Anotó Virginia Woolf en su novena y última novela, Entre actos, que “la música nos despierta, nos hace ver lo oculto, une lo roto”. “Mira y escucha”, ofreció en tal ocasión la ilustre escritora, de quien se toma aquí consejo para recorrer las intrigantes propuestas que inundarán de eclécticos sonidos el recién estrenado 2017. Entonces, mientras medios a lo largo y ancho ya presagian la muy, muy, muy posible salida de esperadísimos discos de consagradas (y consagraditas) de la talla de -por caso- Blondie, Alice Glass (ex Crystal Castles), Charli XCX, Lorde, Haim, Sky Ferreira, St. Vincent y Taylor Swift, otrxs se ocupan de poner el acento en los nuevos talentos femeninos que, muy, muy, muy posiblemente, definan los sonidos del año. Y que los hay, los hay, en especial de considerarse algunas de las listas más esperadas del mundillo musiquero. Como, vale mencionar, un ejemplo, la de la revista especializada New Musical Express (NME), que un mes atrás lanzase un sumamente equitativo top 100 de “esencial música nueva”, destacando a decenas y decenas de cantantes y compositoras de todas las latitudes. Otras como la de la BBC o The Independent han hecho lo propio, catapultando a empoderadas chicuelas de variopintos estilos, géneros, aunque con denominador común: sobrada onda y probada idoneidad; además de una habilidad particular para conmover hasta las lágrimas, contagiar la actitud riot o sacudir los huesitos al son de hipnotizantes tracks que piden pista. A continuación, un batiburrillo de músicas que no intenta ser exhaustivo pero sí gozoso y, en la medida de lo posible, con inspiración feminista. Los nombres, las historias y las canciones, en las líneas siguientes…

Cherry Glazerr

 

ROSA DESTRUCTORA

Cuando era aún una chicuela, el libro favorito de la carismática Nadia Rose era el diccionario, y la enloquecían los sinónimos. Poder referirse a una misma cosa de distintos modos voló la peluca de la entonces purreta, que acabó volcando lo aprendido en canciones y rimas imbatibles que hoy la ubican como una de las voces femeninas que ha llegado para sacudir la escena hip-hop y grime de UK, dominada por varones. “Más que música, hago magia”, se da justificados aires la muchacha de 23 que, tras haber participado de los festivales Glastonbury, Leeds y Reading 2016, ya fue fichada para el Sónar barcelonés 2017, que adelanta -con pitos y flautas- su participación en la próxima edición de junio, advirtiendo que estamos frente a una posible estrella de alcance internacional. “Si el año pasado fue el de Lady Leshurr, este es el de Nadia Rose”, aseguran desde la organización, y con sumo entusiasmo enuncian que tal es el talento de esta joven rapera de Croydon, “que le han bastado solo un par de videos para llamar la atención de todo el mundo: primero fue el de ‘Station’, mostrando un flow de pasmosa naturalidad, y luego el de ‘Skwod’, hit de hip hop con producción ultramoderna y puro sabor a Londres”. 

Prima de Stormzy, uno de los MCs más populares del grime actual, Nadia es hija de una enfermera y un plomero (antaño MC y DJ de dancehall y jungle), y creció escuchando Sizzla, Buju Banton, old-school reggae “y leyendas del hip-hop como Busta, Eminem, Missy Elliot, Lil Kim. Ojo, también era re-fan de las Spice Girls, y quería ser la sexta: Herb Spice”. Sonidos que, a propia consideración, marcaron su estilo personal y la llevaron a escribir canciones entre empleos, clases del colegio, la universidad.  

Con un contrato con Sony y un EP fresco en el mercado, “Highly Flammable”, hoy planea seguir esparciendo su magia y, por qué no, hacerse de un Grammy. Además de mandar a freír churros a todos los que le dijeron en su adolescencia que jamás iba a lograrlo. “Las mujeres en esta industria no son miradas como iguales por los varones. La segregación existe, por eso siguen etiquetándonos como ‘raperas femeninas’. No solo quiero atravesar ese preconcepto: quiero romperlo en mil pedazos”. 

nimmo

 

CONTRA LA CORRIENTE

Mientras ella dice que su música suena “como si un cachorrito triste escuchara Beyoncé para darse ánimos”, otros optan por etiquetas más convencionales: mix de dream pop preciosista y electrónica depre, o -por caso- “mezcla de los momentos más relajados de Tame Impala y los ritmos mágicos de XX” (NME dixit). Tres EPs confirman la teoría: “Pools To Bathe In”, “Clean” y el más reciente “Swim Against The Tide”, lanzado a fines del pasado año por la cantante y compositora Amber Bain (21 años), dueña de una cautivante voz, oscilante -entre graves y agudos- y andrógina, y de una historia en símil tono. Finalmente, escapando la enigmática lady a que definieran sus tracks como “canciones femeninas”, bautizó a su proyecto The Japanese House, sin dar ningún detalle inicial sobre su bio, sin revelar su nombre, sin siquiera acompañar primeros tracks online con fotografías. Y así, durante varios meses del 2015, debatieron sus primogénitos -e intrigados- fans si se trataba de un chico o una chica… “Al quitar mi identidad de la ecuación, solo queda la música; me parece muy cool que la gente pueda concentrarse únicamente en ella”, explicaría luego la muchacha que -ninguna casualidad- gustaba imitar a Victoria Legrand, líder de Beach House, en sus años mozos.  

Por lo demás, en cuanta interviú ofrece esta residente londinense, repite la misma historia: que The Japanese House, su nom de guerre, nada tiene que ver con música house ponja; en cambio, refiere a cierta anécdota personal. Cómo a los 8 años se fue de vacaciones con sus padres a Cornwall, donde rentaron una casa que llevaba tal nombre. Allí pretendió ser varoncito por una semana, conquistando el corazón de una vecinita flechada. Por lo demás (bis), promete Amber que su primer larga-duración saldrá prontamente, y aprovecha la atención creciente para seguir presentando sus canciones (ya lo ha hecho en puntos varios de UK, Berlín, Barcelona, Islandia, París, Viena, Bruselas, Ámsterdam, Boston, Brooklyn, Filadelfia, San Francisco, Toronto). 

Y aunque cualquier tema es óptimo para iniciarse en su obra de ensoñación introspectiva, “Face Like Thunder” tiene pasta de hit y ubica a Bain entre las jóvenes promesas británicas. Una que admite rehuirle a cualquier forma estereotipada y, en charla distendida, cuenta que constantemente tiene sueños lúcidos; en general, sexuales o de accidentes en coche. “El otro día, sin embargo, soñé que leía un libro durante horas, y podía ver las letras. Es tan raro que mi mente sea capaz de crear historias enteras para que yo pueda leerlas...” 

goat girl

 

LO SINTÉTICO Y LO ORGÁNICO

Maggie Rogers tiene 22 años y una canción, “Alaska”, delicado y muy pegadizo híbrido folk/dance que ha seducido a la crítica internacional. Y a colegas como Pharrell Williams, responsable de -involuntariamente- catapultar a la señorita. La historia se remonta a comienzos del pasado año, cuando el músico de sombreros extravagantes ofreció una masterclass en la New York University, donde MR estudiaba. Tras escuchar tracks de alumnos varios y darles recomendaciones varias, llegó el turno de Maggie, que presentó su tema al afamado señor y detalló cómo, tras años de dedicarse exclusivamente al folk (sus dos discos anteriores, “The Echo” de 2012 y “Blood Ballet” de 2014, son prueba de ello), viajó a Francia y tuvo “una experiencia espiritual” con la música dance. “De repente, algo que siempre me había parecido lo más antinatural y artificial del planeta, se me presentaba como una oportunidad para liberar”, concedió la oriunda de una zona rural de Maryland, que aprendió a tocar el arpa y el banjo a los tiernos 7.

Pharrell no solo quedó estupefacto con “Alaska”; dijo tener cero, cero consejos para darle a Rogers y aseguró nunca antes haber escuchado algo igual. El encuentro, filmado, se viralizó prontamente en redes, deviniendo Rogers estrellita ascendente, con sellos apiñándose para contratarla (uno, de hecho, le obsequió una primera edición de Al faro, novela de Virginia Woolf, para deleite de la autodeclarada feminista, expresa fan de Carrie Brownstein, Patti Smith, Kim Gordon, Björk y Vivaldi). Cuestión que Maggie acabó firmando con Capital Records, lanzó oficialmente “Alaska” -bonitillo clip forestal incluido- y “Dog Years”, cuyo video incluye una sororidad de remeras/marineras en surrealista coreo, y tiene shows planificados para el resto del año por toda Europa y Estados Unidos (cuyas entradas, no sobra avisar, están prácticamente agotadas). También apacigua la espera del expectante público prometiendo un EP en brevísimo (febrero) y un disco en algún momento del 2017. 

ray blk

 

SUPERGIRL

Aunque recién haya salido del secundario, la californiana prodigio Clementine Creevy parece una veterana de la escena rock & pop. Desfachatada y con mensaje, la muchacha de 19 lidera la banda Cherry Glazerr, que aunque ya hacía olitas con su disco debut (“Haxel Princesa”, de 2014), hoy es responsable de un genuino tsunami de pop sucio gracias al LP “Apocalipstick”. Y la consolida, en compañía del baterista Tabor Allen y la multi-instrumentista Sasami Ashworth, como una auténtica fuerza de la naturaleza. Lanzado los pasados días y producido por Joe Chicarelli (White Stripes, The Shins, The Strokes) y Carlos de la Garza (M83, Tegan and Sara), “Apocalipstick” trata de 11 tracks que, como bien apunta el diario brit The Guardian, “traen un sonido tantísimo más robusto, que canaliza el postpunk DIY de la vieja escuela (Kleenex, las Slits), y el riot grrrl vintage a través de grandes riffs angulares”. 

Todo junto y revuelto en letras que van de la necesidad de armar tribu con otras mujeres, la sensación de libertad y salvajismo, hasta… no cambiarse los calzones durante varios días. Con clips donde la chicuela posh de Los Ángeles muestra -no sin orgullo- su abundante pelaje bajo las axilas (“Told You I’d Be With The Guys”), o tiene muy explícito y desenfrenado sexo con… su guitarra eléctrica (“Nuclear bomb”). “I was a lone Wolf. I thought I lost my pack. Where are my ladies?”, canturrea la también modelito, que, además de sumar campañas de pilcha, ha compuesto tracks para shows de pasarela (Saint Laurent). Oh, y ha actuado en programas como Transparent, haciendo las veces de líder del ficcional grupo Glitterish. 

“Todo el tiempo me contradigo con citas/no-citas filosóficas, pero solo hay dos cosas que realmente me tomo en serio y que me energizan: la música y el feminismo”, aclara la joven que ha tocado en recitales de apoyo a Planned Parenthood. Y que, bajo ningún aspecto, suscribe a la solemnidad. De hecho, al ser consultada acerca del contenido de sus canciones, Clem saca a relucir punzante cinismo o rápida ocurrencia: “¿No es obvio? Es un documento sobre la pedicura de los peces”. A veces, empero, responde con menos “ligereza”. “Las mujeres están obligadas a laburar desde un lugar de opresión. Para poder hacer arte bueno, tenés que ser emocionalmente libre, y lamentablemente muchas no tienen esa chance. Es algo que de verdad me pone del orto”.

dream wife

 

EL BERREO DE LAS CABRITAS

No hay muchas fotos de Goat Girl, no hay tantas notas sobre Goat Girl; pero toda la información circulante señala a la banda del sur de Londres como una gema a descubrir que -muy posiblemente- revitalice la escena musical de los próximos años. Así y todo, lejos de delirarse con las flores arrojadas, las jovencísimas Clottie Cream, Rosy Bones, Naima Jelly y L.E.D. -patas del animalado cuarteto en voz, guitarra, bajo y batería- optan por el desaire, o aún más, engranan con el hype generado por periodistas locales. “Si agarrás un número de hace dos años, vas a encontrar un artículo que dice exactamente lo mismo que dicen de nosotras, pero de otro grupo. La gente se aburre, cambia de gustos, se olvida de estas cosas. Lo único que importa es cómo la música te hace sentir, nada más”, arrojan sin pelos en la lengua y con aires distantes, en actitud perfectamente concordante con sus rasposas canciones grunge lo-fi, muy go-fuck-yourself… Solo dos, dicho sea de paso, editadas cual sencillos en 7’’ por el icónico sello Rough Trade Records, correspondientemente intituladas “County Sleaze” y “Scum”. En la primera, las crudísimas músicas -entre halos de misterio y resistencia post-Brexit- entonan “I am disgusted and ashamed of this so-called human race”; en la segunda, tampoco se achican y en plan noise, entre sonidos repetitivos y discordantes, disparan: “How can an entire nation be so fucking thick?”…

De momento, mientras preparan más singles -y cabe presumir, su primer disco-, continúan alimentando el efectivo boca-en-boca, recuerdan con nostalgia los 90 e invitan a ver los clips de las canciones ya mencionadas. Especialmente el de “County Sleaze”, video no apto para epilépticos (en serio) dirigido por Douglas Hart, miembro fundador de The Jesus and Mary Chain. A quien, peculiaridad otra, entrevistaron las chicas para su web, donde solo puede encontrar la charla y ninguna bio de la banda. Oh, y para quienes se pregunten las razones detrás del nombre del grupo, Goat Girl bala que ningún fetiche con la chiva; que lo suyo es un homenaje al standupero Bill Hicks (1961-1994), que arrolló en los noventas (obvio) como el “Nietzsche de la comedia”, amén de sketches como -ajá- “Goat Boy”. 

maggie rogers

 

UN PASEO POR LAS NUBES

Tendida en una tina de antaño, Connie Constance se sumerge y vuelve a la superficie para que su muchacho rinda tributo a su precioso afro, pasando las manos atentamente, lavando hasta el último rizo con devoción total. Intimista gesto retratado en el clip de “Lose My Mind”, un track amoroso donde, apenas acompañada por piano, canta loas a varones amorosos. A quienes, según las propias palabras de esta artista de 21, oriunda de Watford, Inglaterra, quería mostrar “bajo una luz positiva”. Con una voz, ¡esa voz!, que hace las delicias de aficionados/as al R&B experimental, tan soul, tan jazz, tan crudo y poderoso, que va al dedillo con su cantante y compositora. Su nombre de nacimiento es -después de todo- Constance Rose Power… 

Quien, como no podía ser de otro modo, reconoce inspirarse en magnánimas como Billie Holiday, Nina Simone o, por caso, Beyoncé y Rihanna, además de cuanta cantante de jazz haya pasado por sus oídos. “Si soy completamente sincera, mi música es egoísta”, reflexiona la hija de papá nigeriano y mamá británica: “Escribo cuando estoy agobiada o algo no va bien. También escribo mucho sobre amor, lo cual suele complicar bastante mis relaciones…”, destaca la doñita que busca empatizar con la audiencia dándole -a través de sus sonidos- “una entrada a mi cabeza”. 

Antaño bailarina (asistió a la prestigiosa Urdang Academy), dejó esas lides por la canción cuando descubrió solistas como Charles Mingus porque, según cuenta, “me enamoré irremediablemente de las melodías impredecibles”. Ávida lectora, sus primeras composiciones llegaron como poesías a tierna edad, hasta devenir preciosos y etéreos temas los últimos años. De momento, un EP debut de tres tracks, “In the Grass”, la ubicó en el merecido candelero, además de singles como el citado “Lose My Mind” y el reciente “Clouds”, pero promete nuevas canciones para los próximos meses con “sonidos mágicos y letras inspiradoras para los corazones jóvenes”. 

holly macve

 

LA CULPA ES DE CRISTO

Desde su single debut, “Jesus Made Me Bad”, la cantante y compositora Lao Ra -oriunda de Bogotá, Colombia- se ha instalado como joven promesa, amén de “su pop agresivo y sus mezclas contundentes de ritmos urbanos con tintes caribeños, donde cada tema es una invitación a mover el cuerpo de manera catártica” (Vice dixit). Sucesivos tracks como “Daddy Issues”, “Tell Me Why” y “Drum Machine”, o el más reciente “Bang Boom” (¿oda a la resistente caña de bambú?) profundizan lo iniciado con el “sacrílego” sencillo debut, sobre el que anotaba el mentado medio tiempito atrás: “Tiene un sonido medio caribeño y urbano con steel drums que se funden con beats hiphoperos. La canción, que habla sobre rebelión y antimojigatería, nos recuerda a M.I.A o a los primeros sencillos de Gwen Stefani como solista”. Sobre el tópico, aclaraba la artista que el track no es antirreligión: “Es una postura personal. Me gusta ser un poco mala, ¿por qué hay que ser agradable todo el tiempo?”. 

Clips coloridos y carnavalescos acompañan una atractiva propuesta y cierran la estética de lo que la muchacha define como “pinapple pop” ¿Existe una línea conceptual que unifique su música? “Más que un tema, la línea cohesiva está en el sonido; es fresco, pop, tropical y provocador”, suma la damisela afincada en Londres, que creció viendo MTV e imitando a Madonna y No Doubt, y que, desde que se instaló en UK, ha subsistido gracias a peculiares trabajos como -por ejemplo- ser relacionista pública para una empresa de alarmas de incendio o modelo de tetas para estudiantes de cirugía plástica. Hoy sus temas tienen millones de escuchas en Spotify, y cientos de miles en YouTube. 

lo ra

 

OTRAS 10 INELUDIBLES PARA EL 17

- Flamante ganadora de la ya tradicional lista de la BBC que cada año “predice” cuál será el sonido que marcará tendencia (y que años anteriores anticipase esas explosiones llamadas Adele, HAIM, Sam Smith), Ray BLK es considerada la Lauryn Hill de UK. Con un EP inspirado en la memorable Miss Havisham de Grandes Esperanzas, un recientísimo primer disco (mini-disco, en honor a la exactitud, de 7 canciones, intitulado “Durt”, editado en forma independiente), y clips como el valioso “Chill Out”, que documenta y reivindica a las marginalizadas gully queens jamaiquinas, la muchacha de 23 -nacida Rita Ekwere, en Nigeria- solo tiene una intención: hacer más y mejor música. A la que describe como “R&B de la nueva escuela, influenciado por soul y hip hop”, anotando influencias que van desde la música góspel de canturreaba de chicuela en la iglesia, hasta Missy Elliot, Jay Z, Amy Winehouse, Lil Kim, The Notorious B.I.G. Aunque compone desde purreta, estudió literatura en la universidad (para su tesis final, escribió una pieza sobre literatura nigeriana postcolonial, focalizándose en el escritor Chinua Achebe y la autora feminista Chimamanda Adichie); tuvo su primer banda a los 13, y con el discurrir de los años optó por el pseudónimo BLK, acrónimo de Building, Living, Knowing, los tres valores que -a su decir- la representan.  

- ¿Y la música country? ¡Presente! Representada por Holly Macve, de 21, irlandesa de nacimiento que los primeros días de marzo lanzará su LP debut, “Golden Tagle”, confirmando su expreso amor por los sones campiranos y un talento envidiable para los gorgoritos yódel, como evidencia el track “Heartbreak Blues”, efectivo adelanto. Y aunque no haya inventado la rueda, como se apuran a aclarar ciertas voces, sin duda la mantiene girando gracias a canciones previas como “No One Has The Answers” y “Corner Of My Mind”, que le han valido lustrosas comparaciones con enormes como Patsy Cline. 

- Dance, dance, dance, hoy el sueño de Nimmo es realidad. Porque la banda electropop de 5 liderada por las amiguísimas Sarah Nimmo y Reva Gauntlett -que, acorde a propio relato, salieron del clóset en la tierna adolescencia y se niegan a encarnar la imagen de feminidad heteronormativa- promete primer LP en poquitos meses. Con el sello Colombia, que les concedió total libertad creativa para que continuaran creando beats imbatibles que “sincretizan la exposición de sus miembros a la música garaje, jungle, drum n’ bass, hip hop, además de los sonidos de la cultura club y su energía, agresividad, corazón”. Electrónica y melancolía es lo que promete encapsular Dilute This, el mentado disco, probable extensión del hit -y el mensaje- de la banda: “Dancing Make Us Brave”.

- Dream Wife es el trío anglo-islandés de Rakel Mjöll (voz), Alice Go (guitarra) y Bella Podpadec (bajo); tres estudiantes de artes visuales que, un año atrás, decidieron armar una banda ficcional como proyecto artístico para una exhibición. “Compusieron algunas canciones, las grabaron, hicieron un falso documental inspirado en Spinal Tap y cantaron en la inauguración de la muestra. Con tan buenas devoluciones que la fantasía devino realidad”, relata The Guardian sobre la génesis de este grupo bad-ass, de rock alternativo, que toma su sardónico nombre del homónimo film del ‘53 estelarizado por Cary Grant y Deborah Kerr. Que toma (bis) por inspiración riot (grrrl) a glorias como Debbie Harry, Peaches, Grimes, Sleater-Kinney, Kathleen Hanna. Por cierto: Vivienne Westwood las eligió personalmente para vestir sus modelitos; y, con poquitos tracks disponibles, adelantan que editarán su primer álbum este 2017. ¿Recomendación para inaugurarse en su sonido? “F.U.U.”, donde las peligrosas chicas soñadas repiten cual mantra: “I’m gonna fuck you up, I’m gonna cut you up, I’m gonna fuck you up”. 

- Y luego, en plan sintético, más solistas y/o bandas: de Los Ángeles con garaje pop, las teens The Regrettes,  lideradas por la quinceañera Lydia Night, que le cantan loas a los cuerpos verdaderos (granitos y estrías incluidas), las mujeres libres que no necesitan medias naranjas para sentirse completitas, las pibas que hacen añicos los imperativos de feminidad. La budista californiana Miya Folick, folktronica lo-fi para corazones sensibles, con toques grunge. Las furiosas, experimentales, radicales afro Nova Twins (léase, Amy Love, de 20, y Georgia South, de 19, del sur de Londres), “dueñas del sonido del siglo 21”, en palabras de estas punkies urbanas que le rehúyen a etiquetas como grime o rock, y ofrecen shows en vivo superpoderosos. Para fans de M.I.A., FKA Twigs y, por qué no, Björk, recomiendan especialistas en tema escuchar ¡urgentemente! a Bonzai; nacida en EE.UU., criada en Dublín, tiene tres EPs alunados, 20 pirulos y un presente expansivo; a las pruebas -el track “I Did”, por caso- remitirse, y dejarse flotar. Y proseguir investigando a otras irresistibles como la cantante soul Jorja Smith, o la rapera -antaño decoradora de tortas- Stefflon Don. En la variedad, después de todo, está el gusto; servidas 17 opciones para empezar el ‘17, en selección arbitraria porque… qué más da.