¿Qué une a la coach de concursos de bellezas del riñón del medio oeste americano con la dupla de gringos que viajan hasta el sur argentino para buscar a un desaparecido? Queen America y M podrían no tener mayor vinculación que su lanzamiento cercano en el calendario. La primera es una serie web que sirve como trampolín de Facebook Watch, el nuevo chiche a través del cual la red social expande sus tentáculos hacia el universo audiovisual. Mientras que la segunda es otra de esas atractivas y muy sui generis experiencias que fuerzan géneros y formatos desde la plataforma de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Crónicas Ferreteras, Entera Pía, Los Demonios y Conocidos, por nombrar algunos). Pero además de su cuestión temporal, ambos “microrelatos” permiten una deriva sobre modismos y temperamentos Made in América, sucedan en Oklahoma o en la Patagonia.

En sus diez episodios de media hora, Queen America sigue a Vicki Ellis (Catherine Zeta Jones), la más exitosa de las preparadoras de las chicas que sueñan convertirse en reinas de esas competencias donde mandan lo físico, las coronas y lo superficial. “Ponete clara de huevo en tus ojos porque tus ojeras me recuerdan un albergue para vagabundos”,  es el consejo que le surte a una de sus chicas. Vicki sabe todo sobre los certámenes porque ella misma fue una de monarca que supo caminar en malla y con tacos altos, recibir flores y pedir por la paz en el mundo. Esta tiburona de lengua karateca va a tener una dura prueba cuando una Pequeña Miss Sunshine (Belle Shouse) caiga en su portfolio. 

Más allá de la autodefinición de “comedia negra”, el programa recuerda realities como Toddlers & Tiaras o el inclasificable Here Comes Honey Boo Boo con su lupa sobre la cultura de ganadores y sueños americanos torcidos. Acaso el verdadero (y único) motivo para seguir Queen America sea la interpretación enloquecida y viperina de la actriz de Chicago y Traffic. El resto es un ejercicio de formalismo con sus machiettas, giros de guión predecibles y clisés argumentativos. Cada domingo a las 23 se estrenará un nuevo episodio en la plataforma de Mr. Zuckerberg. 

Por su parte, M (ganadora del concurso del Incaa para este formato y que ya se puede ver por Flow) es disrupción pura en apenas ocho episodios de diez minutos de duración. La propuesta de la UN3, dirigida y creada por Javier Devitt, escapa al pintoresquismo, apela al terror sobrenatural, se destaca por su puesta en escena y tiene como protagonistas a dos estadounidenses. Pero además cuece un clima agobiante con homenajes a obras tan disímiles como El Aura, El Proyecto Blair Witch y hasta El Vampiro Negro. La historia sigue a Tim (Jon Mccormick) y Diane (Alena Chinault) en su viaje por la Patagonia para dar con el rastro del padre del primero. La pareja se cruzará por “accidente” con uno de los últimos sujetos en ver al biólogo vivo. Y el lugareño (Marcelo Melingo) se insertará con ellos por el bosque con la remota esperanza de encontrarlo. 

M dosifica sus ingredientes como un gotero imparable: fuerzas sobrenaturales, desaparecidos en una región durante décadas, fieras lunáticas, carne putrefacta colgando desde los árboles y el espíritu ominoso del sur. Mientras que la chica ve asesinos seriales en cada uno de los lugareños, un hotelero los destrata con un certero “gringos de mierda”. Es lógico. Para un estadounidense salir de su frontera implica un peligro inminente. Y M juega de manera macabra y atmosférica con esa obsesión. 

¿Pero qué es M? Ahí radica el enigma que no conviene spoilear.