Let’s talk about sex, baby. De un tiempo a fecha, numerosas son las cuentas feministas de IG que hablan con franqueza de sexualidad, dispensando consejos de lo más provechosos para pasársela espléndidamente bien en compañía o solitud. Encantadoramente ilustrado cada posteo, dicho sea de paso, eludiendo con picardía los tabúes de la susodicha red social (pronta a sacar las garras censoras, sobra decir, ni bien asoma un pezón o sangre menstrual). Dónde y cómo tocar, rozar, palpar, con qué presión, ritmo, regularidad, son algunas de los tips que pueden hallarse en Jouissance Club, Clitrevolution, Je m’en bats le clito o Merci beaucul, donde se discurre además sobre los méritos de ciertos sex toys, sobre masturbación femenina, sobre penetración anal, sobre la relación entre líbido y reflexología, sobre cómo estimular la imaginación sin recurrir a apoyaturas visuales, por citar algún que otro tema. Y sí, los consejos están en inglés y francés, pero la que quiere celeste, que le cueste un copy-paste sobre Google Traslate, una pavada de sencillo.  

Historias demasiados breves. “Por cada minuto de estimulación clitoriana sugerida en pantalla, hay una hora de coito: eso es lo que yo llamo las matemáticas sexuales al estilo Hollywood”, se indigna la muchacha estadounidense detrás de The Feminine Critique, cuenta de IG que analiza escenas de sexo en cine y tevé para hacer patente cuán pobre y repleta de clichés es la representación del placer femenino en la cultura pop. Retrato de un universo narrativo dominado por “la supremacía del falo blanco”, en palabras de la instagramer –que discurre en sus entradas sobre series como Jessica Jones, Empire, cintas como Clueless, Twilight, Mr. & Mrs. Smith– del sexismo y racismo que devuelve el televisor.   

¡Se rebeló Barbie! Hasta la coronilla de ser chica florero, la famosa muñeca Mattel de piel plástica y medidas imposibles continúa desmarcándose de los arquetipos que la hicieron famosa en la sardónica Trophy Wife Barbie, cuenta que la muestra como “una mujer moderna” –en palabras de su creadora, la sudafricana Annelies Hofmeyr–: plácida con sus rollos, su celulitis, sus pelitos en sobaco y piernas. Prende además fuego el corpiño, fuma y bebe que da calambre, menstrúa, putea; digamos, lo habitual.   

Celebrando las historias de las mujeres. ¿A la pesca de sugerencias para incitantes venideras lecturas? ¡Hay rauda solución! Porque, como recordarán cabecitas memoriosas, tres años atrás lanzó la actriz y activista Emma Watson un club de lectura bimensual, expresamente feminista e interseccional. Pues, Our Shared Self tiene cuenta de Instagram, donde además de compartir los títulos cuidadosamente curados, invitan a un foro de discusión online, sumando entrevistas a figuras relevantes –cuando no, a las propias autoras– que invitan a zambullirse en la sorora reflexión. ¡Oh!, Reese Witherspoon ha hecho lo propio, su selección literaria también se encuentra en IG.

Arte que te quiero, arte, que te quiero ver. “Es fascinante para mí que hoy se hable de artistas que fueron pasadas por alto hace 500 años, mujeres que debieron haber tenido un empuje y una ambición impresionantes para haber trabajado en un campo donde les estaba vetada la formación, la enseñanza. Cierto es que muchas, la mayoría, no acabaron en libros de historia, pero existe información sobre sus vidas y obras, en buena parte gracias a los esfuerzos de feministas como Linda Nochlin y Ann Sutherland Harris”, señala la joven curadora e historiadora del arte Katy Hessel. Perseverante damisela brit que, desde hace unos añitos, regentea imperdible joya de la web: la cuenta The Great Women Artists, donde a diario rescata del relativo olvido a nombres más y menos conocidos –cuando no, ignotos– de la pintura, el grabado, la escultura, la manifestación multimedia, la cerámica, la fotografía, la performance, la realización experimental... Sumando, además, mujeres contemporáneas, instaladas o en ascenso. Así, a modo de ecléctica galería online, artistas de las más diversas latitudes y épocas (desde Gentileschi, Kauffman, Vigée Le Brun, Lemoine, hasta Niki de Saint Phalle o Judy Chicago, sin dejar de mencionar a la chicuela nigeriana Toyin Ojih Odutola) tienen espacio en su espacio IG. 

Idem misión le cabe a la española Sara Rubayo, aka La Gata Verde, que usa la red social con símil intención: la divulgación arty con perspectiva de género, en ocasiones aunando info bajo tópicos de lo más interesantes (si quiere enterarse de los vínculos entre pintura y cocina, bien puede entrar a su cuenta de IG o, dato extra, de YouTube). 

Moda pictórica. Porque en IG hay de todo como en botica, los ojitos que se bandeen hacia gustos hiperespecíficos encontrarán su poción en la red: quien guste, por caso, echar lupa sobre obras pictóricas para apreciar los detalles fashionistas (crinolinas, enaguas, encajes, sandalias, corsés...), solo necesitan entrar a Art Garments, de un encanto imposible y ciertamente segmentado.   

Bonus arty. La que avisa no traiciona; activísimas en IG, rompedoras artistas feministas como Cindy Sherman o las Guerrilla Girls, que no solo tienen cuenta para levantar material: sacan provecho a las herramientas digitales de la app para pergeñar material exclusivo, obras hijas de esta era web. 

Las agujas afiladas. ¿Existe el bordado feminista? Claro que existe, y cada vez más cuentas dispensan lemas empoderados mononamente decorados a través de la susodicha manualidad. Yes Stitch Yes, Subversive Cross Stitch, Fembroidery, algunos ejemplos de la red.  

Ciencia y tecnología. Biólogas, matemáticas, astrofísicas, ingenieras biomoleculares, damiselas especialistas en ciencias robóticas, en ciencia marina, en nanomedicina, en geoquímica orgánica; en resumen, mujeres de los campos STEM. Ellas comparten en el espacio Women Doing Science su vital laburo, a menudo invisibilizado, ilustrado cada significativo relato con retratos que las muestran en pleno actividad científica, entre pipetas, microscopios o algas marinas, según cual sea su campo de acción. Una cuenta inspiradora que reúne ejemplos de todas las latitudes: Alemania, Tailandia, Polonia, Estados Unidos, México, y así.  

La idea fija. Una verdadera oda al coño Look At This Pussy, cuenta de dos californianas con nombre ciertamente gráfico que se carga tabúes –y las estrictas políticas de IG– con desfachatado y humorístico enfoque: finalmente, no hace sino la dupla hallar formitas de vaginas por doquier. En la natura, en los más variopintos alimentos, en cortinados, en zapatillas, en instrucciones de evacuación...