“No tengo idea de quiénes estarán allí, ni de lo que pasará entre nosotros, lo sabré cuando llegue a Buenos Aires y comience a trabajar con ellos”, decía Joëlle Leándre hace unos días a PáginaI12, por teléfono desde Nueva York. Cordial y exuberante, la contrabajista y vocalista francesa hablaba de improvisación, de su manera franca de concebir música, de lo que hará para el quinto concierto del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín: un workshop de algunos días con músicos argentinos que derivará en un concierto. Y que tendrá esa marca suya, la de la improvisación. Hoy a las 21, Leándre ofrecerá una performance junto a un ensamble coordinado por Ernesto Jodos desde el piano, con Valentín Garvie en trompeta, Inti Sabev en clarinetes, Violeta García en violoncello, Maximiliano Kirszner en contrabajo, Carto Brandán en batería y la cantante Julia Sanjurjo, con quienes Leándre estuvo trabajando durante estos días. Con ellos estará también el violinista Théo Ceccaldi, otra formidable referencia europea de la música de improvisación libre.  

“Juntos construiremos un concierto, juntos haremos música. ¡Eso es maravilloso! Pero lo más maravilloso es que serán ellos, estos músicos que conoceré en Buenos Aires, los que darán un concierto. Y yo estaré ahí, haciendo eso que tanto disfruto hacer: improvisar. Hacer música colectiva, inventar con otros, en tiempo real”, agrega Leándre, que con los auspicios del Institut Français y la Embajada de Francia llegará por primera vez a Buenos Aires. Una ciudad que la artista conoce a través de Jorge Luis Borges: “¡He leído tanto a Borges! Admiro sus libros, el humor que mostraba en las entrevistas. Siempre soñé conocer esa Buenos Aires que él contaba”, agrega la francesa, que no amilana su enjundia ante la advertencia de que tal vez encuentre la ciudad un poco cambiada respecto a aquella de Borges. 

Leándre en una de las figuras más interesantes de la improvisación libre en la actualidad. Se formó en la música contemporánea trabajando con Merce Cunningham, John Cage, Pierre Boulez y Giacinto Scelsi, por ejemplo, y en las arenas del Free Jazz colaboró con músicos del calibre de Anthony Braxton, Steve Lacy, John Zorn, Evan Parker, Sylvia Courvoisier y Fred Frith, entre otros.  “Grabé 187 discos. 187, ¡¿comprende lo que es eso?! Pero no soy yo, es mi discográfica”, dice con su vozarrón pasional y estalla en una carcajada. “Vení, grabá con este trío aquí, andá, grabá con este banda allá... Así siempre, todo alrededor de la improvisación”, señala Leándre. En 2008 la cantante y contrabajista publicó A voix basse, un libro de entrevistas con el crítico de jazz Franck Médioni.

Entre las muchas otras cosas que hizo, integró varios grupos femeninos de improvisación y a principios de la década del 90 formó un trío de improvisación expresamente feminista, Les Diaboliques, con Irene Schweizer y Maggie Nicols. “En todo el mundo pasa lo mismo: hay sólo hombres dirigiendo ensambles, programando los festivales, dirigiendo las revistas de jazz. Las mujeres tienen que trabajar mucho para hacerse ver, para expresarse. Aún hoy, cuando hay muchas más mujeres on the road, todo nos cuesta mucho más. Desde mi experiencia, aconsejo a las jóvenes: ¡andá y hacé! Y conquistá tu libertad. ¿Te la hacen difícil? Que no te venzan, no los dejes, no se lo merecen. Somos pocas, podemos ser más. Trabajemos para eso”, arenga. 

–¿Dónde comienza la improvisación?

–En una trilogía: vos sos el intérprete, el improvisador, y también el compositor. Estás ahí y tomás un riesgo y decís, ¡ey, ahora, vamos! Yo creo profundamente en eso, trabajo para eso, busco eso. Esa es mi música. La improvisación es una manera de crear, es un arte. Un instrumento de viento puede estar muy lejos de uno de cuerdas, la voz puede estar muy lejos de la electrónica, pero la improvisación es lo que te permite iniciar una conversación entre todo lo que puede ser lejano. Y lo fascinante es que se puede descubrir una idea, encontrar algo que no existía antes. A eso me refiero cuando digo que es un arte, en sí misma. Y también es una música necesariamente colectiva: necesitás escuchar la voz del otro para encontrar tu propia voz. Y esas voces juntas están diciendo: Hablemos de lo que nos pasa. Hablemos de la vida, del amor, de la belleza, la guerra, la bosta… ¡Vamos a hacer música!

–¿De qué manera interactúan emoción y técnica en la música improvisada?

–La improvisación se levanta sobre la obra de un compositor, que organiza lo creado para que luego se convierta en una música colectiva, sin jerarquías, sin géneros, sin estilos, sin edades. Solo se trata de remover lo que tenés en tu corazón, en tu piel y en tu estómago, lo que tenés ahí para dejar. Para hacer música no valen las tiras, no hay jerarquías. Cuanto más conocés tu instrumento, más libertad tenés. Cuanto más tocás, leés, viajás, más te formás, incluso en sentido político, más cerca estás de alcanzar lo que querés, de convertirte en otro.

Leándre habla con determinación, explica cada cosa con detalle, arrebatos de pasión y un entusiasmo superior. Dice que es por su condición de latina, por su madre italiana. Pero hay algo ahí conectado con la música. Repasando su extensa discografía, muy cerca del precepto “tocó con todos” (y de todo), la misma energía con la que habla se refleja de varias maneras en su obra. “Improvisar es lo que hacemos constantemente, de manera natural. ¿O acaso no improvisás muchas veces en el día? ¿No improvisa un niño de ocho años todo el tiempo? Ese es el gesto natural, como lo es también en la música. La improvisación es una gran revelación, pero por supuesto, hay que saber encauzarla en una forma, evitar tapar a los demás, no se trata de una competición”, comenta Leándre. 

–¿A esta altura de su vida musical sigue estudiando?

–Estudio tocando. Comencé a los nueve años, tengo 67 y hoy por hoy mi vida es dar conciertos. Recientemente hice doce presentaciones en Estados Unidos, luego estuvimos en Polonia, en Berlín y en Francia con dos músicos norteamericanos. En el medio hicimos un concierto con un bailarín. Todo es muy ecléctico y si de algo aprendo, es de todo lo diverso. En todos estos años aprendí que para lograr alguna forma de libertad hay que arriesgarse a ser uno mismo. ¿Querés ser vos mismo? Bueno, andá, aprendé mucho, estudiá, formate. Pero no solo en las academias. Tocá en un festival de poesía, en un encuentro de jazz, en una juntada de amigos, donde sea y donde puedas. Tocá para encontrarte con otros, aprendé. Estoy segura de que en Buenos Aires encontraré músicos dispuestos a eso y a tomar riesgos. Nos vamos a divertir mucho, y vamos a aprender mucho. 

 * La tercera semana del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea comenzará hoy a las 19 en la Sala Cunill Cabanellas, con la actuación de Aglomerado –Ensamble de flautas, que propondrá obras de Sergio Catalán, director del grupo. Mañana a las 21, en la misma sala se presentará el Ensamble Nacional del Sur, que interpretará Huellas digitales sobre arenas movedizas – Paso cinco (2017–2018), de su director, Oscar Edelstein. El viernes a las 20 en el Centro Cultural Kirchner, Silvia Dabul y Lucas Urdampilleta interpretarán un programa con obras para dos pianos encargadas por el Ciclo de Conciertos.