A Don Draper le hubiera encantado reconvertir a Papá Noel con los colores de cierta gaseosa, claro que antes se le había ocurrido a otro genio del marketing. Los primeros dos, valga la aclaración, son personajes ficticios pero tienen una tremenda vigencia en nuestro presente. Basta con ver el arbolito en el rincón de casa o meter en una charla sobre series un bocadillo acerca de esa ficción llamada Mad Men. Los verdaderos hombres de la publicidad analiza el impacto de esta industria en el american way of life pero mirando por el espejo retrovisor de la notable obra de Matt Weiner que tomó como trasfondo el universo del marketing. Los cuatro episodios serán emitidos hoy desde las 19 hs por el Smithsonian Channel.

A través de entrevistas con ejecutivos de agencias, spots clásicos, y con la participación del elenco de la serie se establece una suerte de juego entre lo que generó esa ficción y cómo se transfiguró efectivamente la cultura occidental en el camino. La gesta del proyecto se dio cuando se donó parte del vestuario y de la utilería del programa que aquí emitiera HBO a uno de los museos de la institución. “La serie es significativa por sus comentarios y reflexiones sobre la historia. Tomamos esto como un punto de partida: ¿qué revela esta ficción sobre la historia de la publicidad y qué nos dice esa historia sobre nosotros mismos?”, expresó Tim Evans, uno de sus productores. 

El inicio será con la posguerra en los ‘50, el arribo de la tevé y la creación de un nuevo mercado de consumidores. Por otro lado, el documental ofrece una mirada sobre cómo se trabajaba tras bambalinas y aseguran que las historias son más dramáticas que las de la ficticia agencia Sterling Cooper & Partners. Los dos capítulos siguientes (‘60 y ‘70) tratan sobre aquello que trabajó Thomas Frank en su libro La Conquista de lo Cool (editado al castellano por Alpha Decay), sobre el movimiento de jujitsu en el que la publicidad se aprovechó de la fuerza de su oponente junto con las ideas de rebeldía, libertad, juventud y antiestablishment. “De cara al desastre incomprensible, los espectadores elegimos soñar con un paraíso capitalista perdido en el que los individuos son algo valiente y rentable. Mientras lo hicimos, el capitalismo verdadero se estuvo derritiendo en el aire -como lo hace en la secuencia de títulos de Mad Men- hasta caer en un abismo de recuerdos dudosos y desesperados”, escribió el autor en aquel libro. En consonancia con dicha idea los creadores señalaron que los hombres reales de la avenida Madison “captaron la contracultura de un golpe, con irreverencia e ironía y como resultado cambió al negocio por siempre”. 

Finalmente, el último capítulo está destinado a la era Reagan, a los años de la “codicia es buena”, los mega anuncios de Super Bowl, la guerra de Pepsi y Coca, celebridades en infomerciales, y que, en cierta forma permite imaginarse que habría sucedido con Mad Men de haber retratado los años que le siguieron. En los fosforescentes ‘80 ya no había doctores recomendando cigarrillos pero una adolescente Brooke Shileds seducía con sus jeans Calvin Klein. “Las publicidades son una capsula en el tiempo, a veces son graciosas y por momentos horripilantes porque reflejan los valores reinantes en cada era”, sentenció Tim Evans.