La joven Charlotte Mary Pack (1989) es una laureada ceramista británica, con residencia en East Sussex, Inglaterra, que dedica buena parte de su obra a la vida silvestre, realizando mononas esculturas en pequeña escala de animales que viven tanto en el mar como en la tierra, y tienen cierta característica en común: sus poblaciones están en crítico declive, en franco peligro de extinción. A menudo, alerta también Charlotte sobre las amenazas que recaen sobre especies específicas, no solo prendiendo la chicharra de alarma: dona además un 15 por ciento de sus ganancias a organizaciones en tema, amén de aportar su granito de arena a variopintos esfuerzos del globo por conservar el ecosistema natural. No llama, entonces, la atención que Pack haya decidido poner en marcha un proyecto esta semana, específicamente el 4 de diciembre, cuando se celebra en su país el Wild life Conservation Day. “Se estima que a razón de 100 elefantes son asesinados cada día, 1 cada 15 minutos, a raíz de la insaciable demanda global de marfil. Por eso, voy a hacer 100 elefantitos en 24 horas, para ayudar a poner en foco la problemática”, avisaba la muchacha brit semanas pasadas sobre lo que efectivamente acaeció el pasado martes, cuando puso las manos en la arcilla y -a contrarreloj- se lanzó a la épica artística. Con un reloj señalando la cuenta regresiva, valga la mención, y las manos duchas, el gesto ensayado, a toda velocidad, conforme pudo visionarse en vivo, en redes, donde la chica transmitió desde su estudio en tiempo real, etiquetando la propuesta #SayNoToIvory. “Su amor por la naturaleza y por la vida salvaje -cultivados desde una infancia vivida en una granja de Kent, y alimentada en juventud gracias a varios viajes por el sur y el este de África- están en el corazón del esfuerzo artístico de Charlotte Mary Pack”, apuntaron voces en tema. E informaron además que desde el 28 de febrero hasta el 3 de marzo de 2019, el centenar de figurines y un film (editado) de sus 24 horas esculpiéndolos, estarán en exhibición en la Saatchi Gallery, en Londres. Por lo demás, precisó la muchacha que su intención ha sido “generar un impacto visual, utilizar el lenguaje universal de la artesanía para atraer al público y provocar en él una reacción, crear conciencia sobre los peligros de la vida silvestre”. 

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