• House (Uniseries, viernes 16.25 y sábados de 9 a 13). Se estrenó hace apenas quince años y hoy parece de la prehistoria de las ficciones en episodios, pero sigue siendo una de las mejores series médicas de todos los tiempos. Y tiene a su mejor personaje: Gregory House (Hugh Laurie), incurablemente ácido, rengo, opiómano, odiable y querible a la vez. Y sobre todo, un genio del diagnóstico, Sherlock Holmes con estetoscopio, dueño de one liners para colgar en un cuadrito (a la cabeza “Todos mienten”, su lema esencial), en disfrutable interacción con su equipo y sobre todo con su propio Watson, el oncólogo James Wilson (Robert Sean Leonard, muy lejos de La Sociedad de los Poetas Muertos). La última temporada, medio traída de los pelos y ya sin la Dra. Cuddy (Lisa Edelstein), no oscurece una serie absolutamente genial.
     

 

  • Sick Note (Netflix). ¿Qué hacer cuando encarnaste durante años a Ron Weasley, el amigo pelirrojo de Harry Potter? ¿Cómo zafar de esa imagen de niño travieso pero bueno que creció en pantalla? La primera escena de Sick Note da una respuesta: Daniel Glass pegó el faltazo al laburo y juega a la Play a distancia con un amigo yanqui, fumándose un faso e inventando excusas imposibles para explicarle a su novia por qué sigue estancado en su horrible trabajo en una aseguradora médica. Golazo de Rupert Grint, que será diagnosticado erróneamente de cáncer por el médico más chapucero del universo, verá cómo todos lo tratan mejor por eso y hará malabares para mantener la mentira. De yapa, Don Johnson entrega un personaje incorrectísimo, sexópata y capaz de irse sonriendo a cazar la última jirafa albina.


 


 

  • Barry (HBO). El ex Marine Barry Berkman (Bill Hader) es un asesino a sueldo altamente eficaz, pero siente un vacío en su interior. No es feliz, y no es por las características de su trabajo. Pero en uno de sus encargos termina cayendo en una clase de actuación dictada por Gene Cousineau (Henry “The Fonz” Winkler, eterno), conoce a la aspirante a actriz Sally Reed (Sarah Goldberg) y comenzará una segunda carrera como actor. Que al principio no parezca tener ningún talento para eso no es obstáculo, y además ese es solo el comienzo de una serie justamente recompensada con premios de todos los colores. Momentos de absurda comedia, el contraste entre las vanidades de los actores y la violencia extrema que ejerce Barry, el gran capo checheno de Glenn Fleshler... Barry es una de esas series que no conviene dejar pasar.