Alto impacto causó el año pasado La velocidad de la luz, espectáculo estrenado en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires en el patio de la capilla del Cristo Obrero, en la Villa 31, a pasos del centro porteño, con funciones llenas de público. La aventura creativa de un puñado de señoras que rondan los 70 años y viven ahí, junto a tres mujeres de otros barrios que se sumaron al proyecto dirigido por Marco Canale, volvió a ofrecer funciones con entrada gratuita. Este sábado 17 será la última de esta segunda etapa. Muy posiblemente regresen y ya están creando una segunda pieza.

El impacto tiene muchas facetas. El primero: ingresar en un espacio desconocido, para muchos, a pesar de su cercanía con Retiro. La producción pone un micro que parte desde plaza San Martín a las 10 de la mañana del sábado y lleva al público hasta la parroquia donde el padre Carlos Mugica está enterrado, rodeado de fotos, textos, flores y personas de distintas edades que circulan por ese centro neurálgico cargado de vida y de historia. Los impactos siguen: es difícil hablar de público cuando desde el comienzo, María Rojas Zambrano, una de las actrices, recibe a los espectadores vestida con su típico traje boliviano en el Monumento a los Caídos en Malvinas en plaza San Martín. Está abierta al diálogo y canta unas estrofas antes de subirse al micro junto a los demás. Ya comienza un intercambio que excede lo escénico.

En el patio de la parroquia, una versión ralentada de “El cóndor pasa” recibe a los recién llegados. En el fondo, un músico toca la guitarra, secundado por otros instrumentistas (vientos y charangos). Las actrices se sientan en bancos ubicados en los laterales mientras el público se acomoda en semicírculo. Una actriz pregunta a público: “¿A qué lugar del pasado les gustaría volver? ¿Con quién quisieran encontrarse?” Con estos disparadores comienza la acción, involucrando al público en un relato coral en el que cada mujer abre una ventana de su mundo. Algunas visten trajes tradicionales de Bolivia y Perú, desde donde vinieron para radicarse en la villa, otras no. Entre canciones, bailes, monólogos y escenas cargadas de emociones y buenas dosis de humor, asoman las decisiones y las partidas desde sus países o provincias argentinas, las relaciones que quedaron truncas, el desarraigo, los desalojos durante la última dictadura. También los recuerdos, los deseos actuales, las pérdidas y los reencuentros. Hay una falta de solemnidad a pesar de la intensidad que, como un manto silencioso, tiñe la escena y que hace que esta experiencia sea muy atractiva. Todas se unen en el afán de acompañar a María en micro hasta el pueblo donde vivía con su familia: lo fantástico se cruza con lo real, habrá muertes y resurrecciones, ficción y teatro documental, humor y lágrimas, ritmos latinos y rock, lenguas y nacionalidades varias, confesiones y descubrimientos.                

“La obra nació al regresar a la Argentina después de vivir trece años en Madrid y en Guatemala. Fue un aterrizaje forzoso, atravesado por una crisis personal y una pregunta: ¿cómo tratar de entender mi país, en el que me siento casi extranjero? Mi abuela había muerto y tal vez su partida, sumada al lugar que ocupan los ancianos en las comunidades indígenas en Guatemala, fue lo que me llevó a tratar de entenderlo desde la mirada de personas mayores de diferentes lugares y contextos”, cuenta Canale. Comenzó entonces a dar dos talleres de teatro para personas mayores, uno en la Villa 31 y otro en el centro de la ciudad. Al darse cuenta de que las mujeres de la Villa son las que tienen que salir de su barrio para realizar cualquier actividad, el director sintió que quienes debían moverse eran ellos. “Quedamos cuatro personas de afuera y unas quince personas del barrio con las que empezamos a trabajar”, explica. Las señoras ya están preparando la segunda parte de este relato, también guiadas por Canale. En Los nacimientos encarnarán con la ayuda de objetos a las niñas que fueron hace setenta u ochenta años.

El elenco de La velocidad de la luz está integrado por María Rojas Zambrano, Candelaria Ospina Montañez, Romilda Marecos Ruiz, Ramona Escalante, Francisca Vedia Mendoza, Marta Giménez, Flora Solano, Beatriz Spitta, Paula Severi, Ana María Pico, Adelaida Franco y Esther Juárez. La dirección musical es de Juan Baya Casa. Clementina Huaranca, Doly Butron, Roberta Reloj, Marta Huarachi, Marcelina Paredes, Nicolás Mciheloud y Jacinta Álvarez le sacan chispas a los charangos. Para reservar entradas para mañana, estar atentos a próximas funciones y novedades, se puede escribir a [email protected] o entrar a la cuenta de facebook velocidaddelaluzvilla31.