vida aristocrática, se convirtió en piedra para poder soportar las inclemencias del tiempo, vivir afuera, dormir bajo las estrellas y estar conectado con la vida”. Siguiendo con la exploración de su material fetiche, el cemento, esta vez mediante bolsas de residuos, botellas de pet y guantes de latex, produjeron las Macetotas (“es la maceta de cuatro patas de la abuela, hecha con lo que la abuela desecha”) y los Enanos (“son parte de una extensa familia, miembros de un antiguo linaje de protectores. Su cabeza la perdió el primero de ellos al despojarse de su narcisismo”). Y, con ellos, en un mismo acto, dan dos cachetazos. El sillón de cemento se ríe de sus parientes, los mullidos y abotonados aristocráticos.  

Con el tiempo, la lista de productos/sátira/ reflexión siguió abultando su producción y en algunos casos, como sucedió con la serie Capitoné Urbano, poblando la ciudad de Buenos Aires –en la muestra, pueblan los jardines del museo–. Para la exposición ampliaron la paleta de color, desde amarillos pálidos a rosados y sumaron mesas y almohadones que producen en mismo efecto de apariencia mullida. A ellos, además, les sumaron los Capa, bancos experimentales de cemento liso, pintado con 8 capas sucesivas de colores engamados, ideados para La Boca. A medida que los bancos se usan, se van gastando las sucesivas capas de pintura y aparecen dibujos orgánicos como fractales que surgen de los gestos de los usuarios. Según cuentan los diseñadores, esta línea de bancos públicos busca, por un lado, revelar hábitos y modos de uso de los usuarios, y por otro, transformar posibles actos de vandalismo en intervenciones positivas. Algo así como tipografías de desgaste, posibles mapas de uso.

Ya dentro de las salas, da el presente el oso de hormigón Cementoso. También están los Bancos Chori, un sistema modular de bancos urbanos que se combinan entre sí, de hormigón armado y hierro y las cubeteras Hielos Argentinos, con la forma de las islas e inyectadas en caucho siliconado y lanzadas en conmemoración por los 30 años de la Guerra de Malvinas. 

Mención aparte merecen las Parrichango, con la oportunidad del ‘Hagalo usted mismo’ desde su página web. “Chapa de acero cortada en láser, autoplegable, que convierte un chango de supermercado en una parrilla, el parrichango hace del consumismo una herramienta de autogestión: con su mismo changuito, déle mecha a esa carne”, invitan. 

La exposición también incluye la Silla Plaka, diseño realizado en homenaje a Ricardo Blanco y los Mates Milagrosos, una línea de mates de calabaza intervenidos morfológicamente desde el inicio del crecimiento del fruto. “De esta manera, se le agrega valor al producto en origen, fomentando las economías regionales. El trabajo se realizó en la huerta experimental orgánica de la Facultad de Agronomía (UBA) entre noviembre de 2017 y abril de 2018, con el asesoramiento del agrónomo Cristóbal Rodríguez”, agregan.