Al cierre de esta edición, el director mexicano Alfonso Cuarón y los talentos afroamericanos acaparaban los premios y la atención de la ceremonia de los Oscar  de la Academia de Hollywood. Después de una apertura sorpresiva e inusual, con el redivivo grupo Queen sacudiendo a la platea con el famoso tema “We Are the Champions”, la gala arrancó a toda velocidad, con la platea de ricos y famosos coreando a su vez el himno “We Will Rock You”, mientras Brian May y Adam Lambert disfrutaban de las mieles de Hollywood. 

El primer premio de la noche, apenas unos minutos después de que la últimas estrellas atravesaran la famosa alfombra roja de las puertas del Dolby Theatre, fue para Regina King como mejor actriz secundaria por If Beale Street Could Talk. La película más reciente de Barry Jenkins, director de la ganadora del Oscar Luz de luna (2016), está basada en una novela de uno de los grandes escritores afroamericanos, James Baldwin, a quien la ganadora le dedicó sus palabras más sentidas.

Con un ordenamiento del show completamente distinto al de ediciones anteriores, sin un anfitrión oficial y con dos y hasta tres presentadores distintos por cada premio, arrancó una racha ganadora para Pantera Negra.  La superproducción de Marvel Comics, basada en la historieta de Stan Lee, se llevó primero el Oscar al Mejor diseño de vestuario, un premio que le arrebató a La favorita, el drama cortesano que parecía cantado en este rubro. La ganadora, Ruth Carter, la primera persona negra en ganar en esta categoría, le agradeció primero a su mentor, Spike Lee, y luego señaló sobre Black Panther: “Es un homenaje a nuestra cultura y la de nuestros antepasados, a la cultura africana”. 

Inmediatamente, otro premio fue a parar a la misma película: Hanna Beachler ganó a su vez el Oscar por Diseño de producción, el segundo rubro en el que Pantera negra se imponía por sobre La favorita, el film del griego Yorgos Lanthimos que no le estaba haciendo honor a su título.

La racha siguiente fue para el cineasta mexicano Alfonso Cuarón, que en menos de media hora subió en dos oportunidades al escenario del Dolby Theatre a recibir sendas estatuillas. La primera fue a la Mejor fotografía por Roma, su propia película como director. Es la primera vez en la historia del Oscar que un realizador es premiado por su trabajo como fotógrafo, en su caso en un elaboradísmo blanco y negro.

Pocos minutos después, Cuarón volvería a escuchar el estruendoso aplauso de la platea. Acompañado por la actriz Angela Bassett, el español Javier Bardem dijo en un prístino castellano, subtitulado en inglés para los presentes: “No hay fronteras ni muros que frenen el talento”, en una evidente alusión a la política migratoria del presidente Donald Trump. Fue el obvio prólogo para que Roma se llevara el Oscar al mejor film extranjero. 

Conmocionado y nervioso como si hubiera sido una sorpresa, que no lo fue, Cuarón agradeció recordando que creció en ciudad México viendo cine extranjero: “El ciudadano, Rashomon, El padrino, Tiburón... Alguna vez Claude Chabrol dijo, en referencia a la nouvelle vague, que no se trataba de una ola sino de un océano y quiero compartir este premio con las otras películas de esta categoría: todos formamos parte de este mismo océano”. 

El talento afroamericano volvió luego a ganar el centro de la escena con el premio al mejor actor secundario para Mahershala Ali por su celebrada participación en Green Book - Una amistad sin fronteras, basada en un caso real de una amistad interracial en el sur más profundo de los Estados Unidos en pleno apogeo de la discriminación. Agradeció a su director, Peter Farrelly y al protagonista, Viggo Mortensen, que por supuesto lucía en la solapa de su chaleco el escudo de su amado San Lorenzo de Almagro.

AFP
Regina King, premiada por If Beale Street Could Talk.