En una Competencia Latinoamericana también disminuida en su cantidad de participantes se destacan el documental brasileño Bixa Travesty, de Claudia Priscilla y Kiko Goifman, que retrata a Linn da Quebrada, una potente artista trans cuyo activismo libertario es interesante conocer en tiempos de Bolsonaro. También el nuevo trabajo del Julio Hernández Cordón, Cómprame un revólver, extraña fábula infantil sobre una nena que esconde su condición de mujer con una máscara y su vínculo con un inusual grupo de amiguitos en un México fuera del tiempo. O las particulares representantes chilenas, La casa lobo, de Cristobal León y Joaquín Cociña, y Una vez la noche, de Antonio Rossi, dos relatos que apelan a un mash up de géneros, técnicas y materiales que van de la animación a las marionetas o de la historieta al stop motion, para contar dos historias poco convencionales de un modo aún más inusual. La sección se completa con Fausto, de Andrea Bussmann y Chubut, tierra de libertad, del documentalista Carlos Echeverría, que se presenta fuera de competencia.