Oíd mortales el grito rabioso, crudo, impetuoso de Farai, cantante y poeta de Harare, Zimbabue, mudada a Inglaterra a tierna edad, que lanzó muy recientemente Rebirth, su primer largaduración, en colaboración con el músico y productor Tony “Tone” Harewood, de raíces afroguyanesas. Un disco que, a todas las luces, deja aflorar la aguda observación del cotidiano en la lunática era Brexit y una evidente necesidad por desafiar el clima actual de época, signado por el desconecto generacional, la incertidumbre económica, la gentrificación… “¿Es trip-hop? ¿Es rap? ¿Es punk? A quién demonios le interesa. Es un disco endiabladamente genial”, se rinde la crítica especializada inglesa y francesa ante la corrosiva Farai, de apellido Bukowski-Bouquet, deliberadamente confrontacional. Muchacha que  dispensa letras mordaces, henchidas de ironía, cargando las sonoras tintas contra Lazy Lizzie (la reina Elizabeth), los niños pijos, los banqueros, el sistema financiero de UK. A la par, propone cócteles explosivos: vino fortificado con cafeína y prosecco para su “Punk Champagne”, que además de posible receta, oficia de mordaz cachetada a “los pobres chicos ricos, ahogándose en sus problemas de primer mundo”. Ojo, también se hace tiempo Farai para homenajear a sus queridas “Social Butterflies” –Brenda Fassie, Billie Holiday, Bette Davis, Greta Garbo, entre ellas– en homónimo track.

“Theresa May, ¿sabés lo que se siente contar los días, las horas hasta cobrar?”, ruge la joven en “This is England”, primer corte del disco, hijo bastardo de la canción de protesta, el grito de batalla y el spoken word. Queda allí amplificada la voz de “los plebeyos”, como repite cual hipnótico mantra la incendiaria dama afro a lo largo de la canción… Una mujer que, con la asistencia de Tone, gatilla artillería pesada aunque apenas esté munida de sintetizadores analógicos, guitarra, batería, voz; y que va conformando un paisaje tan distópico como bailable en 11 tracks inoxidables. Once temas que consolidan tono y temática propuestos en su trabajo previo, el EP Kisswell, de 2017, entonces editado por Non Worldwide, la plataforma transcontinental que da voz a los artistas de la diáspora africana. Vale decir que, en Kisswell, destacaba especialmente la canción “Lion Warrior”, donde la muchacha sumergía en exaltado trance reiterando “Soy una guerrera”. En el clip, el caos estalla a su alrededor; ella, sonriente, estoica. Y es que la ferocidad no quita lo jubiloso en las canciones de Farai, que invitan a la rebeldía y a la pista de baile por igual… Hace sentido: su nombre, después de todo, significa “alegría” en shona, lengua bantú, nativa de Zimbabue. “La historia del encuentro entre ambos artistas, Farai y Tone, no podría más propia del este de Londres ni aunque lo intentasen. Ella era cantante de jazz y parte de Shop Floor Sessions, un colectivo de músicos y poetas que organizaban noches de jams. Él era músico en varias bandas indie pop, hasta que se toparon en la plaza Gillett, del barrio Dalston, y pasaron la noche grabando en el estudio casero de Harewood”, sincretiza The Guardian la chispa iniciática de varios años atrás, seguida por un proceso colaborativo que los ha coronado como “el dúo al que hay que prestarle atención”. Ellxs, mientras tanto, hablan de hacer “sonido con energía interestelar”; dicen estar atraídos el uno al otro por “una espiritualidad gravitacional”. 

“Como artistas negros sabemos que la auto representación importa, para identificar a la comunidad afro como sujetos y creadores de arte. De allí que el tema subyacente que nos convoca sea cómo es representada nuestra comunidad, quién controla esa narrativa”, explica la dupla. Cabe mencionar que, previo al encuentro primero, Tone había escuchado hablar de ella, la chica Bukowski que leía poesías en un centro cultural tomado. Cuando la encontró en la citada plaza, Farai vestía abrigo de piel y gafas de sol, y jugaba con vecinos a un ajedrez gigante. Se conocieron, charlaron, compartieron pareceres, y ese mismo día grabaron su primera canción. El resto –como suele decirse– es historia ascendente, con temas que están comenzando a dar que hablar.