Una “Puerto Pollensa” tocada en clave de humor británico. Esa impredecible alquimia de mordacidad, amor lésbico, con personajes y situaciones inusuales son las provistas por Sally4Ever (estreno de hoy en HBO, a la medianoche). Esta es la historia de una mujer, su relación con otra mujer, con espacio para que un ex novio alucine y vaya a cambiarse los lentes como en aquel himno de identidad sexual diversa de Sandra Mihanovich. Pero la comedia de Julia Davis es menos acerca de la salida del closet de una remilgada treintañera que sobre la incomodidad generada por esa decisión. Tanto para las dos personas que se pelean por su cariño, como para su entorno y hasta para la misma protagonista.

Sally (Catherine Shepherd) lleva más de diez años de novia con David (Alex MacQueen). La profesional dedicada al marketing es un compendio de disconformidad andante, de las personas que preferirían ser invisibles, candidata ideal para esos programas con un cambio radical de look... solo que su prometido adora esa medianía. El tipo hace bordados con el nombre de su amada, es afecto a usar lociones para los pies, cantar a capella y a sollozar como forma de comunicación. Lo más parecido a un felpudo humano, excepto por su falta de cabello. El patetismo no termina allí. Le propuso casamiento a Sally en la cocina en un momento en que el sol brillaba –aunque ella prefería irse a dormir– y para el gran día le reservó el vestido de novia su madre. 

La oportunidad de escape de ese pantano suburbano lleva el nombre de Emma (Julia Davis, la propia creadora y directora de la serie). Las dos se conocen en un club nocturno y ¡bum! Esa diabla chispeante, mandona, espontánea y con una maestría para molestar a los demás, le cambia el juego a la protagonista. En principio será el sexo (uno que incluye pulgares, extracción de tampones, cinturongas y plumeros) que derivará en algo más serio. “Nunca dije que tu pene fuera chico sino que no me hace sentir nada”, le confesará la mujer finalmente a David. 

Como en la notable Fleabag de Phoebe Waller-Bridge, aquí hay una descripción sombría y honesta de la sexualidad femenina. Una calamidad cotidiana en la que no hay misericordia para nadie. En ese sentido, Sally4Ever sigue la línea de humor descarnado bien propio de la isla al estilo Shameless, The Trip y Life’s Too Short. Davis apela tanto a la brutalidad como el sarcasmo y no es raro que su GPS recalcule el camino cuando ya se ha tomado por la avenida de la misantropía. Un estilo del que Ricky Gervais (con quien Davis trabajó en alguna ocasión) ha hecho escuela, y entre los créditos aquí también aparece Julian Barratt de The Mighty Boosh. Todos grandes nombres de un dream team de la comedia negra.  Claro que hay una pequeña diferencia por el sexo de la comediante. “Suelen preguntarme  ‘¿de dónde salen todas estas ideas oscuras?’. Creo que no me lo preguntarían si fuese hombre, es casi una acusación, ‘¿qué está mal en vos?’”, dijo Davis, quien también fue la creadora de Camping (cuya remake estadounidense también emite HBO), otro retrato desquiciado de conductas y patrones sociales.

Al ver a una anciana en silla de ruedas haciendo bromas sobre sentirse “como un mandril en celo”, queda claro que la propuesta es más revulsiva que subversiva. Todo está dado para que Sally se deshaga de su heterosexualidad y sea feliz explorando la libido vaginal con una nueva identidad. Pero no. La vuelta de tuerca es que Sally seguirá siendo la misma criatura desangelada del comienzo. “A no ser de que empieces a tomar decisiones acabarás siendo una vieja solitaria, y te lo digo con amor y respeto”, le dirá a la protagonista una psicóloga con las enamoradas yendo a terapia de pareja. Que Sally siga dudando sobre casarse con David es una de esas contrariedades que depara la entrega de siete episodios. Y cuando el trío finalmente se conozca, Emma va a lucirse golpeando al ego masculino donde más duele: son muy buenos chistes a cargo de una lesbiana sobre el tamaño del pito de un hombre.