Esto no es un golpe

Argentina, 2018

Dirección y guión: Sergio Wolf.

Producción: Pablo Chernov, Gabriel Kameniecki, Sergio Wolf.

Fotografía: Inés Duacastella.

Sonido: Francisco Pedemonte.

Montaje: Lautaro Colace.

Duración: 120 minutos.

Distribuidora: Cinetren.

Sala: El Cairo (jueves 06, a las 18).

8 (ocho) puntos.

 

El título es debidamente problemático, y elige de manera atinada su lugar de preferencia, que es premisa en la película de Sergio Wolf. La afirmación contiene una negativa. Un rebote semántico que el film toma para sí, mientras articula una puesta en escena que acentúa todavía más una semántica contrariada.

La película Esto no es un golpe está dedicada a los hechos sucedidos durante la semana santa de 1987. El levantamiento carapintada que tuvo en vilo al país, entre idas y vueltas que la película de Wolf indaga a la manera de pliegues que abren el relato mientras persisten en una pregunta sin respuesta. A la pregunta, en todo caso, habrá que indagarla a partir del título: ¿fue un (intento) de golpe? Las respuestas no faltan, pero no las profiere el film, sino los protagonistas del hecho, envueltos en sus personajes; de lo que se trata, justamente, es de entender y comprender a los protagonistas de aquel suceso de una manera inherente al drama.

Hacia allí se dirige la película de Wolf, y lo hace en sintonía con su obra previa, en donde la pregunta que interpela es la que guía por un itinerario cuya resolución será la de un ahondamiento todavía mayor, así como ocurriera con Yo no sé qué me han hecho tus ojos (codirigido con Lorena Muñoz) (de raigambre no casualmente noir, con Wolf devenido private eye), Viviré con tu recuerdo, El color que cayó del cielo.

Que los hechos de semana santa hayan sido o no una acción golpista no importa en tanto aseveración, porque no hay respuesta suficiente que invalide a la pregunta. A partir de allí, Esto no es un golpe se dedica a recrear la época por medio de testimonios, material de archivo, visitas a los lugares del hecho, maquetas. La utilización de éstas es singular, y acentúa todavía más el lugar maleable entre el hecho y su alteración. Visitar Casa Rosada hoy día es asistir al lugar real pero distinto, por eso, si se utiliza una recreación en miniatura -como la que dispone la República de los Niños- el efecto de realidad será mayor. Allí la incongruencia atractiva que entre hecho y drama se entreteje.

De igual modo sucede respecto del binomio que entre el presidente Raúl Alfonsín y el líder carapintada Aldo Rico se construye. Ellos dos son el núcleo, el duelo que se perfila con encuentro final inevitable, así como en el western (aun cuando -con razón- Wolf haya referido la influencia del thriller político). Ha pasado el tiempo. Uno de los contendientes permanece con vida. Y no es otro más que el villano. Son sus palabras las que todavía se pueden consultar.

A la ausencia de Alfonsín, Wolf la asume como un desafío, y se dedica a rastrearlo desde anécdotas íntimas. Entre ellas, una que es extraordinaria y lo sitúa en pleno descanso campestre, cuando el teléfono temprano lo despierta y es la dueña de casa quien lo despierta y describe en el recuerdo, con saco pijama solamente. Era mucho el frío, así que ella le pone un diario para que pise mientras responde al llamado. El marido lo cubre con un poncho. La escena es tan cercana, tan afectuosa, que hace innecesario cualquier otro comentario. Más aún: al presidente le advierten que vuelva por algún camino alternativo, pero él se empecina en retomar la senda habitual, porque no es alguien de tener miedo. De vuelta al western: el héroe está listo para la batalla.

Ahora bien, el pleito será político, lleno de vericuetos, decires contrariados, versiones algo distorsivas, recuerdos exaltados. Entre todo ello están las imágenes que el archivo más o menos permite, y que devuelven esas otras imágenes que el espectador sabrá completar: el momento cuando se las vio, dónde, en cuál televisor, con quiénes, amén de las pascuas en sí. El archivo aparece como problema invariable en Esto no es un golpe, dada la carencia de material que existe, lo poco o casi nada digitalizado que hay, el cuidado inexistente. Y lo que se puede ver está tomado de tapes en un estado lamentable, que han sobrevivido milagrosamente.

Por sí solo, esto mismo abre otra dimensión fundamental respecto de la memoria y su acervo. El cine y todo soporte audiovisual es parte de ella. Dada la insistencia del film mismo por indagar en lo que todavía pervive, Esto no es un golpe logra recabar en cierta valiosa información audiovisual y sonora que permanecía dispersa, que se integra al relato y cumple un rol sorpresa sobre el desenlace.

Desde ya, la aparición de Aldo Rico hace que cada uno de sus dichos, cargados de cinismo, planten una semilla irónica, que esconde lo que dice. De forma sesgada, surgen aseveraciones roídas. Cuando señala que las Fuerzas Armadas los acompañaban -luego de explicar de otras maneras lo mismo-, hay un trazo fuerte en sus palabras. No cuesta creerle. Pero tampoco es algo que se pueda corroborar de manera sencilla.

Por supuesto, cuando se arribe al momento mayor, allí cuando la reunión se produzca y los personajes centrales se encuentren, se acentuará lo que pudo haber sucedido, lo que (tal vez) pasó, las amenazas ciertas o simuladas. De Alfonsín, Rico habrá de decir que fue a Campo de Mayo porque era una persona de coraje. Toda una definición. Mientras tanto, hay un apunte contrafáctico que permanece: si la gente hubiese ingresado a Campo de Mayo, ¿qué habría sucedido?

De manera perspicaz, Sergio Wolf elige un posible desenlace en la atención a la tercera de las instancias en las que descansa el famoso discurso de Alfonsín tras los hechos: ni Felices Pascuas ni la casa está en orden. Hay algo más, tal vez desatendido, que ilumina de otra manera. Mientras tanto, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida se colocan como prólogo y epílogo, tendientes a acompañar este hecho de manera dilemática, prestas a relacionarse de formas múltiples. Más atrás: el juicio histórico a la junta militar; más adelante: la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Como corolario inevitable, Esto no es un golpe interpela y permite una mirada más compleja sobre los tiempos que corren, tiempos que no son más que la consecuencia misma de lo que ya ha sido. Desde allá para acá, la película sigue.