El Ministerio de Transporte que dirige Guillermo Dietrich anunció con bombos y platillos algunas “mejoras” en los ramales del Tren Roca - Alejandro Korn, Ezeiza, Bosques y La Plata- con un nuevo servicio de trenes directos a Constitución de lunes a viernes hábiles en hora pico. Sin embargo, a las pocas horas de probar el sistema las estaciones colapsaron y llovieron las críticas de los pasajeros en las redes sociales.

El nuevo cronograma con servicios directos de los trenes a Alejandro Korn, Ezeiza, Bosques y La Plata se puso en marcha a las 10 de la mañana. De acuerdo con el Ministerio, los trenes directos comenzaron a circular en días hábiles en hora pico de 6 a 10.30 y de 16 a 20, con una frecuencia de un tren cada 24 minutos, intercalando los servicios tradicionales que paran en todas las estaciones. Los trenes a La Plata y Bosques (vía Quilmes) bajaron su frecuencia de 30 a 24 minutos.

El problema es que con estos “servicios rápidos”, identificados con una D en el parabrisas, se eliminaron las paradas en todo el recorrido entre las cabeceras, con lo cual miles de personas vieron pasar a las formaciones sin poder subirse y la espera “se volvió infinita”, según denunciaron. El efecto indirecto se sintió en las formaciones “tradicionales” que quedaron saturadas de pasajeros.

“Las mejoras en estos ramales eléctricos del tren Roca benefician a los más de 600.000 pasajeros que viajan a diario en la línea, la más extensa y más utilizada de toda la región metropolitana de Buenos Aires”, aseguraba el Ministerio al comunicar la decisión. Nada más lejos de la realidad porque tanto en Constitución como en el resto de las estaciones intercaladas se vieron postales caóticas: acumulamiento de gente en los andenes y vagones repletos.

Los pasajeros advirtieron que la medida empeoró considerablemente el servicio y empezaron a quejarse en las redes sociales por los servicios demorados. “Se nota que nunca tomaron un tren”, denunciaron al calificar como “un desastre” el nuevo sistema. Para peor, durante toda la jornada hubo “demoras por fallas técnicas”, que afectaron aún más en el humor de los pasajeros, quienes no dudaron el arrobar a Dietrich para hacerle llegar sus críticas.