La mitología gorila suele afirmar que antes de llegar Perón al poder, no se podía caminar por el Banco Central ya que se encontraba repleto de lingotes de oro. El mito continúa señalando que al asumir la dictadura de Lonardi, las arcas del Central ya estaban vacías. Algunos llegan incluso a sostener que parte de ese oro se lo llevó el general en la cañonera paraguaya donde se refugió, al producirse el golpe de Estado que terminó anticipadamente con su segundo mandato.

Sin embargo, sólo el 25 por ciento de las abultadas reservas que Argentina acumuló durante la segunda guerra mundial se encontraban invertidas en oro dentro del BCRA. El 75 por ciento restante se encontraba fuera del país, mayormente en una cuenta dentro del banco de Inglaterra, en activos nominados en libras que Argentina no podía utilizar, por haber aceptado su no conversión a oro ni a terceras monedas en tiempos de Ortiz. Como señala el historiador Jorge Fodor, la no conversión de la libra llevó a Inglaterra a restringir las exportaciones a Argentina ya que podía abastecerse de nuestras materias primas a cambio de prácticamente nada, sólo bastaba anotar el saldo deudor en una cuenta en libras bloqueadas de su propio banco central. Al terminar la segunda guerra, Perón utilizó esos saldos para cancelar la deuda con Inglaterra (se había mantenido hasta ese momento aun cuando costaba más que lo que nos pagaban por las libras bloqueadas) y la nacionalización de los ferrocarriles.

Unos setenta años después, los ingleses vuelven a apropiarse de las reservas de un país latinoamericano. Con la excusa de la crisis institucional y su desconocimiento del gobierno de Maduro, se niegan a transferir 1200 millones de dólares en oro que el banco central venezolano tenía depositado en Inglaterra. Mientras tanto, EE.UU. otorga el manejo de las cuentas del Estado venezolano y su petrolera al opositor Guaidó, que se autoproclamó presidente con el apoyo de las potencias occidentales y sus satélites. Esa situación debe ser un llamado de alerta para Argentina, cuyas reservas se encuentran invertidas mayormente en el exterior. Incluso en 2017, Sturzenegger envió a Inglaterra 11 toneladas de oro (462 millones de dólares) de nuestro Banco Central, con la excusa de obtener un mayor rendimiento tras ser asesorado por Demian Reidel, un físico del Balseiro que hizo carrera en el JP Morgan y Goldman Sachs.

La agresiva política exterior de las potencias en América Latina, fomentando golpes institucionales cuando asumen gobiernos no alineados a su política exterior, deben llevar nuestra atención a los aspectos geopolíticos de las finanzas internacionales. Por ejemplo, el antecedente Griesa de bloqueo de las cadenas de pagos de la deuda argentina a pedido de los fondos buitre fue luego aplicado por Trump para obstaculizar el pago de sus deudas por Venezuela. La reciente incautación de las reservas y cuentas de PDVSA ya había sido una práctica aplicada sobre Libia para voltear a Gadafi. Las cuentas de la petrolera y banco central del Estado Libio fueron embargadas en 2011, y no han sido devueltas aún al pueblo libanés.

@AndresAsiain