Cultura Profética regresa a la capital argentina con ganas de revancha. “La última vez que estuvimos en Buenos Aires fue en octubre de 2017, justo cuando el huracán María llegó a Puerto Rico, y eso provocó un cambio drástico en nuestra historia como país. Mientras nos preparábamos para el show, estaba toda esa loquera de comunicarse con la familia. Además, nuestros dos guitarristas no lograron llegar, y tuvimos que sumar a dos músicos argentinos para que ocuparan su lugar. Si bien lo que sucedió en el estadio GEBA fue muy bonito, también fue raro”, comparte Willy Rodríguez, bajista y vocalista de la agrupación insignia del reggae boricua, que se reencontrará con sus fans hoy y mañana, a partir de las 19, en Museum (Perú 535). “Sentí que se había roto algo en nuestras vidas. Así que ésta es una muy buena oportunidad para curarnos. Por eso decidimos ir de una manera más intima. Creo que este tipo de concierto puede ser bueno para recuperar la conexión con el público”.

–Vuelven a una Argentina que también está rota, pero por el huracán económico y social...

–La cuestión económica en la Argentina también nos hizo mucho daño. Estamos pendientes de que los boletos no sean caros, porque conocemos el tipo de público que va a vernos. Al cambio, la entrada nos sale 32 dólares, y la gente se quejó. Pero es muy complicado llevar a una banda de 19 personas y hacer una producción como ésta. 

–¿Cómo se encuentra Puerto Rico en este momento?

–Gran parte de los problemas, más allá de que el huracán fue el más fuerte de nuestra historia y nos encontró en la quiebra, pasan porque nunca tuvimos la oportunidad de decidir por nosotros mismos. Y con esto me refiero a autogobernarnos. Pasamos de España a los gringos. Aparte de eso, los que dirigen al país no lo hacen y están las influencias externas queriendo quebrarnos, de manera que la gente no se pone de acuerdo ni para una cosa ni para la otra. Puerto Rico siempre fue un país de contrabandistas: todo es chanchullo, todo es truco, todo es amiguismo.

–¿Entonces votan más con el estómago que con la cabeza?

–Votan sin saber nada. La cuestión política es como una fiesta. Importa más quien te gusta como hace su campaña que la sustancia de la propuesta electoral. Mucha gente piensa que si Puerto Rico no está más con Estados Unidos deja de tener heladera, televisión o estufa. Hay una gran desinformación y manipulación, y la educación ha sido usada para ello. 

–La paradoja de todo esto es que, a pesar de los problemas que los atraviesa, Puerto Rico es actualmente uno de los epicentros de la vanguardia musical en todo el mundo. Y para muestra está el trap latino. ¿Cómo se vive en tu país el fenómeno que desencadenó Bad Bunny?

–Creo que se toma por sentado. Y es que esa música en la isla es súper normal. Lo que Bad Bunny ha logrado es increíble, aunque su voz se escucha bien sobre la música que sea, por lo que tiene la mitad del juego ganado. Hay artistas que se hacen llamar “raperos conscientes” que no tienen esa versatilidad. Esa es la diferencia. Ha sido increíble el crecimiento tan abrupto que tuvo ese muchacho, lo que me da mucha alegría. Ese chamaquito no es un loco, él tiene la mente en lo suyo. En Puerto Rico, así como sucede con el Triángulo de las Bermudas, la música vibra. Es algo energético, bien del Caribe. En Venezuela y Colombia siempre salen cosas, pero en mi país se exporta música desde hace tiempo, quizá por esa facilidad de no ser inmigrantes en Estados Unidos.

–¿Y cómo cabe el reggae dentro de toda esa oferta musical?

–El reggae siempre fue paria, pero no sólo en mi país sino también en el resto de América latina, al punto de que no existe una categoría para el género en los Grammy Latino. La industria no nos ha querido reconocer, por más que tenemos veinte años de historia. Sin embargo, el reggae roots, por más difícil que sea llevarlo adelante, sobrevive. Y siguen saliendo nuevos artistas. Dread Mar I no para de girar, mientras que Rawayana es un grupo exitoso del que nadie habla. Si bien desde el principio dejamos saber que somos una banda de reggae, por sobre todo hacemos música. 

–Su último trabajo de estudio, La dulzura, data de 2010. ¿Para cuándo se viene el nuevo disco?

–Pasaron muchas cosas en el medio. Ese disco nos agarró desprevenidos. Nunca pensamos que iba a ser tan exitoso y nos puso a viajar más que nunca. Nos llevó a un montón de ciudades a las que nunca imaginamos que íbamos a ir. Y en ese proceso quisimos hacer vida familiar, y muchos de los músicos tuvieron hijos al mismo tiempo. Eso cambió nuestra manera de hacer las giras. Pesó en el ritmo. Aparte hubo una cosa energética entre nosotros, para terminar las canciones, que dejamos que fluyera. También comencé a sentir que quería abocarme más a los singles. Si lanzamos uno a la vez, hay más posibilidades de que sean escuchados. Y no será uno más. Aunque me parece que ganamos en un nuevo sonido. Necesitábamos ese jamaqueo que hace falta de vez en cuando. El año pasado fue de reencontrarnos, de ir a la semilla. Estamos en el punto perfecto.