La ex ministra de Seguridad María Cecilia Rodríguez declarará este jueves en la causa por la muerte de Alberto Nisman. Como ya se sabe, en cuatro años no se consiguió ni una sola evidencia de que alguien haya matado al fiscal, pero cada tanto se saca de la galera algún tema lateral, que no tiene ningún vínculo con lo que pasó en el baño del departamento del edificio Le Parc. Esta vez le preguntarán a Rodríguez sobre una carpeta  –sobre la que ya se publicó en 2016– que no se secuestró en tiempos de la gestión de la ex ministra, sino cuando ya la cartera estaba a cargo de Patricia Bullrich. O sea que no hay forma de comprobar su autenticidad. En fuentes cercanas a Rodríguez señalan que la ex ministra ni armó ni conoce la carpeta. El ex viceministro Sergio Berni, consultado por PáginaI12, negó que supiera de esa carpeta, nunca la vió ni sabe de su veracidad. 

Según la versión periodística, el legajo contiene parte de la documentación sobre José Pérez, Iosi, un agente de inteligencia de la Policía Federal que descubrieron los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky. En 2015 ambos periodistas volcaron su investigación en el libro Iosi, el espía arrepentido. 

Tiene toda la lógica del mundo que en el Ministerio de Seguridad hubiera un legajo relacionado con Iosi porque hubo que tratar el caso ya que se trataba de un efectivo de la Federal, infiltrado en la comunidad judía durante muchísimos años. Pero, además, una de las pocas cosas que hizo Nisman respecto del espía fue enviarle un requerimiento de informes a la ministra Rodríguez. Para responder al pedido, la funcionaria pidió el legajo de Pérez en la Federal y como era un agente de inteligencia tuvo que verificar si estaba protegido por el secreto de Estado. Dado que Néstor Kirchner había firmado un decreto desclasificando todo lo referido al caso AMIA, Rodríguez le mandó la documentación a Nisman y éste agradeció. También tiene lógica que conste el ingreso de Iosi al programa de protección de testigos y que la firma correspondiente fuera de Juan Martín Mena, secretario de Justicia de la época y a cargo de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia. 

La otra cuestión a la que se tuvo que abocar Rodríguez en aquel momento fue la custodia de Sandra Arroyo Salgado, las dos hijas que la jueza tuvo con Nisman y la familia del fiscal fallecido. Hubo una reunión entre Rodríguez y Arroyo Salgado en la que se analizaron todos los pormenores de aquella custodia, incluso el cambio de algunos efectivos. 

Seguramente este jueves, la ex ministra verá los demás papeles que hay en la carpeta. Se sabe, por ejemplo, que en su momento el juez Luis Rodríguez ordenó una custodia de la Prefectura a Nisman, por amenazas recibidas en 2012. La Prefectura también estaba bajo la órbita de la ministra. 

Y, por supuesto, tiene toda la lógica del mundo que hubiera informes sobre los custodios de Nisman, todos de la Federal y que existieran datos sobre las llamadas de ese domingo entre los custodios y con otras personas. Todo eso fue público, surgido de la investigación realizada por la fiscal Viviana Fein, tras una pericia hecha por la división Fraudes Bancarios de la Federal. Ese entrecruzamiento fue publicado por numerosos medios, incluyendo PáginaI12. No se necesitaba ningún operativo de inteligencia. 

La causa por la muerte de Nisman está en un callejón sin salida ya que en cuatro años no pudieron detectar una sola evidencia del fantasioso comando iraní-venezolano-kirchnerista al que le adjudican un inexistente homicidio. La pericia de la Gendarmería, hecha a pedido de Patricia Bullrich, con los resultados publicados en Clarín antes de que empezara, terminó en un naufragio estridente. De vez en cuando aparece algún manotazo de ahogado del estilo de la carpeta blanca.

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