En el peor año económico desde 2002, trabajadoras y trabajadorxs formales e informales tomaron fábricas, hospitales, organismos del Estado e incluso espacios sindicales para decir Basta al ajuste del Gobierno, la flexibilización laboral, los despidos indiscriminados y todas las formas de violencia en los ámbitos laborales. Produjeron su propio tiempo de desobediencia al patriarcado y al capitalismo resistiendo en cortes de rutas y calles. Para denunciar que las principales afectadas son las mujeres y los cuerpos feminizados. Mirá Cómo Nos Ponemos Si Nos Despiden fue contraseña expandida hacia todas las opresiones. Impusieron potencia feminista a los aprietes patronales y  los cordones represivos de las fuerzas de seguridad. Es imposible contabilizar la marea cuando son miles las que avanzan contra el ajuste del neoliberalismo; apenas pueden tomarse hitos que continúan en pie de alerta. El Hospital Posadas, el INTI y Siam son algunos ejemplos centrales que crearon una defensa de los puestos de trabajo en clave feminista. Sin eufemismos, reclamaron paridad, jerarquización de sus oficios y se pronunciaron contra toda clausura de sus autonomías. Las cifras auguran peleas amargas en el nuevo año. Sólo al comienzo del segundo semestre de 2018 el Indec confirmaba una desocupación total superior a las 2 millones de personas. Las mujeres jóvenes fueron las más perjudicadas: en las de entre 14 y 29 años el desempleo aumentó del 19,8 al 21,5 por ciento, mientras que en los varones de esa franja pasó del 15,4 al 17,3 por ciento.      

“Por todo este escenario las acciones sirven para organizarnos y defendernos más allá de nuestros puestos de trabajo. La única salida es hacer causa común con todos los sectores en conflicto y salir a las calles.” La enfermera María Angélica Brites fue despedida en enero de 2018 del Hospital Posadas. Desde entonces hizo de la palabra lucha una señal para multiplicar organización en 2019. “Comenzó cuando quisieron implementar doce horas nocturnas perjudiciales para el personal de salud y la atención de lxs pacientes. Se recortaron unidades y despidieron a compañeras con enfermedades terminales. Obtuvimos amparos judiciales, la dirección nunca se hizo eco y hoy contabilizamos unos 1.600 despidos. Pero seguiremos resistiendo.” La ronda de cada miércoles a las 11.45 marca ese aguante masivo frente a la impunidad. “Sabemos que vamos a volver porque la situación es política. Tiene que ver con lo que el pueblo decida en las próximas elecciones para que resolvamos la situación, no sólo del Posadas sino de todos los despidos de este Gobierno para desmantelar el Estado.” 

Este mes se cumple un año desde que la trabajadora del INTI y secretaria general de CTA Capital-Regional Norte, Giselle Santana dijo que En Inti No Sobra Nadie, consigna surgida el 26 de enero de 2018, cuando las autoridades del Instituto Nacional de Tecnología Industrial comunicaron la decisión del Gobierno de despedir a 258 compañerxs. Desde entonces permanecen en la planta en asamblea permanente. “Fue un año signado por el ataque del Gobierno a la clase trabajadora en todas nuestras conquistas y derechos. Lo sufrimos sobre todo los organismos de Ciencia y Tecnología, que comenzamos 2018 enfrentando un proyecto de desguace y privatización con las herramientas históricas de nuestra clase”. Decantó la experiencia extraordinaria de obligar a retroceder al Gobierno en su política de vaciamiento. “Lo hicimos las trabajadoras del sector en unidad con compañeras de Ciencia y Tecnología. Logramos una gran coordinación desde las bases que también nos permitió dar peleas vinculadas con derechos específicos en esa marea verde que sacudió a nuestro país el 13 J y el 8 A, que incluía la anulación de todas las imposiciones del sistema capitalista y patriarcal.”  

Las mujeres de Siam están viviendo jornadas históricas desde la semana pasada, cuando el Juzgado laboral N° 41 falló a favor de la “reinstalación” de la delegada Alejandra Vercellino a su puesto de trabajo, que se suma a la reincorporación de siete despedidos. El 12 de noviembre la echaron junto con otros 19 trabajadores por el Grupo Newsan, que terminó en 165 despidos sin causa e ilegales. “Trabajamos en Siam desde que se inauguró, en 2014. Siempre sujetxs a trabajar mucho por poca plata. Llegamos a fabricar mil heladeras en un día y el único regalo que nos dieron fue no cobrarnos la jornada de comedor, que costaba 6 pesos.”

Alejandra y otros compañeros tomaron las riendas gremiales sin el reconocimiento de la empresa La planta se intervino y las elecciones se esfumaron. “Necesitábamos delegados de base para que nos defendieran de la empresa que atacaba desde lo económico.” Las asambleas externas crecieron hasta la debacle de este año, cuando llegaron los despidos para convertir la fábrica en un depósito de mercadería que importan de China y Turquía. El acuerdo ley 14.504 con el Estado en 2012 sobre los terrenos donde funciona Siam y el compromiso de garantizar 600 puestos de trabajo se incumplió y redujo la planta a 60 personas que cuelgan de un pincel. “Reclamamos que se cumpla esa ley para nuestra reincorporación. Con más acampes pacíficos, con nuevos cortes y en las calles, acompañadas por el movimiento de mujeres. Ya entregamos cartas a la gobernadora María Eugenia Vidal y creamos la Comisión de Mujeres.” Como ocurrió en el INTI y el Hospital Posadas, en Siam la lucha nunca fue en soledad. Las mujeres de Coca Cola, Aeronavegantes, Nordelta, Ingenio Ledesma, docentes y Línea 144 se les unieron para denunciar públicamente que represión y despidos también son violencia contra mujeres, lesbianas, trans y travestis.

“Los fallos por nuestra reincorporación constituyen una conquista particular de las trabajadoras, que siempre nos mantuvimos firmes y estamos en la primera línea cuando nos reprimen. La marea verde salió desde las fábricas no sólo por el derecho al aborto, contra las violencias de género y los femicidios, sino contra la discriminación y los despidos. Vamos a hacer caer a ese sistema patriarcal y machista porque allí donde nosotras estamos la lucha nunca se termina.”