La llegada de la modernidad marcó un antes y un después en lo que a pensamiento ético, político y filosófico se refiere. La industrialización de la producción configuró nuevas lógicas en el mundo del trabajo y sentó las bases de un sistema de clases sociales que dividió a la sociedad en clases económicas cuya categorización está primordialmente basada en el poder adquisitivo de unas y otras.

En una era en la que la actualización y el cambio son moneda corriente y en donde al ritmo de vida lo marcan las condiciones de trabajo, es normal que surjan nuevas formas de pensamiento y que la misma concepción de lo que significa ser humano cambie.

A fin de acercar a la comunidad al pensamiento acerca de estas nociones, la licenciada en Filosofía Claudia Nogués y un grupo de docentes y estudiantes pertenecientes a la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario comenzaron a elaborar un proyecto de investigación en el que abordan el proceso de construcción del sujeto moderno y la aparición de nuevos actores que buscan recuperar algunas cuestiones que el denominado "ángel del progreso" arrastró consigo.

La investigación

La investigación lleva el nombre de "La Subjetividad y las Pasiones" y surge en el año 2015 al interior de la Facultad de Psicología. La misma indaga en algunos pensamientos que surgían al interior de la carrera y que podían ser perfectamente abordados mediante la filosofía: "La mayoría de los proyectos que realizamos suelen estar relacionados con la configuración de la subjetividad en tiempos de modernidad", explica Claudia Nogués al mismo tiempo que agrega: "Ciertos conceptos suelen aparecen naturalizados en nuestros discursos, pero como profesionales del saber es importante que indaguemos acerca de cómo se llega a la naturalización de dichos conceptos".

Para avanzar con la investigación primero fue necesario realizar una caracterización acerca del denominado "sujeto moderno". Sobre esta cuestión en particular Nogués explica: "Si pensamos en cómo se constituyó el sujeto moderno, tenemos que remitirnos a un liberalismo que aborda al hombre desde una mirada individualista, entendiéndolo como un átomo social que está inserto en una lógica de competencia", dijo al referir a las dificultades a las que se enfrenta hoy el hombre para insertarse en el mundo del trabajo y a las consecuencias que esto tiene en su forma de relacionarse con los demás: "La carencia del trabajo y la competencia hacen que en la expectativa de inserción al mundo laboral se pierda toda atisbo de solidaridad hacia el resto de personas", añadió la investigadora.

La palabra "meritocracia", que estuvo en boga hace algunos meses gracias a una famosa publicidad, guarda una estrecha relación con la caracterización del sujeto moderno entendido como átomo social que entra en competencia: "Durante el transcurso de la investigación detectamos una exacerbación del individualismo desde la perspectiva de la meritocracia. Este mundo contemporáneo pone el acento en que cada persona es responsable de hacerse a sí misma y esto hace que el pensamiento humano gire en torno a una ética en la que el propio individuo es también el responsable de cualquier dificultad o conflicto que aparezca. Estamos ante la formación de individuos que no se permiten percibir los conflictos sociales o económicos como condicionantes de las actividades humanas, sino como simples consecuencias de su forma de actuar", explica Nogués.

La principal consecuencia que trae aparejada esta forma de pensamiento acerca del sujeto moderno tiene que ver con la pérdida del sentido de la comunidad. En un mundo en el que el avance y el progreso dependen solo del esfuerzo individual, no resulta necesario agruparse con otras personas para conseguir determinados objetivos. Según entienden quienes participaron de la investigación, el mundo que plantea el neoliberalismo es un mundo competitivo donde es imposible apoyarse en los demás en la búsqueda de generar juntos un derecho, en definitiva, un mundo y la posibilidad de constituirse en sujeto político aparece cada vez más lejana.

Nogués entiende que es importante detenerse también en el concepto de marginalidad, en el que ingresan todas aquellas personas que no logran insertarse y consolidarse en el mundo del trabajo, quedando fuera también de la política: "En un mundo donde lo que hace falta es trabajo, la marginalidad hace que grandes sectores estén excluidos de la posibilidad de acceder a un sistema, lo que nos hace repensar el lugar de la marginalidad. En el siglo XIX, el proletariado como clase social tenía su lugar para reclamar, pero hoy en día... ¿desde qué lugar reclama alguien que no pertenece a ninguna clase social?".

En este último aspecto es fundamental destacar el trabajo que realizan los movimientos sociales, detectando necesidades y agrupándose para convertirlas en demandas. Sobre esto, Nogués explica: "Los movimientos sociales permiten apartar la mirada de lo individual y ayudan a entenderlo como una necesidad compartida, haciendo que tomemos conciencia de que existe un otro que tiene esa necesidad".

Pensar en otros para ser

En una sociedad cada vez más individualista en donde la mirada está puesta casi de forma exclusiva en el progreso individual y personal, pensar en otros se convierte en una reflexión obligada para todas aquellas personas que pregonan la construcción de una sociedad más justa. Para profundizar sobre esta cuestión, Claudia Nogués recurre al pensamiento del filósofo lituano Emmanuel Lévinas: "Pensar en un otro es lo que me constituye a mí en sujeto ético y me vuelve responsable. Vemos el mundo que nos rodea y lo naturalizamos. Cuando observamos, por ejemplo, a personas revolviendo los container de basura para buscar comida... ¿Qué nos pasa? ¿Nos hacemos responsables de eso? ¿Cómo nos responsabilizamos ante tanta miseria y marginalidad? ¿Cuáles son los límites? ¿Hasta dónde soy responsable? Pensar en un mundo más justo nos obliga a plantearnos si estamos atentos a esas necesidades y a preguntarnos constantemente si hay derechos que todavía no hemos construido".

Por supuesto que cualquier movida en pos de la conquista de derechos encontrará focos de resistencia. La clave está en no intentar convencer a los demás a través del discurso, sino abordarlos a través de prácticas sociales que posibiliten el surgimiento de valores. Sobre esto, Nogués explica: "Es complicado enfrentarse a otro que no comparte tus valores y hay que entender que uno no puede modificar los valores de los demás, por eso es fundamental pensar en la responsabilidad ético-política que tiene el Estado de intervenir y poner en práctica dispositivos". Para ejemplificar, Nogués hace referencia al trabajo realizado por algunos movimientos sociales en las comunidades barriales abriendo talleres o grupos de trabajo en los cuales las personas empiezan a comunicarse entre sí y a transmitir sus inquietudes: "Cuando las necesidades e inquietudes aparecen en el discurso, surge también la posibilidad de re-trabajarlas y empezar a pensar herramientas que puedan modificar esas prácticas que se están llevando adelante y puedan a su vez comenzar a generar esos nuevos valores".

La importancia de la filosofía

Según entienden Gabriela Nogués y todo su equipo de investigación, en estos tiempos modernos es fundamental recurrir a herramientas que permitan romper el velo que imprimen las lógicas individualistas del neoliberalismo. Ahí es cuando aparece la Filosofía, generando espacios que incentivan el pensamiento acerca de aquello que aún no fue pensado e indagar en aquellas verdades que se han naturalizado: "La filosofía es la que nos permite re-pensar y preguntarnos cuáles son los comienzos de los conceptos y su devenir, y por qué han tomado ese camino. Es la disciplina que nos ayuda a pensar qué es lo que no fue pensado, qué es aquello que aún está sin desenmascarar y cuáles son esas preguntas que todavía no nos formulamos".

El equipo de investigación está compuesto por Gabriela Nogués; Virginia Goor; Patricia Alejandro; Ana Rebecchini; Marcela Castellarin y Camila Jannon.