Hace unos meses se jugó la final de la Copa argentina de fútbol que fue ganada por Rosario Central. Es habitual en nuestro fútbol que los hinchas del equipo ganador realicen cargadas a los derrotados. En una época eran afiches, luego fueron piezas digitales por redes, los memes y finalmente los vídeos virales.

El fútbol ya había dado algunos virales que habían trascendido el mundo fútbol como el de "con 15 pesos me hago Alto guiso", o el famoso "anda a la cancha bobo" que se convirtieron en expresiones populares para diversos contextos.

El último de esos es el llamado "chingüengüencha" En el cual un hincha de Central le dice a otros hinchas "decías que era una Copa de leche, pero te la tomaste toda chingüengüencha". En un audio que circuló por redes, el personaje dice que así lo llama su sobrinita y por eso la deformación de la palabra original.

Utilizaré a esta secuencia como referencia para interpretar algunos discursos que circulan en la sociedad argentina.

El nudo del asunto radica en lo siguiente: en el mundo fútbol decir que una Copa es de Leche es como bajarle el valor a ese logro, descalificarla, minimizarla. De hecho las copas de leche se sirven en lugares muy carenciados y ponen al beneficiario en lugar de pobreza o carencia indudable. De modo que esa descalificación se desplaza al ganador y lo arrastra hacia la ignominia. Lo que el chingüengüencha hace es decir que la forma en que se comentó la obtención (burlas, cargadas al pírrico campeón) demostró cierto interés en el asunto, en una actitud muy alejada de la minimización pretendida.

Y acá es donde tomo la curva hacia lo social.

La clase media argentina se ha comportado respecto a la década kirchnerista del mismo modo que los que comentan al ganador de la Copa argentina. La han denostado al máximo, llevando al paroxismo su crítica al modelo, sin embargo, "se la tomó toda" para decirlo en los términos del personaje.

Te molestaban los subsidios, pero los aprovechaste todos, te molestaba el dólar turista, pero te viajaste todo, te molestaban los planes de vivienda y de automotor a tasa subsidiada, pero te metiste en todos. Y así al infinito. Sin contar con el hecho de que en 2007 muchos de ellos votaron al FPV para sostener su situación próspera.

También podría decirse, pensando en 2015, "te molestaba la corrupción, pero votaste a Macri…"

El chingüengüencha de algún modo dice  "te estoy viendo, tu discurso y tu acto no se condicen, a mi no me engañas". Es el "conmigo no, Barone" de los pobres.

Bienvenido el meme y el viral, bienvenida esta invitación a sacarnos la careta.

 

En fin. Me parece que en este año electoral, la charla se pondrá interesante con nuestros vecinos y amigos y es acá donde el chingüegüencha ha venido a generar un modo de interpelación a los otros (y a nosotros mismos, quizás) que de modo cómplice y sin soberbia (utilizando una palabra al modo infantil, como su sobrinita) nos puede hacer pensar en la correlación entre nuestros dichos y nuestros actos cotidianos y la pretendida moral de ciertos actores sociales respecto al pasado más reciente, del cual han sacado pingües provechos y al cual se refieren con palabras y admoniciones que desentonan con lo que todos hemos visto de sus evoluciones personales.

Pero no hay que sobreactuar ni traer argumentos tirados de los pelos. El discurso macrista ha hablado mucho de la pesada herencia, por lo cual ingresar en la charla política del café o del porrón después del fulbito con esta referencia, sólo será participar de ese debate con cartas que ya están sobre la mesa.

A jugar.