El diario La Nación, junto a AEG Worldwide, usufructuará de tierras que son públicas y que el Estado le había cedido a Atlanta y solamente pagará 50 mil dólares mensuales al club. El miniestadio Buenos Aires Arena que está construyendo tendrá una capacidad para 16 mil personas que no sólo alterará la vida de quienes viven en sus alrededores sino que afectará directamente las finanzas del estado porteño, porque no pagará impuestos por 40 años. Según precisaron a PáginaI12 allegados al club, el diario La Nación, por contrato, “paga un canon de 30 mil dólares durante el tiempo que dura la obra y empezará a pagar 50 mil cuando comience a usufructuar el miniestadio”.

Los vecinos de Villa Crespo supieron del emprendimiento por una nota que el mismo diario La Nación publicó y a partir de ese momento empezaron a organizarse para repudiarlo. Y no se cansan de señalar que el Gobierno de la Ciudad jamás les informó sobre tamaña construcción.

“La Nación presentó su Arena, un moderno centro de espectáculos artísticos y deportivos”, anunciaba con bombos y platillos la empresa periodística el 23 de marzo la construcción del estadio cubierto más grande del país y de la ciudad.

 

Horacio Rodríguez Larreta trazó un paralelismo entre el estadio a inaugurarse y los de otras grandes ciudades del mundo, como Londres, Berlín y Nueva Orleans. Algo que los vecinos de Villa Crespo se encargaron de refutar. “El de Berlín está en un sitio alejado del centro (aun así provocó quejas importantísimas en su momento); el de Londres está retirado y en una zona industrial; el Madison Square Garden, en Nueva York, va a ser demolido en 2023 y está en una zona en la que hay oficinas y estaciones de tren”, sostuvieron.

AEG Worldwide, en su sitio de internet, expone descripciones de su adquisición y bajo el título “Instalaciones de AEG para administrar y operar un nuevo estadio de vanguardia en Buenos Aires, Argentina” describe al miniestadio como “El moderno espacio cubierto que puede albergar hasta 16.000 invitados”. Además afirma que tendrá “aproximadamente cien eventos por año, incluidos conciertos, espectáculos familiares, festivales, eventos corporativos y eventos especiales”.  

Más de cien shows por año en un barrio como Villa Crespo, de una población aproximada de 90 mil personas, significa que cada tres días “el barrio recibirá más de un sexto de su población”. Así expone un fragmento de la acción de amparo colectivo que la Fundación Ciudad llevó adelante con el patrocinio de Claudia Valeria Acuña en contra del Gobierno de la Ciudad. El recurso de amparo fue presentado el 21 de septiembre ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 3 para que interrumpan la construcción por violar los pasos que establece la ley 123 para el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental. 

“Estamos esperando que se resuelva el pedido de suspensión”, dijo el abogado Jonatan Baldiviezo, presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad. El especialista en derechos humanos y ambientalista explicó también que está próximo a presentar un escrito “para que se resuelva la medida cautelar más allá de la resolución del juez que se quede con la causa”.

La acción colectiva de amparo sostiene que la construcción del estadio viola los artículos 1, 26 y 30 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la Ley N° 123 al categorizar al proyecto de Estadio Buenos Aires Arena como de “Impacto ambiental sin relevante efecto”.

En cuanto a la reciente aprobación por parte de la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires de los Códigos de Urbanización y de Edificación, Baldiviezo indicó que “se recepta la ley que había autorizado el microestadio”, es decir, acentúa el curso de su construcción.

Cada vez que se erige una obra de esta magnitud, la Agencia de Protección Ambiental (APRA) debe avalar su construcción mediante procedimientos que estudien el impacto que tendrá en el lugar. La APRA emitió un certificado en el que aseguró que la obra tiene un “impacto ambiental sin relevante efecto”, por lo que se evitó así la realización de la correspondiente audiencia pública entre los empresarios adjudicatarios, los vecinos y el Gobierno de la Ciudad. 

El urbanista Andrés Borthagaray se refirió a las implicancias que conlleva una construcción de un estadio para 16 mil personas y cien espectáculos al año dentro del barrio de Villa Crespo: “En general, un estadio genera una cantidad de desplazamientos proporcional a su capacidad”. Y explicó que una construcción de tal magnitud “implica una infraestructura de accesibilidad por transporte público, infraestructura complementaria de servicio, a veces anchos de calzadas y veredas. En algunos países hay manuales de impacto y generación de viajes”. En cuanto a los niveles de ruido a los que se expondrá a los vecinos del barrio, Borthagaray dijo que en general en Buenos Aires los niveles de ruido “están por encima de los márgenes razonables”, y señaló que, además, de noche “el nivel de tolerancia es menor, según la OMS”. 

El especialista en urbanismo discrepó con que la obra sea “sin relevante impacto ambiental”. “Cuando hay más de 2500 metros cuadrados se trata de obras de relevante efecto, así lo dice el artículo 13 de la ley 125”, indicó. “Es muy discutible que no sea de relevante impacto y también discutible la disposición de interpretación urbanística que hace la evaluación posterior. De hecho, el sistema de interpretaciones urbanísticas por mera disposición da lugar de por sí a un margen muy amplio de discrecionalidad”, agregó.

En septiembre del año pasado, la Legislatura porteña aprobó la ley que dio vía libre a la construcción del microestadio en Humboldt 486. El proceso legislativo transitó varias modificaciones hasta llegar a la actual ley 5874. Le antecede la Ley Nº 4.270, sancionada el 30 de agosto de 2012, para crear allí un Centro Educativo de Nivel Inicial por parte del Ministerio de Educación. Dicha legislación, a su vez, provenía de otra ley, la 1643, sancionada en 2005, que en principio cedía tierras públicas por parte de la Ciudad al club Atlanta, para un miniestadio cultural y deportivo que finalmente desembocó en el ambicioso plan actual del microestadio.

Los vecinos denuncian que ya se les devaluaron las propiedades, que habrá más problemas con el transporte y que crecerán los ya ensordecedores niveles de ruido. Y se quejan porque imaginan que cuando esté funcionando el microestadio unos “1600 autos estarán en los alrededores buscando estacionamiento en un puñado de cuadras de Villa Crespo, el subte cierra muchísimo antes que la hora en la que suelen terminar los recitales. Y los trenes y colectivos bajan sus frecuencias de noche”. 

Y aclaran que no están en contra de que el club avance, sino en contra del “negocio privado del espectáculo”, por eso reclaman que solamente se realicen actividades deportivas en el microestadio de Atlanta.