El gobierno de Cambiemos logró en tres años llevar a la industria a los mismos niveles de actividad post default y crisis socioeconómica de 2001. La utilización de la capacidad instalada del sector manufacturero se ubicó en diciembre pasado en el 56,6 por ciento, informó ayer el Indec. Se trata del peor registro de la industria desde 2002, cuando había promediado el 49,9 por ciento. Hasta ayer había que remitirse a enero de 2003, con 58,9 por ciento de capacidad en uso de la industria, para encontrar un desempeño tan bajo e inferior a 60 por ciento. La caída del consumo interno por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, el impacto en sus costos por la devaluación del peso, los tarifazos en los servicios públicos y los combustibles, los altos niveles de tasas de interés que torno inviable el acceso al crédito y la apertura a las importaciones explican la capacidad fabril ociosa actual. Los rubros con los más bajos desempeños en diciembre fueron el automotor, con 25,6 por ciento, el textil, con 32,3 por ciento y el metalmecánico, con 42,8 por ciento.

La capacidad instalada es el potencial máximo de producción que puede lograr una empresa o un sector durante un período determinado y la medición de su utilización, por carácter opuesto, refleja la capacidad ociosa de la actividad como respuesta a una menor demanda. Entre la promesa de lluvia de inversiones productivas y el achicamiento inédito (desinversión) de la industria que consiguió el Gobierno pasaron cosas, y de forma vertiginosa. La primera caída en el uso de la capacidad instalada comenzó a fines de 2016 y se extendió hasta principios de 2017, en plena primera recesión económica del macrismo. Dentro de ese lapso, en febrero de 2017, el uso de la capacidad instalada llegó a tocar el mínimo de 60 por ciento. Ese fue el peor registro del país desde fines de 2003, cuando la economía iniciaba una recuperación, por rebote, tras tocar fondo en 2002. 

En 16 años nunca había habido una capacidad ociosa superior al 40 por ciento (inversa del potencial utilizado). Sin embargo, la industria cerró 2018 con la marca de 56,6 por ciento de capacidad instalada, 6,7 puntos menos que en noviembre previo. Respecto de octubre de 2015, cuando el nivel general de uso de la capacidad instalada era 71,4 por ciento, se retrajo 14,8 puntos. Pero además de la caída, hasta fin de 2015 la actividad era homogénea y el sector textil exhibía un uso de su capacidad instalada de un 75,6 por ciento. O la metalmecánica, en donde se ubicaba en 62,6 por ciento. Junto con la caída de los últimos tres años, también se aceleró la dispersión y profundización de la crisis en sectores mano de obra intensivos. 

Los bloques por orden de menor uso de su capacidad instalada fueron la industria automotriz (25,6 por ciento), productos textiles (32,3), metalmecánico (42,8), caucho y plástico (47,2), edición e impresión (48,9) y tabaco (56,0). Todos por debajo de la media del nivel general de diciembre. Por encima del nivel general se ubicaron refinación del petróleo (77,4 por ciento), industrias metálicas básicas (69,4), papel y cartón (66,8), sustancias y productos químicos (66,4), productos minerales no metálicos (61,5) y productos alimenticios y bebidas (58,9), según el Indec.

En el caso de la industria textil, la disminución en el uso de la capacidad instalada fue de 23,4 puntos porcentuales respecto del 55,7 de igual mes de 2017, que “se explica por la menor elaboración de hilados de algodón y de tejidos, tanto planos como de punto”, señala el Indec. La industria automotriz tuvo una caída de 12,7 puntos respecto de diciembre de 2017 (38,3 por ciento), “como consecuencia de la disminución de la cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices a partir de la menor demanda local y de la realización de paradas técnicas en algunas plantas productivas”. Por su parte, la baja de 12,8 puntos en el uso de la capacidad instalada de la industria metalmecánica se originó “en las caídas de los niveles de producción de aparatos de uso doméstico y maquinaria agropecuaria”. Otro rubro con caída interanual de dos dígitos (-15,2 por ciento) fue productos minerales no metálicos por caídas de los niveles de producción de vidrio, cemento, sanitarios de cerámica, pisos y revestimientos cerámicos, ladrillos huecos, mosaicos y placas de yeso, de la mano del desplome de la construcción.

La encuesta de perspectivas que incluye el informe de producción industrial que publica mensualmente el Indec arrojó en diciembre que el 41,4 por ciento de los empresarios relevados anticipa para el primer trimestre de este año una disminución en el uso de la capacidad instalada manufacturera. El 49,8 por ciento prevé que se mantendrá en niveles actuales y sólo 8,8 por ciento proyecta que habrá una mejora.