Cuando apenas se supo del proyecto de Mayans M. C. se lo describió como un spinoff de Sons of Anarchy sazonado con chile. Como en aquella, aquí hay un grupo que rinde culto a la vida motoquera donde abundan las ligazones con el crimen organizado, las traiciones familiares y las panorámicas ruteras. Si bien ambas habitan en el mismo universo, en esta ocasión, las choperas despiden sonido, color, tópicos y ritmo chicano. Se estrenará el próximo viernes a las 23.45 por Fox Premium Series y desde ese día estará dispuesta íntegra toda la primera temporada en la plataforma de la señal. Por otra parte, ya fue confirmada para un segundo año. 

En la chaqueta de los originales había un parche con el lema “los hijos de la violencia”. Estos otros se definen como “los asesinos de Dios”. Fueron aliados, también rivales. Las dos manadas mecánicas conocen de memoria las rutas de California pero los protagonistas de esta nueva entrega tienen su sede en la ficticia ciudad de Santo Padre, al borde de la frontera con México. La primera imagen es bastante elocuente en los simbolismos y el camino a recorrer. Se ve una pared de hierro en el límite entre ambos países con la inscripción “divididos caeremos” y un perro harapiento rapiñando un cuervo muerto sobre el asfalto. La mente creativa detrás de ambas series, Kurt Sutter, explicó que quería expandir la identidad de SOA, y a su vez, trabajar la temática de lo fronterizo, el ida y vuelta cultural, entre estas dos naciones de Norteamérica. Cronológicamente, la trama se inicia a dos años del final de la serie madre y con una situación en ese entorno mucho más agitada. “Es un club imaginario en una ciudad imaginaria, pero está en un país real en una frontera real que trata con el clima actual del mundo”, planteó Sutter. 

El foco está puesto en Ezekiel “EZ” Reyes (J. D. Pardo). Un renegado que tras su paso por la cárcel tendrá la chance de hacerse un lugar en el club de motoqueros gracias a su hermano, Angel (Clayton Cardenas). Edward James Olmos, por su lado, encarna por enésima vez al padre latino conspicuo, duro y recto. La vida al margen de la ley, y sobre dos ruedas, lo llevará a lidiar con el tráfico de drogas, la venta de armas y prostitución. En este viaje no faltan la DEA y un grupo de resistencia armada comandado por Luisa Espina (Carla Baratta). Esta mujer, que utiliza el seudónimo de Adelita como homenaje a las revolucionarias mexicanas, está al frente de Los Olvidados. Una tropa que busca atacar donde más le duele al narcotráfico. “Es una mujer ruda y que no se apoya en los hombres para tomar sus  decisiones. Creo que las mujeres en este programa tienen la particularidad de conducir la historia. Este es un biker show, claro, pero si se fijan bien los personajes sigue las decisiones tomadas por las mujeres”, asegura la actriz encargada del papel en charla con PáginaI12. Mayans M.C. sigue la fórmula donde todos los personajes juegan a varias bandas más allá de las declamaciones de lealtad. Sutter, por otro lado, aclaró que no es un show estrictamente político, así que el contexto sirve para sus propósitos narrativos. Por eso es que la división dentro del club, así como los conflictos entre los carteles y el pueblo, sirven de alimento a la serie tanto o más que las evocaciones con el mundo real. 

Según Baratta, SOA y Mayans M.C. funcionan de manera independiente aunque los fans de la primera van a encontrar “algunas continuidades superespeciales” y recalca el rol de su showrunner dando sus puntadas. “Es un tributo al original pero a la vez tiene un alma muy latina. Es otro punto de vista dentro del mismo universo de su creador. Es muy particular y fuerte, tiene sus toques de comedia y visualmente es maravillosa, creo que los personajes tienen tanta alma como los de Sons...”, opina la intérprete. Es cierto que Mayans M.C. le debe tanto a la serie de culto que acabó en 2014 tras siete temporadas como que se la puede vincular con otras constelaciones del firmamento pop: Breaking Bad, Blood In Blood Out (Taylor Hackford, 1993) y Robert Rodríguez, grandes padrinos del spanglish chingón a nivel audiovisual. Y por momentos Mayans M.C. toma atajos muy cómodos con su repetición de votos latinos previos. Tan innegable como que sus panorámicas polvorientas con música tex-mex y el coro de un grupo de choperas dejan con ganas de más. Son imágenes por las que Dennis Hopper habría entregado la Harley Davidson de Easy Rider con tal de poder rodarlas.