Desde Brasilia

Jair Bolsonaro rindió cuentas sobre su primera semana de gobierno, signada por gaffes, ante banqueros y generales reunidos en el Palacio del Planalto. Como si fuera un soldado se cuadró ante el “superministro” Paulo Guedes a quien alabó por ser alguien que “conoce mucho, pero mucho más de economía que yo”. Esa disculpa pública fue dirigida en simultáneo al jefe de la cartera de Economía y al mercado financiero en su conjunto que la semana pasada frunció el ceño ante la incontinencia verbal de Bolsonaro sobre la reforma previsional y el Impuesto a las Operaciones Financieras.

La sucesión de equívocos en seis días de gestión preocuparon hasta al columnista “senior” del grupo Globo, Merval Pereira, que a pesar de su adhesión a la administración recién iniciada sugirió ayer que Bolsonaro aprenda “rápido” a lidiar con la cosa pública. Igual que Pereira otros analistas de la prensa del poder escribieron este fin de semana sobre la convenciencia de que el jefe del Ejecutivo se atenga a las directrices de Paulo Guedes.

En su discurso, el presidente pareció tomar nota del apercibimiento del establecimiento periodístico cuando comentó su simpatía por Guedes, de quien recordó su paso por el Colegio Militar. Después de esa formación castrense el ministro se doctoró en economía en la Universidad de Chicago y más tarde recaló en el Chile de Augusto Pinochet donde se relacionó con José Piñera, hermano del actual presidente Sebastián, y arquitecto de la reforma previsional andina.

La idea del bloque financiero brasileño, asociado a fondos de inversión extranjeros, es “chilenizar” el sistema jubilatorio a través de una reforma de la Constitución que necesita ser aprobada en el primer semestre de 2019. Lo que se impulsa es un shock ultraliberal antes de una eventual declinación de la popularidad del mandatario, ubicada en el 65% según la  encuestadora Datafolha.

“Hay que aprovechar esta luna de miel y que el Congreso está más receptivo a medidas osadas como la reforma”, recomendó Mailson da Nobrega, exministro de Hacienda y responsable de la consultora Tendencias.

Entre la premura del mercado y la aprobación popular aparece otro sondeo, también de Datafolha según el cual siete de cada diez brasileños rechazan cambios en la jubilación. Esta reprobación popular es similar a la observada en encuestas realizadas durante el gobierno de Michel Temer que intentó y no pudo acabar con la previsión para dejar a la población inmerme con lo cual se espera pavimentar la entrada de las AFJP.

Bolsonaro aceptó ayer que carece de formación económica así como presumió de conocer “un poco más de política que el ministro Guedes”. Lo dijo ante el propio Guedes, fundador del banco BTG Pactual, al lado de quien estaba el flamante titular del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) Joaquim Levy, que hasta hace un mes era funcionario del Banco Mundial y antes fue ejecutivo del Banco Bradesco.

Ya sobre el final del discurso Bolsonaro prometió abrir la “caja negra” del BNDES para indagar sobre los créditos concedidos a Venezuela y Cuba, países no mencionados pero a los que se refirió de manera implícita. Y fue uno de los asuntos repetidos durante la campaña electoral de octubre. Anunció que la nueva gestión del BNDES tendrá que eliminar la “confidencialidad” de esos contratos, entre los cuales podría estar la construcción del Puerto de Mariel en Cuba que recibió cerca de 900 millones de dólares del BNDES.

En el auditorio del Planalto se encontraban los generales Hamilton Mourao, vicepresidente, su colega Augusto Heleno que es el ministro de Seguridad Institucional y Carlos Alberto dos Santos Cruz responsable de la cartera de gobierno.

El mandatario manifestó su “certeza” de que se alcanzará el éxito de un gobierno que tiene “este equipo económico y cuenta con los militares de las Fuerzas Armadas cuyo valor es reconocido” por la opinión pública.

En los rituales de los actos públicos y las declaraciones de estos primeros seis días del nuevo régimen se observa que el capitán retirado no logra imponer su autoridad sobre los altos mandos de las Fuerzas Armadas.

Tres militares de alto rango consideraron “innecesaria e inoportuna” la instalación de una base de Estados Unidos, tal como lo prometió Bolsonaro al secretario de Estado Mike Pompeo, escribió el diario Estado de San Pablo el sábado.

La radicación de ese complejo estadounidense destinado a reforzar la presión sobre Venezuela posiblemente sea la piedra de toque del acercamiento con Donald Trump que, junto a la alianza con Israel, son las señas distintivas de la política externa.

En un reportaje que apareció este fin de semana en el portal de la BBC el general Santos Cruz relativizó el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, prometida por Bolsonaro a Benjamin Netanyahu.

El premier israelí y Pompeo fueron los personajes más sonados de la ceremonia de pose del martes primero de enero.

Si desde los altos mandos castrenses se expresan divergencias sobre dos temas de la estrategia internacional, desde la oposición los cuestionamientos son más rotundos. El ex canciller Celso Amorim, jefe de la diplomacia durante los dos gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, sostuvo que aceptar una base norteamericana “puede resultar en la importación de conflictos que no son nuestros”.