Si bien el presupuesto actual de la Secretaria de Deporte es mucho menor que, por ejemplo, el de varios municipios de Colombia o Chile, al menos pensé –equivocadamente– que se mantendría una cierta dignidad con respecto al destino del deporte en la Argentina.

A las preguntas urgentes sobre las numerosas fuentes laborales acechadas con los cambios propuestos desde el Decreto que convierte a la Secretaría de Deportes en una Agencia Nacional; se producen inevitables otras: ¿Qué será del deporte de representación nacional del deporte social?, ¿qué será del deporte de iniciación?, ¿de los 100 juveniles que nos acaban de representar y los más de 1000 que se quedaron por poco afuera?, ¿qué será de sus técnicos que cobraban menos de 400 dólares para transformarlos en finalistas o medallistas olímpicos –las medallas más dignas y baratas de la historia del deporte–?, ¿qué será –aunque lo suponemos– de las instalaciones deportivas?

Finalmente, a todas estas preguntas sin respuesta, se las puede asociar con una palabra: vergüenza, algo que dudo que los ejecutores de esta medida sientan.

* Ex director nacional de Deportes.