Ayer se conocieron más detalles de la denuncia por “coacción contra la libertad y la integridad sexual” que presentó ante la justicia una joven extrabajadora municipal de La Plata contra el presidente del Concejo Deliberante de esa ciudad, Fernando Ponce, de Cambiemos. En La presentación, ante la fiscalía N° 16 a cargo de Juan Cruz Condomí Alcorta, la joven hizo un pormenorizado relato del momento en que, según denunció, el edil quiso obligarla a practicarle sexo oral, luego de que ella y una compañera ingresaran a su despacho y fueran encerradas con llave.

El relato que hizo la joven de 20 años Annabella Beltrachini, el jueves a la mañana en sede judicial, fue una ampliación de la denuncia que hizo pública el día anterior a través de su Facebook. “No me callo más”, fue el título con el que encabezó el posteo contra uno de los hombres clave en el armado político del intendente platense, Julio Garro, que ratificó y amplió en la justicia acompañada por distintas organizaciones, entre ellas, Mujeres Platenses Unidas (MPU).

“Antes de sentarse en el sillón, se bajó los pantalones y el calzoncillo (que no recuerdo si lo tenía, sólo lo deduzco) y se quedó con sus genitales al descubierto. Nos hizo un gesto como mostrando su pene, el cual tenía una leve erección y me dijo (no recuerdo que haya hablado en plural), ‘vení chupámela’. Yo le dije con el cuerpo que no (me tensé, moví la cabeza en negación) y luego diciendo que no. Él se adelantó hacia mí, y pasando su mano por detrás de mi cabeza, intentó atraerme hacia él y bajar mi cabeza para que yo le hiciera sexo oral. Me corrí y nuevamente lo intentó. Ya angustiada y muy nerviosa le dije que me quería ir. Se adelantó a la salida por la puerta y me dijo que no. Le dije que me dejara salir, yo tenía el celular en la mano (con el mensaje a mi amigo). Él me agarró el celular y lo lanzó hacia el sillón. Miré ese lanzamiento de mi celular y no sé qué le dije, pero dio lugar a que él me respondiera, como gesto de poder, que él podía comprarme otro. Finalmente, y tras ese momento de tensión, abre la llave y yo salgo”, detalló la joven que tenía 19 años cuando ocurrió el hecho.

Antes, relató varios supuestos intentos de acercamiento y comentarios del concejal que la violentaban, y que no sabía cómo parar porque temía perder el trabajo: él era su jefe.

La abogada Carolina Espinosa, quien acompaño a la joven a presentar la denuncia, no como letrada patrocinante sino como integrante del colectivo de mujeres MPU, explicó a PáginaI12 que Annabella “trabajó en el municipio entre abril y noviembre de 2017 haciendo encuestas. Era su primer trabajo, y terminó renunciando por la violencia de la situación”. “Ella contó primero su historia en Facebook, a partir de ahí decide ponerse en contacto con nosotras y varios colectivos para ver cómo la podíamos ayudar. Le creemos y por eso la acompañamos a hacer la denuncia”.

“Ella hace rato venía movilizada, trabajando este asunto. Y la denuncia de Thelma (Fardin) que disparó muchas otras, le dio el envión. Hizo la publicación en la red y después quiso hacer la denuncia para que no quede sólo en escrache. No había forma de pararla, tuvo su proceso durante un año y tenía la necesidad de contarlo. Quizás sea una denuncia emblemática porque se trata del presidente del Concejo”, agregó la letrada tras explicar que la joven no quiere hablar por ahora con los medios porque está muy conmocionada.

La perturbación para la joven, según consta en la presentación, habría comenzado a los pocos días de comenzar a trabajar en el Palacio Municipal.

“Un día, que yo había salido a la noche con unas amigas, recibo a través de la cuenta de Facebook que tengo instalada en mi teléfono, un mensaje de Ponce, preguntándome dónde estaba, a lo que respondí sorprendida ¿por qué? El Sr. Ponce me respondió que porque quería verme. Muy desconcertada, le comenté a una de mis conocidas, que casualmente era aquella que me había avisado del trabajo, los mensajes de Ponce y ella me dijo que ‘no le de bola’ que ‘Ponce era así’”. “A partir de ese primer mensaje, cada vez que me lo cruzaba en la oficina se fueron sucediendo comentarios sobre mi persona, mi cuerpo, mi ropa, que daban cuenta de un “deseo latente” de su parte hacia mí que me violentaba, pues yo no tenía ningún interés en su persona”. “Era una autoridad para mí, por su edad, su rol, y su forma de manejarse con sus empleados, que me generaba sumisión”, contó la joven. 

Ese mismo día, el abogado del concejal platense, Marcelo Peña, presentó una denuncia por el delito de falsa denuncia tipificada en el artículo 245 del Código Penal. Para el letrado, la denuncia no tiene sustento, y sugirió que “detrás hay intereses políticos”.

La denuncia de Beltrachini se suma a la de otra trabajadora municipal, Sofía Montirón, quien en octubre lo denunció por acoso a través de Instagram: “Me insististe a que te diera bola (sic), que era relinda, que estaba rebuena. Te pusiste al lado mío y me seguiste insistiendo como hacés con todas las minas que están ahí, que las sometés”.

Además, su colega Victoria Tolosa Paz lo llevó a la Justicia por “maltrato” y “violencia de género” por las agresiones verbales que sufrió de parte del edil en el recinto.