Después de semanas en las que su rol en el Gobierno se fue desdibujando progresivamente, el secretario de Trabajo, Jorge Triaca, comenzó a hacer las valijas para dejar el cargo. En su entorno, ya no se molestan en desmentirlo. Si bien no hay una confirmación oficial de su partida y en el Gobierno solo contestan con evasivas, todo indica que Triaca dejará su cargo en diciembre. Quien llegue en su lugar seguramente deberá tener una mejor sintonía con el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica. Entre los que sonaban, están su segundo, Horacio Pitrau, y el abogado de la UOM Tomás Calvo.

Lo que no pudo el escándalo de la ex casera familiar de Triaca, estaría por lograrlo una combinación de factores internos: el primero es la disputa por las declaraciones juradas de los sindicalistas, donde Elisa Carrió le apunta a Triaca como principal responsable de que el requerimiento no avance. El segundo es un nuevo escándalo –de menor intensidad mediática que la contratación de Sandra Herrera en el SOMU– en otro gremio intervenido, en el que Triaca fue nuevamente denunciado penalmente, en este caso por el presunto desvío de fondos. El tercero es el desgaste propio de haber sido degradado a secretario de Trabajo y la poca sintonía con el ministro bajo el que quedó. 

En la última semana, el mitín entre la CGT y los empresarios mostró el nivel de desgaste de Triaca y de su relación con Sica, que lo relegó a un lugar casi decorativo. Todas las gestiones fueron encabezadas por el ministro, quien también se ocupó personalmente de asistir a los encuentros. Poco quedó de la época en que Triaca tenía a cargo el Ministerio de Trabajo y era el interlocutor que mantenía los vínculos con los Moyano por fuera de las peleas mediáticas.

En el entorno de Triaca se limitaron a responder con evasivas a las versiones de que dejará la secretaría en diciembre, después del G-20. “Seguimos trabajando en el día a día, focalizados en la secretaría”, fue la única respuesta a este diario. En otros sectores hubo las mismas evasivas, pese a que Sica lo había ratificado en el cargo públicamente, aunque no con demasiado entusiasmo. También surgió la versión de que le ofrecerían una embajada –por ejemplo, la del Vaticano–, pero Triaca no estaría dispuesto a irse a vivir al exterior. Es más probable que ocupe algún rol en el esquema electoral de 2019 de Cambiemos.

Está claro que el escándalo con su ex casera, a la que mandó en un audio “a la concha de su madre”, no ayudó a Triaca. Menos que luego se descubriera que estaba contratada en un sindicato intervenido por Trabajo, el SOMU. Era uno de los casos que habían utilizado como emblemas de la lucha de Cambiemos contra la corrupción sindical. Pese a que las explicaciones de Triaca en ese momento hicieron agua, Macri decidió no echarlo. “Si cometió un error, no tiene que costarle el cargo”, fue la definición del jefe de Gabinete, Marcos Peña. 

A ese escándalo se le sumó un segundo, más reciente, en otro sindicato intervenido, el de los vigiladores privados. Desde allí lo denunciaron a Triaca por el presunto desvío de fondos. La denuncia involucró a una serie de allegados al funcionario y sostiene que utilizaban empresas de seguridad y limpieza para hacer fraude y desviar dinero del sindicato. En el entorno de Triaca negaron todo. La denuncia recayó en el juzgado de Daniel Rafecas.

Hijo de quien fue el primer ministro de Trabajo de Carlos Menem y un histórico del sindicato de plásticos, que luego fue el primero en ingresar al Jockey Club, Triaca fue protegido por Macri ante cada pedido de renuncia y ante cada escándalo público. No obstante, los escándalos lo fueron limando y también algunas discusiones internas. La última tiene que ver con las declaraciones juradas de los sindicalistas. El tema, sostienen algunos sindicalistas, como el titular de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, fue prenda de negociación con la CGT la semana pasada. Carrió apunta a que se avance en investigar el patrimonio de los dirigentes sindicales e identifica a Triaca como un obstáculo en su camino. La sumatoria de estos factores estaría por determinar la salida del ex ministro y ahora secretario, aunque falta el anuncio oficial. 

Entre los posibles reemplazantes están Pitrau y Calvo. Pitrau es el actual número dos de la secretaría, un cargo al que llegó luego de que desplazaran a Ezequiel Sabor. Como abogado, tuvo como cliente a Sergio Schoklender. La otra opción que hasta ahora sonó es un abogado vinculado a la UOM y con buena relación con Sica. Algo que, claramente, Triaca no tiene.