Los bancos empezaron este año mostrando ganancias sorprendentes. La acción del Grupo Financiero Galicia subió 31 por ciento en enero. El Banco Supervielle registró un avance del 22 por ciento y el Banco Macro, del 19. La recuperación de estas empresas tras la crisis cambiaria de 2018 no es una casualidad. Las entidades financieras están obteniendo rentabilidades extraordinarias por la política monetaria. La semana pasada distintos economistas se cruzaron por los beneficios redundantes (innecesarios) que el Banco Central ofrece a la banca. Hubo uno que incluso los cuantificó en más de 150 mil millones de pesos por año. El equivalente es 4 mil millones de dólares o 1 punto del Producto Bruto.

La cuenta para entender esta ganancia extraordinaria que paga el Central a las entidades financieras no es difícil. Los números que interesan son pocos pero importantes. El primer dato para considerar es la cantidad de depósitos que tiene el sistema financiero. Se trata de 2,780 billones de pesos. El otro dato es la cantidad de préstamos que tiene la banca en cartera. Suman 1,527 billones de pesos. Esto implica que 1,350 billones de pesos de los depósitos no se destinan a dar créditos. Los criterios prudenciales obligan a no prestar y mantener en forma de encaje una parte de ese monto. Son 581 mil millones de pesos. El resto es dinero que los bancos tienen disponible. La cifra se eleva a 769 mil millones de pesos. 

El destino productivo de este dinero disponible podría ser el financiamiento de proyectos de mediano y largo plazo para la economía real. Pero los bancos lo están usando para hacer negocios de corto plazo con elevado rendimiento. La banca lo invierte principalmente en las letras Leliq del Banco Central. El último dato de enero indica que el stock de Leliq se ubicó en torno de los 750 millones de pesos. El monto es casi idéntico en relación con el de los depósitos disponibles (que no se prestaron y que no se encajaron en forma prudencial).

Los bancos son los únicos que pueden invertir en estas letras, que en promedio generan una ganancia cercana al 60 por ciento anual. El resto de inversores con dinero líquido accede a instrumentos en pesos que rinden en torno al 40 por ciento anual. La ganancia redundante (innecesaria) que, para algunos economistas, le está generando el Banco Central a las entidades financieras se produce por este motivo. La autoridad monetaria le está pagando tasas 20 puntos mayores a los bancos respecto de lo que conseguirían invirtiendo ese dinero en otro instrumento del mercado como un bono en pesos del Tesoro. 

El beneficio extraordinario que embolsan las entidades financieras no es menor. Los 769 mil millones de pesos invertidos a tasas del 40 por ciento anual arrojan una ganancia de 308 mil millones. El mismo dinero invertido a tasa del 60 arroja una ganancia de 461 mil millones. La diferencia de casi 154 mil millones es el premio no justificado que se están llevando los bancos por acceder a las letras del Banco Central. 

La solución propuesta en la city para remediar estos beneficios injustificados es simple pero efectiva. Los 769 mil millones de pesos de depósitos disponibles (no encajados por criterios prudenciales ni prestados) deberían pasar a ser encajes remunerados (distinto al encaje normativo que no se recompensa con interés) y pagar la misma tasa que pagan los bancos a sus clientes para captar nuevos depósitos (40 por ciento).

La medida implica que los bancos deberían desarmar sus posiciones de Leliq para cumplir con estos encajes remunerados. Pero la clave está en que el Central les sigue garantizado un dinero suficiente para que no tengan que bajar las tasas de plazo fijo que ofrecen a sus clientes y que en los últimos meses funcionaron para sostener la demanda de dinero. Lo único que se comprime con esta medida es la renta extraordinaria de más de 150 mil millones de pesos que hoy reciben las entidades financieras sin hacer una tarea que lo justifique.