Se ha planteado que la popularización de las muñecas sexuales podría llegar a ser una alternativa para las personas con diversidad funcional, los presos y los ancianos recluidos en instituciones. Dicho así, el tema se plantea como una gran “bolsa de gatos”. Se justifica a través de “los indeseables”un aspecto del comercio sexual orientado a los deseosos. Los ancianos, las personas con discapacidad y los presos están, todos, privados de su libertad de distintos modos. En vez de pensar cómo mejoramos esas situaciones se les ofrece supuestos recursos relacionados con estas privaciones. 

Siempre recuerdo el relato de la mamá de un joven con autismo que quería comprarle una muñeca inflable a su hijo. Pensaba que eso iba a solucionar muchas cosas. Ahorró y compró una muy realista en Estados Unidos. Se la regaló para Navidad. Se sintió realizadísima y encerró a la muñeca y al hijo en la habitación. A la mañana siguiente cuando fue a despertarlo, la muñeca estaba cortada en tiritas. 

El juguete erótico se puede sumar a un juego de pareja o ser elegido como una alternativa de juego con uno mismo. El problema es pensar que para algunos es la única opción, una imposición: “como no podés tener ‘sexo real’, te damos esto”.¿No será que les estamos ofreciendo alternativas menos humanas a los que entendemos como “protohumanos”?

* Especialista en sexualidad y diversidad funcional/ discapacidad. Creadora del blog “Mitología de la sexualidad especial”. Directora del Centro Julia Pastrana.