Los pasillos de Tribunales son, mayormente, oscuros tanto como los despachos de los jueces de la Corte Suprema. Los cortesanos dialogan entre sí con pompa y circunstancia, de ordinario en voz baja. Sin embargo, se filtraron conversaciones que mantuvieron durante los Acuerdos en los que cabildeaban sobre sentencias recientes o próximas a llegar.

En la Casa Rosada se enteraron de cómo venía la mano. Hubo llamadas a algún Supremo en pos de persuadirlo para que cambiara su voto. Fracasaron en el intento.

Los cinco magistrados pactaron reunirse sin sus asesores letrados que comparten esas tenidas, acusándolos tácitamente de la filtración.La conducta sin precedentes cercanos trasunta alta desconfianzainterna que se proyecta por encima de los asesores aunque eso no se verbalice en alta voz. Por eso, la reducción de participantes vino acompañada por una reducción de los diálogosentre los cinco Supremos.

Cuando el martes 18 se decida respecto del reclamo de un jubilado sobre el reajuste de haberes dispuesto por el Ejecutivo cada cortesano llegará con su voto escrito, sin saber del todo cómo y con qué fundamentos resolverán sus pares.

Todo indica que el 3-2 favorable al reclamo del jubilado Luis Orlando Blanco está garantizado: Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti. El enigma finca en las resoluciones del presidente del cuerpo Carlos Rosenkrantz y de la doctora Elena Highton. Podrá ser 4-1 o 5-0, se dilucidará pronto.

Rosenkrantz perdió 4-1 en el debate sobre la extensión del “2x1” a los autores de crímenes de lesa humanidad. Comanda el Tribunal pero su voto vale uno y no consigue congregar apoyos.

Hay mucho dinero en juego y el oficialismo privilegia el pago de la deuda externa sobre el “gasto social”. Habrá que ver como se sentencia, renunciando a la tentación ludópata de apostar un resultado.

Este fallo coronará la agenda de cuatro preanunciados por el Tribunal. Una exigencia o una sugerencia (según quien lo cuente) de Lorenzetti, Maqueda y Rosatti a Rosenkrantz. Es un mecanismo sano que limita la discrecionalidad del presidente, diferenciando positivamente a Rosenkrantz de Lorenzetti, antecesor en la presidencia. 

La repetición del esquema en el año próximo forma parte de las negociaciones (o pulseadas, quién sabe) entre Sus Señorías que atisban con ansias la feria de enero.

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Comodoro Py ocupó el centro de la escena todo el año y le falta ponerle un broche. El expediente originado por las denuncias del chofer Centeno se expandió azogando al establishment económico. La alegría empresarial por ver funcionarios kirchneristas presos o procesados se empañó cuando el maremoto empapó a Paolo Rocca o las citaciones llegaron a Franco y Gianfranco, padre y hermano del presidente Mauricio Macri. Desde la Asociación de Empresarios Argentina (AEA) y desde la prensa in the pendiente brotaron reclamos de ayuda. 

Dos argumentos se volcaron en apelaciones y charlas de quincho.

  • El primero es que, si alguien pagó coimas, fue presionado de modo irresistible por los funcionarios. No se trataría pues de cómplices de un cohecho (los que dieron la dádiva) sino de víctimas (y al unísono actores necesarios) de ese delito. Un hallazgo de la imaginería jurídica.
  • Otros, más sutiles o menos temerarios, se “conforman” con que se los dispense del cargo de asociación ilícita que jueces y fiscales reparten como si dispusieran de una generosa piñata. Ese aditamento sirve para agravar la pena de cualquier delito, un hobby predilecto en los juzgados federales.

Desde la Casa Rosada y zona de influencia se reconfortó a los popes empresarios. La Cámara Federal aliviará la situación de todos o de casi todos,prometen… en nombre de otro poder del Estado. Incurren en una conducta ajena a los textos jurídicos pero verosímil en Macrilandia (ver nota principal). Si se confirmara la versión, quedaría trazada una línea divisoria entre el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli versus la Cámara. 

De nuevo, es prematuro avanzar con especulaciones y lecturas. Conviene esperar a las sentencias, tal vez estén al caer.