Vivir en estado de feria permanente –suerte de dilema hamletiano de los editores argentinos del siglo XXI– no es una elección. En una economía recesiva, donde la caída del consumo parece que aún no tocó fondo, los pequeños y medianos editores sobreviven multiplicando su participación en ferias, festivales, encuentros literarios y académicos. La ciudad de La Plata quiere extender sus fronteras geográficas para proyectarse hacia todo el país. Lo viene haciendo de un tiempo a esta parte levantando un intenso polo editorial que participa de la discusión pública con sus catálogos, al poner en circulación y permitir visibilizar nuevos escritores. Edita, una feria de editoriales pensada como un espacio donde los lectores pueden charlar con quienes hacen los libros, conocer a los autores y comprar libros con descuentos, reunirá hoy y mañana de 15 a 21 horas, a más de 85 editoriales de todo el país y de Latinoamérica, en el Centro Universitario de Arte (Edificio Sergio Karakachoff), en calle 48 entre 6 y 7, con entrada libre y gratuita.

Edita –que empezó en 2016 en el Centro Cultural Alborada con el nombre de Feria de Editores La Plata, con la ayuda de Ediciones Godot, creadora de la emblemática Feria de Editores (FED), que ya celebró siete ediciones– es un movimiento festivo “que recoge experiencias de la visualidad y la lectura, del encuentro colectivo alrededor de objetos que creamos para que se hagan espacio en la selva espesa de los diarios del odio”, formulan los ideólogos de esta iniciativa, organizada por Malisia distribuidora & estantería de libros y revistas, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) y el Centro de Arte de la UNLP, con el apoyo de Papel cosido, EME editorial, Club Hem, Pixel, Malisia editorial y Fa taller estudio. La propuesta desplegará una programación cultural que incluye la participación del Festival de Poesía Latinoamericana de Bahía Blanca con video proyecciones y lecturas de Celeste Diéguez, Mario Montalbetti, Marcelo Díaz, Luciana Caamaño, Mario Ortiz, Dani Umpi, Omar Chauvié y Elvira Hernández. También se realizará el ciclo de lectura “Hasta que choque China con Africa”, en el que leerán Elvio Gandolfo, Juan José Becerra, Ariel Luppino, Sebastián Martínez Daniell, Vera Giaconi, Mariana Muscarsel Isla, Pía Bouzas y Carla Maliandi. En la presentación de Edita en la librería Borges, en el barrio de Palermo, Francisco Magallanes, de Club Hem, acompañado por editores y periodistas invitados, admite las dificultades que enfrenta la industria del libro. “Las ventas que hacemos los editores sostienen nuestros proyectos. Las librerías están pasando un momento muy malo”, subraya el editor platense.

“Uno se junta con otros editores para darse ánimo –reconoce el escritor y editor Damián Ríos, de Blatt & Ríos, a PáginaI12–. Han sido años muy complejos; estamos sacando los mejores títulos posibles en un mercado que cada vez se achica más. El año que viene sabemos que vamos a vender menos libros que este año. Pero los que están sufriendo más son las librerías, que están al borde de la quiebra”. El nombre de la editora de una de las dos grandes empresas multinacionales no se pronunciará, pero Ríos cuenta que esa editora le confirmó que las ventas cayeron un 40 por ciento. “Este año vendimos bien, pero la paradoja es que no tenemos plata para reimprimir los títulos que agotamos. Y el precio de venta no podemos aumentarlo mucho más”, explica el editor que metió el dedo en la llaga de una contradicción mayúscula de la política económica del macrismo. “Es paradójico que la figura que haya elegido el gobierno haya sido la del emprendedor. A nosotros los editores, que somos realmente emprendedores, la economía nos está castigando. La figura del emprendedor es la más castigada por la política económica de este gobierno”. Ríos –que junto con Mariano Blatt este año editaron 10 títulos y esperan para el 2019 sacar 18 libros– continúa y aclara: “No le pido nada al gobierno; pero la torpeza económica que han demostrado es terrible. Nos afecta la recesión y las altas tasas de interés. La Feria del Libro venía bien y en el medio tiraron la devaluación y fue el acabose”. 

En la librería Borges la catarsis se comparte entre todos. Leandro Donozo, de Gourmet Musical, agrega al diagnóstico trazado por Ríos que el hecho de que se publiquen menos títulos de los previstos o que se pospongan para el próximo año tiene un efecto cultural: “se produce menos, se publica menos y hay menos diversidad y menos ideas porque hay menos canales”. Ríos vuelve a intervenir: “Hoy es casi suicida editar el primer libro de un autor o una autora; igual los publicamos pese a la cuestión económica”, advierte y menciona como ejemplo la política editorial de Entropía, un sello de primeros libros, segundos libros, terceros libros en el sostenimiento sistemático de los escritores que publica. El escritor y editor de Entropía, Sebastián Martínez Daniell, señala que “las restricciones materiales llevan a una política editorial más conservadora y eso produce un empobrecimiento de la bibliodiversidad”. Donozo observa que una de las políticas del gobierno es el énfasis en la exportación y el apoyo en la participación de ferias internacionales, pero el editor de Gourmet Musical precisa que “se promueve un achicamiento de las propuestas porque los libros argentinos que se exportan tienen que ser de temáticas muy masivas; libros que se puedan leer en muchos lugares y que no sean locales”.

Hay varios problemas en el camino del libro, desde su producción hasta la circulación en librerías. Víctor Malumián, de Ediciones Godot, confirma que luego de la devaluación y la estampida del precio del papel, imprimir un libro en España, en China, o en el país tiene un costo similar. “El hilo del que estamos colgados todos tiene puntos más delgados. La librería es uno, pero la falta de ideas sobre qué hacer es otro. Hay una situación de estar en estado de feria permanente”, describe Miguel Balaguer, de Bajo la Luna, cómo es la vida de los editores de las pequeñas editoriales que participan en Edita. Los editores recuerdan el último informe de la CAL (Cámara Argentina del Libro) con números que expresan el desplome de la industria del libro: un 32 por ciento menos de novedades publicadas y una reducción de la cantidad de ejemplares impresos cercana al 50 por ciento; una caída del 12 por ciento del empleo directo y un 10 por ciento menos de empleo indirecto; 36 librerías que cerraron y 80 con problemas en la cadena de pago.  

“No se ataca a los oligopolios de las papeleras, no se les pone ningún tipo de regulación, pero esos oligopolios tienen tanto poder que sí imponen barreras cuando se quiere importar papel barato de afuera –plantea Malumián–. Lo que me llama la atención de la inoperancia de la política del Gobierno es que ni siquiera va a fondo para enfriar la economía, desarticular el mercado interno y dejar tu producto barato para exportar. La política de ajuste va hacia abajo, no hacia arriba. Cuando podés invertir dinero en Lebacs o Leliqs, que te dan un rendimiento cerca del 60 por ciento, por qué vas a imprimir un libro, que el retorno va a empezar a los 120 días y probablemente sea de un 15 por ciento. En vez de comprar papel, comprás Lebacs; es un suicidio para nosotros. Para qué vas a poner materias primas y a cargar con costos, si podés hacer la timba financiera; es muy parecido a lo que pasó en la década del 90. Para qué voy a tener una maquinaria de 3 millones si la puedo licuar y hacerla intereses constantemente todos los meses”. Donozo pega un grito de “guerra” no exento de ironía: “¡Lebacs sí, libros no”. Los editores que exportan hoy dan sus libros en consignación y pagan en firme un 12 por ciento de retención. Antes pagaban el 5 por ciento de anticipo de derecho a la exportación.

Agustín Arzac, de la editorial platense EME, hace un cálculo que sirve para ilustrar la pérdida del poder adquisitivo de las editoriales. “En 2016 teníamos una ganancia de 3 dólares por ejemplar vendido. Hoy no llega a un dólar, ronda los 90 centavos. Cada vez que vamos a reimprimir un libro para que no desaparezca porque queremos que nuestro catálogo esté vivo, que todos los libros sigan circulando, nos lleva al límite de que tenemos un catálogo que sobrevive para ferias, pero ya no podemos sostener ese mismo catálogo como antes en librerías”. Matías Reck, de Milena Caserola, aporta una perspectiva trotskista sobre el presente de la edición. “La mayoría de las editoriales que estamos acá nacimos a partir de la crisis de 2001. Después vinieron los años de bonanza, de mucho crecimiento a nivel catálogos; fueron los años maravillosos, los años felices. Ahora bajan las ventas y suben los costos ante un gobierno de derecha, neoliberal, fascista; entonces ciertas editoriales vinculadas a movimientos sociales y literarios contrarios al gobierno nos vemos favorecidas con los lectores que encontramos. Hay que ser más reflexivo a la hora de pensar dónde estamos parados”. Algunos discrepan con Reck; otros afirman que “lectores hay; pero no hay mercado”. Si los editores están en un estado de feria permanente, Néstor González, de Las Cuarenta, observa que “las librerías están en un estado de cierre permanente”. Donozo reflexiona sobre lo que implica ese estado de feria permanente. “Más que para crecer, hacemos esto para no caer; estamos sacando agua del bote para que no se hunda; es un movimiento de desesperación, y eso me da bronca”. Ediciones Godot participó de 40 ferias en todo el país durante este año. Algunos más, otros un poco menos, pero la mayoría se acerca a este número que implica estar en más de 4 ferias por mes. Si antes el grueso de la facturación de las pequeñas editoriales lo obtenían de las librerías, ahora crece cada vez más la facturación en las ferias.

Marilina Winik, editora de Hekht, propone mirar la edición desde otro enfoque. “El plan editorial es un plan vital; pensamos la edición como un plan vital donde vamos generando vínculos que posibilitan encuentros más cercanos. Nos interesa pensar el quehacer editorial desde lo micropolítico. Los públicos se construyen y tenemos que pensar estrategias. Para mí una editorial es una empresa vital que quiere crecer y avanzar en cambiar el mundo y transformarlo”.