PáginaI12 En Brasil

Desde Brasilia

Cinco días que devastaron el poder de Bolsonaro. El presidente despidió a última hora de la tarde de ayer al ministro Gustavo Bebianno, uno de los dos únicos civiles que desempeñaban altos cargos dentro del Palacio del Planalto. Primera crisis seria en un mes y dieciocho días de mandato. El funcionario desalojado, que era Secretario General de la Presidencia, será reemplazado por el general Floriano Peixoto.

A través de un video Bolsonaro informó su decisión de echar a su colaborador con quien “la semana pasada tuvimos diferentes puntos de vista sobre cuestiones relevantes”. Bebianno fue el coordinador de campaña del Partido Social Liberal (PSL) en los comicios de 2018 cuando al parecer hubo desvío de dinero y uso de candidatas prestanombres o “naranjas”, en el argot delictivo, según lo informado en varios reportajes del diario Folha de San Pablo.

Hasta el momento los artículos periodísticos apuntan a maniobras del PSL en el estado de Pernambuco, de la región nordeste, pero no está excluida la hipótesis de que el dolo también haya beneficiado al entonces postulante a la presidencia Bolsonaro. Por entonces, octubre de 2018, Bebianno era el hombre de confianza del candidato.

Ese escándalo de corrupción electoral, que podría ser también penal, reavivó la disputa entre el ahora ex ministro y el “clan” familiar.

La chispa se encendió el miércoles pasado cuando el hijo presidencial Carlos tachó de mentiroso a Bebianno, que también fue abogado del mandatario.

Desde aquel día el gobierno quedó convertido en un campo de batalla: de un lado los generales atrincherados junto a Bebianno y del otro el Jefe de Estado y su prole en la que también participan los otros dos hijos: el senador Flavio y el diputado Eduardo.

A lo largo de esos cinco días quedó a la vista la decreciente autoridad del gobernante enfrentado por los generales y desacatado por Bebbiano al comunicar que no iba a presentar la renuncia.

Ese período de virtual desgobierno del ex capitán del Ejército causó un vacío ocupado por los generales, acostumbrados a conducirse como un bloque orgánico.

A la vanguardia de esa disputa de espacios está el vicepresidente, general Hamilton Mourao, de cuyas ambiciones presidenciales ya nadie duda, empezando por Bolsonaro.

Mourao, junto a sus camaradas de armas Augusto Heleno y Carlos Alberto dos Santos Cruz, ambos ministros, son la expresión del omnipresente partido militar en el Palacio del Planalto.  

Contra el espíritu de cuerpo castrense, fortalecido en los últimos días, se observan divisiones dentro del PSL donde algunos caciques, como el senador Mayor Olimpio, no esconden su encono contra los hijos del presidente. Incluso se especula que Eduardo y Flavio Bolsonaro estudiarían la posibilidad de abandonar el partido para recrear la antigua agrupación de derechas UDN. 

Todo indica que cayó el ministro pero no acabó la crisis.

Aires de carnaval

Los representantes del alto mando del Ejército y especialmente el despechado Bebianno se dedicaron los últimos cinco días a diseminar informaciones negativas relativas al mandatario y su entorno familiar.

Bebianno dijo, o habría dicho, de forma reservada que se arrepentía de haber contribuido al ascenso de Bolsonaro y que si era echado —como finalmente fue— iba a hacer detonar algunos secretos explosivos sobre la campaña. También insinuó a través de allegados que su antiguo jefe parece haber perdido el juicio. Esta supuesta afirmación se enlazó con una foto del capitán retirado con la mirada algo extraviada vistiendo una camiseta de Palmeiras, ojotas y saco junto a un grupo de ministros que lo visitó en la residencia oficial.

Uno de los últimos disparos lanzados por el ex ministro ocurrió ayer al mediodía cuando a través de voceros oficiosos comentó haber recibido amenazas de muerte, enviadas por presuntos bolsonaristas, noticia en el portal de Folha firmada por la respetada periodista Mónica Bérgamo.

En esa misma nota se menciona que el funcionario saliente no descarta repeler esas amenazas a través de una contraofensiva la cual puede iniciarse en cualquier momento.

Trascendió que en el arsenal de informaciones sensibles habría datos sobre Carlos Bolsonaro, uno de los supuestos arquitectos de las operaciones sucias en la disputa electoral del año pasado cuando fueron disparados millones de mensajes a través de WhatsApp con fake news perjudiciales para el candidato Fernando Haddad, del PT.

También temdría en su poder datos sobre las relaciones entre el senador Favio Bolsonaro y las “milicias” parapoliciales de Río de Janeiro, un vínculo del cual se tuvo noticia meses atrás y luego se actualizó en enero dando lugar al primer sacudón de la flamante administración. Las informaciones consolidadas hasta ahora revelaron que el seandor tuvo como asesor a un “naranja”, o testaferro, llamado Fabricio Queiroz.

El fin de semana pasado comenzaron en Brasilia los festejos del pre-carnaval callejero cuando se vieron personas disfrazadas con ropas color “naranja” como forma de satirizar las irregularidades de la familia presidencial y sus prestanombres.