“No odio a los policías (pobres plebeyos del poder)... amo a mis cumpas trabajadores y trabajadoras… no odio a Macri ni Larreta … amo a nuestras organizaciones del pueblo… no odio los palos, balas y gases que nos dieron… amo nuestra dignidad… no odio su cobardía, amo a nuestra valentía… no odio al capitalismo… amo el buen vivir.. . Amo a mis hijes, amo a mis cumpas, amo a la abuelita que se agachaba por una berenjena…”.

El fragmento forma parte del texto escrito y difundido el domingo pasado por el coordinador nacional de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), Nahuel Levaggi, como respuesta a la brutal represión del 15 de febrero sufrida por los trabajadores a manos de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires en Plaza Constitución. El mensaje sorprende por el carácter intensamente emotivo, por la apelación al amor en particular en medio de la bronca y el repudio y por la utilización del lenguaje inclusivo.

“No odio… AMO… y por eso venceremos… El viernes pasado el amor venció al odio, continúa el texto de Levaggi a la vez que en la parte final insta a los “amigues” a que dejen de leer Clarín, apaguen TN y salgan a la calle a mirar la realidad y convoca a un gran Feriazo Nacional para esta semana “por todes”.

Si bien el slogan “el amor vence al odio”(más subversivo de lo que transparenta) fue popularizado en los últimos años por un sector del kirchnerismo, tiene en el lenguaje político una genealogía que une liberación social y liberación sexual que se vio materializada en las luchas por el pacifismo, el amor libre y las diversidades sexuales de los años sesenta del siglo XX y cuyo mayores exponentes fueron el Mayo francés, el hippismo o las marchas contra la guerra de Vietnam, entre otras. En ese sentido, no parece casual que Levaggi señale que el pueblo contesta con bronca, humor y creatividad (“La imaginación al poder”) y exprese que además de amar a la Unión de Trabajadores, ama la lucha y a la igualdad de género. 

Aunque más allá de toda esta tradición, consultado por Soy, Levaggi señala que escribió el texto sin pensar en las luchas precedentes, escribió “desde la emoción, con congoja y con el cuello aún dolorido víctima de los palos y los gases del viernes”.

¿Por qué la decisión de apelar en un texto de repudio a la represión al sentimiento del amor?

Porque es lo que siento. Porque escribo con el corazón. Porque el amor forma parte de mi laburo y de todo lo que hacemos. El sentimiento de amor está presente en todos los elementos que conforman la UTT: en los talleres que organizamos, en las protestas, en los verdurazos, en el acompañamiento a las mujeres y en el trabajo que hacemos en los jardines de infantes. No son palabras vacías: es poner en palabras lo que concretamos con hechos. El repudio a la infame represión no invalida el amor que le ponemos a las cosas y el amor prevalece. Como digo en el texto “Nos gasearon, sí, pero cada gas fue más oxígeno. Nos balearon, sí, pero cada bala nos agrandó el corazón”.

¿Y la decisión de utilizar el lenguaje inclusivo radica en el hecho de querer aunar luchas?

No lo pensé en término de luchas. Estamos en contra del patriarcado y de la violencia de género. Tenemos líneas de trabajo al respecto. Y en lo cotidiano la mejor manera de expresarse en contra la sociedad patriarcal y las violencias contra la mujeres es a través del lenguaje inclusivo. Forma parte de nuestro llamamiento a pensar el mundo de otra manera y a transformar el mundo. El mundo se transforma también a partir de las palabras. Es nuestra opción por un cambio social.

En un momento del texto señalás “la lechuga venció al palo”. Sin duda el lenguaje político precisa volver a ser creativo para esa transformación de la que hablas.

Sí, también hablo de lo cotidiano, de las manos callosas de los trabajadores, de nuestros cuerpos que aguantan cualquier clima. Es necesario volver a pensar con los pies en la tierra y con un lenguaje que llegue a todes. Suscribo cada una de las palabras que escribí. El poder nos tiene miedo. Se asustó de las dos grandes armas que tenemos: la comida y nuestra dignidad, se asustó tanto que las quiso reprimir.