Otro de los factores que determina el acceso y la calidad del empleo de los jóvenes en la Ciudad es su lugar de residencia y sus trayectorias educativas, dos elementos que no pueden leerse aislados en una ciudad en la que vivir en la zona sur implica una mayor dificultad para acceder a las escuelas públicas.

Los jóvenes que habitan en las comunas del sur presentan condiciones menos favorables para la inserción laboral y trayectorias educativas más precarias. Esto es muy importante porque la relación entre el mundo educativo y el mundo laboral es muy fuerte: el ingreso al primer empleo está fuertemente condicionado por la posesión de una credencial educativa o del capital social que tienen los jóvenes según sus ámbitos sociales de pertenencia.

Los jóvenes de los sectores más vulnerables, que no tienen estas credenciales o cuyas credenciales están más devaluadas –por ejemplo, aquellos que no terminaron la secundaria o la terminaron a una edad más avanzada– tienen menos posibilidades de insertarse en empleos de mejor calidad”, aseguró Vilma Paura, especialista en Planificación y Gestión de Políticas Sociales. 

En este sentido, los datos del Cesba son contundentes: “Entre los jóvenes de sectores socioresidenciales menos vulnerables, 60 de cada 100 desocupados son estudiantes universitarios, solo 6 de cada 100 abandonaron el secundario y el 43.6 por ciento está ocupado en la economía informal, mientras que entre los jóvenes de los sectores más vulnerables casi 30 de cada 100 abandonaron el secundario, la proporción de quienes estudian carreras de nivel terciario es baja y 68.3 por ciento está ocupado en la economía informal”.

“Los jóvenes con menores credenciales se insertan en empleos más precarios, tienen menos posibilidades de negociar sus ingresos, trabajan en peores condiciones, más horas y sin protección. Todo esto vulnera la construcción de sus subjetividades porque reproduce la idea de que hay personas que merecen trabajar en condiciones dignas y otras que no tienen más alternativa que aceptar lo que tienen como lo único a lo que pueden aspirar. Y esto es muy grave porque reproduce y refuerza las condiciones de desigualdad material y simbólica”, analizó Paura.