Fan, lo que se dice fan, fan... es decir fanático, sólo he sido, en mi adolescencia, de los Beatles. Lo curioso es que lo sigo siendo después de medio siglo. En la actualidad estoy publicando un nuevo disco muy influenciado por su obra. Especialmente una canción de ellos me remite a la más pura adolescencia. Se llama “El diablo en su corazón”. ¿Por qué esa entre tantas genialidades? Porque yo venía de escuchar durante mi infancia y pre-adolescencia mucha música de todo tipo: ópera, clásica (mucho Beethoven y Bach), y popular de todo tipo, dado que tenía cinco hermanas que se la pasaban cantando, bailando y yendo a fiestas. En fin, una verdadera ensalada de música, pero sin quedarme pegado a nada. Escuchaba, tarareaba, a veces en el baño me esforzaba por reproducir arias de ópera. Pero la primera vez que una canción se me metió por el oído debajo de la piel fue esa, curiosamente no era una canción compuesta por los Beatles, sino un cover, obra de un tal Richard Drapkin. Tal vez porque la cantaba George Harrison y negaba todo el tiempo lo que John Lennon y Paul McCartney le advertían al cantor. “Ella te va a romper el corazón, ella tiene el diablo en su corazón”. La comenzamos a reproducir con mis hermanos y hermanas haciendo voces, es decir, a interpretarla con dedicación. Yo apaleaba unas cajas de sombreros de mi abuela con unas pinceletas largas, mi hermano Francisco la tocaba en la guitarra, y la canción se me fue metiendo como el diablo en el corazón del protagonista. A partir de entonces no pude parar de sacar los temas, de aplicar mis limitados conocimientos guitarrísticos aprendidos a través del folklore a las curiosas armonías y melodías de los fabulosos cuatro. 

Y en eso se me ha ido deslizando la vida: en componer como ellos lo hubieran hecho, en armonizar las voces como ellos, evitando ser tan obvio como para caer en el plagio. Creo que lo que me ponía los pelos de punta en los Beatles era su forma de interpretar. Haciendo versiones de temas ajenos eran casi tan buenos como inventándolos. Le ponían un sentimiento y una precisión tan cautivante que a un chico de catorce años como yo le trastocaba todos los esquemas musicales. Más que nada por el canto, la forma de cantar. Yo había escuchado mil veces a los astros de moda que veneraban mis hermanas mayores: Elvis Presley, Paul Anka, Neil Sedaka. Pero no me movían un pelo. Ni hablar de los ídolos locales del Club del Clan y los Sábados circulares. Encima, para peor, un programa ómnibus de la tele: Sábados continuados, habían tenido el tupé de traer unos Beatles falsos, llamados “The American Beetles”, unos gringos que andaban timando a los latinoamericanos desprevenidos, sembrando la confusión con una copia de los peinados y las ropas de los auténticos, cantando, en vez de “Twist y gritos”, una versión descolorida de “La Bamba”.

Ese tipo de artimaña comercial sólo me hacía ir con más entusiasmo al wincofón a escuchar a los verdaderos Beatles y especialmente a reproducir sus coros y solos de guitarra.

Por eso añadimos con Pedro y Pablo el punteo final de esa canción en la resolución del tema “La legión interior”, en la correcta interpretación de Jorge Durietz. En homenaje al tema que me inició en el fanatismo por la obra los Beatles y que hasta el día de hoy sostengo con amor y devoción. Fue para mi como el ABC de la nueva música, como esos libros de lectura de primer grado a partir de los cuales uno descubre las letras, los números y las palabras. Esa canción me abrió los ojos y oídos a un novedoso nivel de audición, que no reñía para nada con todo lo que había ido acumulando en mi formación de melómano. Debo agradecerle a esa canción el que le diera la razón a George Harrison, cuando sus compañeros le decían que ella tenía el diablo en su corazón y él repetía: “No, no, no puedo creerlo”. No era el diablo, era la música que modificaría el siglo y la cultura popular. Eran los Beatles los que se me metían en   el corazón.



Miguel Cantilo es pionero del rock nacional, fundador con Jorge Durietz del dúo Pedro y Pablo. Músico, compositor y escritor, actualmente se encuentra presentando su disco Día de sol (Che Discos) y su libro Poesía cardinal (Editorial Autoría). El evento será el sábado 26 de enero a las 21 en Circe Fábrica de Arte, Av. Córdoba 4335.