En un día gris, frío y con intermitente garúa, en medio de la tensión e incertidumbre en el por lo que hará,  el magnate republicano Donald Trump se convirtió en el 45º presidente de Estados Unidos. “Venimos a poner a Estados Unidos primero y a recuperar a Washington para la gente,” dijo el presidente en su discurso inaugural, en el que acusó a la clase política de haber usurpado el poder en beneficio propio (ver página 5).

En el escenario levantado para la ocasión se congregó la cúpula de los tres poderes del Estado, así como la nueva primera dama, Melania, la familia y allegados de Trump y el vicepresidente, Mike Pence para una ceremonia plagada de ritual y tradición que no despertó mucho  interés entre el público. La cifra de asistentes a la jura, unos 250.000, contrastó con las dos asunciones presidenciales anteriores, cuando el presidente Barack Obama reunió a 900.000 personas, en 2009, y a 1.2 millones en 2013.

Pero la jura no pasó inadvertida para los críticos del millonario en Estados Unidos y el resto del mundo. En momentos en que Trump se encontraba almorzando en el Capitolio, se produjeron escaramuzas entre grupos de protesto de diversas edades y la policía antidisturbios, que usó gases lacrimógenos para intentar dispersar a los manifestantes. Las protestas se repitieron y multiplicaron en distintos puntos del planeta. (ver página 4).

En medio de crecientes disputas con potencias extranjeras como Rusia y China potenciadas por frases provocadoras del nuevo presidente y sus principales colaboradores, Trump amaneció ayer en Blair House, una mansión ubicada muy cerca de la Casa Blanca y destinada a hospedar a jefes de Estado en sus visitas oficiales a Washington.

Fue su primer paso en su mudanza a la capital, ya que hasta entonces había continuado viviendo y recibiendo en su rascacielos de nueva york. El todavía presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, participó ayer, junto a familiares y miembros de su futuro gabinete, de un servicio religioso en la Iglesia Episcopal de Saint John situada en las inmediaciones de la Casa Blanca, previo al acto de toma de posesión.

Al salir de la iglesia, Trump, junto a su esposa, Melania, y el vicepresidente electo, Mike Pence, se dirigió a la Casa Blanca para tomar un té con la familia del presidente saliente, Barack Obama.

El ex presidente Obama dejó ayer el Salón Oval, símbolo del poder en Estados Unidos, como parte de la transferencia del mando a su sucesor. Obama fue visto ingresando al Salón Oval portando una carta que dejó sobre el famoso escritorio usado por los presidentes estadounidenses desde el siglo XIX. Es tradición que los mandatarios dejen a sus sucesores una nota personal en el famoso salón.

Obama y su esposa, Michelle, aguardaron al matrimonio Trump, que llegó en un vehículo blindado negro, en la entrada de la Casa Blanca. Los dos matrimonios dialogaron brevemente y posaron para las cámaras antes de entrar a la Casa Blanca. Se los vio a todos sonrientes, Trump con una corbata roja y Obama en tonos azules. Melania, quien entregó a los Obama un regalo, llevaba un vestido de dos piezas de Ralph Lauren en tono azul claro, con guantes y zapatos al tono y el cabello recogido. Michelle Obama, por su parte, escogió un vestido de manga corta en tonos granates y también tenía un peinado recogido.

Una caravana de autos blindados esperaba fuera de la Casa Blanca a los mandatarios saliente y entrante, Obama y Trump, quienes salieron precedidos de sus respectivas esposas, Michelle y Melania, y de los vicepresidentes saliente y entrante, Joe Biden y Mike Pence y se dirigieron al Capitolio para el acto de posesión.

Poco antes de que la caravana abandone la residencia oficial, la rival de Trump en las elecciones, Hillary Clinton, llegó al Congreso junto a su marido, el ex presidente Bill Clinton, para participar junto a otros ex mandatarios de la ceremonia de traspaso de mando, según imágenes televisadas por la cadena de noticias CNN. “Estoy aquí hoy para honrar a nuestra democracia y sus valores perdurables. Nunca dejaré de creer en nuestro país y su futuro”, escribió en Twitter la ex candidata del partido demócrata.

La ceremonia empezó con la presentación de los invitados ilustres, entre los que se contaban los expresidentes Jimmy Carter, George W. Bush y Bill Clinton, estos últimos junto a sus esposas Laura y Hillary, quien precisamente fue la rival de Trump en las elecciones del 8 de noviembre y salió derrotada por el magnate.

El juramento  tuvo lugar en las escalinatas del Congreso, frente a la inmensa explanada del National Mall, donde centenares de miles de simpatizantes del ganador de las elecciones de noviembre se congregan pese a una lluvia intermitente y el frío. Trump fue recibido por sus simpatizantes con vítores y aplausos al llegar desde la cara oeste del Capitolio.

De acuerdo con el protocolo, primero juró el vicepresidente Mike Pence ante el juez de la Corte Suprema Clarence Thomas y sobre la Biblia de la familia del expresidente Ronald Reagan.

Luego, Trump prestó juramento a su cargo ante el juez y magistrado jefe del Tribunal Supremo, John Roberts, sobre dos biblias: una que le regaló su madre en 1955, y la de Abraham Lincoln, que luchó por la abolición de la esclavitud, también utilizada por Obama hace cuatro años.

A falta de los artistas que se negaron a ser parte del evento, como los Beach Boys y Bruce Springsteen bandas militares amenizaron a los asistentes desde antes de empezar la ceremonia, mientras que la cantante de 16 años Jackie Evancho interpretó el himno nacional ante la concurrencia.

Luego de la ceremonia de asunción, el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dejó Washington junto a su mujer Michelle a bordo del helicóptero presidencial, que partió del este del Capitolio tras la asunción de Donald Trump. El helicoptero que transportaba al ex presidente Obama y a su esposa Michelle  hizo un rápido recorrido por el centro de Washington y sobrevoló la Casa Blanca, que durante ocho años fue el hogar de la pareja.

El flamante presidente, el vicepresidente Mike Pence y sus esposas despidieron a los Obama desde las escalinatas del Capitolio. El saliente mandatario se dirigió a la base Andrews de la fuerza aérea, donde habló ante un grupo de empleados antes de partir hacia California a descansar unos días junto a su familia.

A continuación el presidente y su esposa asistieron al almuerzo de investidura celebrado en el Capitolio. A los postres, Trump dijo que se sentía honrado por la por la presencia de Bill y Hillary Clinton en su ceremonia de asunción. Les pidió al ex presidente y a su rival en las elecciones del 8 de noviembre que se pusieran de pie. “No hay mucho más que pueda decir, porque respeto mucho a estas dos personas”, señaló.

Después del almuerzo Trump y su vicepresidente, Mike Pence, pasaron revista a las tropas ante las escalinatas del Congreso estadounidense y posteriormente abordaron la limusina blindada –apodada La Bestia– para el trayecto hasta la Casa Blanca, en un trayecto que es acompañaron por miles de personas desde las veredas.